Cátedra de Relaciones Panamá-EU
Hace unos días, la Comisión de Educación, Cultura y Deportes de la Asamblea Nacional aprobó en primer debate el proyecto de ley 128, que instituye la cátedra de Relaciones entre Panamá y Estados Unidos. Estoy de acuerdo en que nunca debió derogarse, pero pienso que, como todo en educación, la cátedra debió evolucionar con el tiempo y espero que la propuesta de reinstituirla incluya la conformación de un proyecto en el que se dedique el tiempo y los recursos necesarios para revisar su contenido.
Posterior a la firma de los Tratados Torrijos-Carter (el del canal de Panamá y el de su Neutralidad Permanente), el país emprendió un proceso dirigido a la recuperación del Canal que fue tan importante como el período anterior a la firma de los tratados y que, lastimosamente, no ha sido documentado, por lo que no forma parte del material de estudio de la cátedra. Como parte de esta, debería incluirse el período de transición que marcó la creación y funcionamiento de la Comisión del Canal de Panamá (1 de octubre de 1979 al 31 de diciembre de 1999), con especial referencia al gran esfuerzo nacional para prepararnos a fin de recibir la vía y las áreas revertidas, y aplicar la jurisdicción total sobre el territorio del país. Todos estos elementos pasaron a formar parte de las nuevas relaciones con Estados Unidos (EU) y con el mundo.
Esta breve reflexión me lleva a sugerir que, quizás, la cátedra deba redefinirse y ampliarse, pues la nueva realidad de Panamá es que además de sus relaciones con EU, el escenario creado por la transferencia del Canal, el Tratado de Neutralidad Permanente y la consolidación de nuestra soberanía, lo ha colocado en una posición muy diferente con respecto al mundo, de la que tenía antes de 1999.
Este es un proyecto que quizás pudiera ser patrocinado por la propia Autoridad del Canal de Panamá (ACP), pues una enorme cantidad de documentos reposa en la ACP y otros están en los Archivos Nacionales de EU, en Washington, D.C. Además, se debería entrevistar a los actores de ese período que aún están vivos, para que enriquezcan la historia con anécdotas que mantienen en su memoria. En este sentido vale la pena resaltar el esfuerzo realizado por Ana Elena Porras en su libro Historias canaleras, que hace poco publicó su segunda edición, y que debería ser de lectura obligatoria en dicha cátedra.
Desde el año 2000, la ACP contribuye anualmente con la fundación que administra el Museo del Canal, por lo que el proyecto de actualización de la cátedra pudiera ser prohijado por esta fundación, sobre la base de preservar la historia y contribuir al acervo cultural de la nación.
La nueva cátedra también debe incluir una prospectiva que tendrá que actualizarse todos los años o de forma periódica, de tal manera que los estudiantes salgan con el conocimiento de la historia y comprendan cómo esta nos debe servir para apalancar el futuro frente a los cambios que ocurren en el entorno.
Los panameños merecemos conocer nuestra historia, pero también es importante proyectar el futuro y comprender el potencial que tenemos ante el mundo globalizado. Para ello, la cátedra debe tomar en consideración los tratados y acuerdos firmados, ratificados y por firmar, al igual que la forma en que Panamá debe orientar su política de comercio y de relaciones exteriores.
Quizás sea un plan demasiado abarcador, pero considero que la cátedra debe tener el objetivo de integrar para lograr una visión de país que, a todas luces, parece que no tenemos.
conformación de un proyecto en el que se dedique el tiempo y los recursos necesarios para revisar su contenido.
Posterior a la firma de los Tratados Torrijos-Carter (el del canal de Panamá y el de su Neutralidad Permanente), el país emprendió un proceso dirigido a la recuperación del Canal que fue tan importante como el período anterior a la firma de los tratados y que, lastimosamente, no ha sido documentado, por lo que no forma parte del material de estudio de la cátedra. Como parte de esta, debería incluirse el período de transición que marcó la creación y funcionamiento de la Comisión del Canal de Panamá (1 de octubre de 1979 al 31 de diciembre de 1999), con especial referencia al gran esfuerzo nacional para prepararnos a fin de recibir la vía y las áreas revertidas, y aplicar la jurisdicción total sobre el territorio del país. Todos estos elementos pasaron a formar parte de las nuevas relaciones con Estados Unidos (EU) y con el mundo.
Esta breve reflexión me lleva a sugerir que, quizás, la cátedra deba redefinirse y ampliarse, pues la nueva realidad de Panamá es que además de sus relaciones con EU, el escenario creado por la transferencia del Canal, el Tratado de Neutralidad Permanente y la consolidación de nuestra soberanía, lo ha colocado en una posición muy diferente con respecto al mundo, de la que tenía antes de 1999.
Este es un proyecto que quizás pudiera ser patrocinado por la propia Autoridad del Canal de Panamá (ACP), pues una enorme cantidad de documentos reposa en la ACP y otros están en los Archivos Nacionales de EU, en Washington, D.C. Además, se debería entrevistar a los actores de ese período que aún están vivos, para que enriquezcan la historia con anécdotas que mantienen en su memoria. En este sentido vale la pena resaltar el esfuerzo realizado por Ana Elena Porras en su libro Historias canaleras, que hace poco publicó su segunda edición, y que debería ser de lectura obligatoria en dicha cátedra.
Desde el año 2000, la ACP contribuye anualmente con la fundación que administra el Museo del Canal, por lo que el proyecto de actualización de la cátedra pudiera ser prohijado por esta fundación, sobre la base de preservar la historia y contribuir al acervo cultural de la nación.
La nueva cátedra también debe incluir una prospectiva que tendrá que actualizarse todos los años o de forma periódica, de tal manera que los estudiantes salgan con el conocimiento de la historia y comprendan cómo esta nos debe servir para apalancar el futuro frente a los cambios que ocurren en el entorno.
Los panameños merecemos conocer nuestra historia, pero también es importante proyectar el futuro y comprender el potencial que tenemos ante el mundo globalizado. Para ello, la cátedra debe tomar en consideración los tratados y acuerdos firmados, ratificados y por firmar, al igual que la forma en que Panamá debe orientar su política de comercio y de relaciones exteriores.
Quizás sea un plan demasiado abarcador, pero considero que la cátedra debe tener el objetivo de integrar para lograr una visión de país que, a todas luces, parece que no tenemos.