Incremento de la desigualdad de género

La actual pandemia del coronavirus Covid-19 nos deja grandes desafíos e impactos en la sociedad. Actualmente hay consenso que el virus llegó para quedarse, incluso aunque se logre una vacuna, nada garantiza que no tengamos que enfrentar una pandemia diferente en el futuro.

La Covid-19 nos obliga a transformar radicalmente la dinámica social y entender que los hechos sociales serán modificados, sin importar el tipo de sociedad, ni el nivel de desarrollo que tengan los países. La Covid-19 se convierte en un contrapeso social, que obliga a todas las sociedades a repensar las prioridades y el cómo lograr el bienestar humano. Uno de los aspectos sociales críticos de la Covid-19, es la ausencia e imposibilidad de garantizar a todos los ciudadanos, el acceso a la ciudadanía social (Marshall, 1998).

El escenario postpandemia de la Covid-19 produce una agudización en los problemas sociales y obstáculos asociados con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Pero en particular, los principales retos que tendrán los gobiernos del mundo es lidiar con la profundización de la desigualdad de género. Si bien toda la población sufre el impacto de la pandemia, hay que tener claro que sus efectos son diferenciados entre hombres o mujeres.

Uno de los impactos de la postpandemia, que se convierte en un riesgoso escenario, es el desempoderamiento social de la mujer. Son las mujeres un motor esencial de la economía. Aunque trabajan en la informalidad, artesanías, ocupan cargos con menos reconocimiento social y por tanto son las más expuestas de perder sus fuentes de ingresos por la suspensión de contratos. El mercado laboral, cuando se trata de mano de obra femenina, es excluyente, ganan menos salarios, no ocupan los principales y mejores puestos en las empresas, a pesar de tener en muchos casos mejor formación.

Son las mujeres las que más se dedican a trabajos de emprendimiento, lideran una pequeña y micro empresa para salir adelante; precisamente son estas las que no están en condiciones de sobrevivir en el escenario postpandemia. Muchas son independientes y son subcontratadas para brindar algún servicio específico. Además, el 32% de los hogares panameños tiene jefatura femenina, en condiciones de pobreza, aunado al trabajo doméstico no remunerado.

En medio de la pandemia, la integridad y la vida de las mujeres está en riesgo; muchas denuncias no llegan al sistema de protección o judicial, ante el temor por la presencia del agresor en casa, o porque las condiciones económicas o de aislamiento no le permiten salir a denunciar; la disminución en la cantidad de denuncias no implica que las mujeres no sean víctimas de este delito.

Se requiere que la mesa socioeconómica, propuesta por el gobierno nacional , incorpore la perspectiva de género en su estrategia y planificación para enfrentar el escenario postpandemia, para que los impactos diferenciados que enfrentaremos como sociedad en este proceso de nueva normalidad, evite se profundicen las brechas de la desigualdad de género.

Markelda Montenegro La autora es presidenta del Centro de Investigaciones Científicas de Ciencias Sociales (CENICS)

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