Preocupación continental

Durante su última Asamblea General, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) emitió la ‘Resolución Panamá I', por la cual se pronuncia ante la situación que golpea a los diarios El Siglo y La Estrella de Panamá. El mensaje de una de las más prestigiosas y longevas organizaciones en defensa de las libertades de expresión y de prensa fue claro, propugna por una salida definitiva.

Hace casi seis meses, a partir de la decisión de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de incluir al principal accionista de los diarios en la denominada ‘Lista Clinton' y a pesar de la emisión, también por OFAC, de una ‘Licencia General' para permitir a los ciudadanos y empresas estadounidenses tener relaciones con los periódicos, la situación del diario más antiguo del país y del tabloide de mayor circulación nacional se ha tornado complicada y amenaza con la posibilidad real de su cierre.

La SIP agrupa a cientos de publicaciones impresas y digitales a lo largo de todo el continente americano, durante más de 70 años ha sido una de las voces más contundentes y decididas en defensa y promoción de las libertades de expresión y de prensa en donde quiera que se impugnen en las Américas.

Reunida en México, la 72° Asamblea General de la SIP, con la participación de más de 450 representantes, revisó el estado de las libertades en la región y consignó su llamado de atención ante los principales agravios, que van desde proyectos de ley, abusos de procesos legales, intimidación, hasta el asesinato de periodistas. Esta misma Asamblea encontró espacio para expresar su preocupación por los diarios del Grupo Editorial El Siglo y La Estrella de Panamá, GESE .

Su mensaje fue dirigido al Gobierno panameño, a quien solicita realizar las acciones necesarias para encontrar una salida definitiva a la situación que atraviesan los periódicos y al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América para que salvaguarde las libertades de prensa y de expresión.

También, instó al Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a fin de sensibilizar a la comunidad internacional sobre este caso.

Todo esto en el entendimiento de que este estatus es pernicioso y contra la naturaleza de independencia y libertad de la que debe gozar un medio de comunicación.

No puedo expresar menos que un enorme agradecimiento a la SIP por su manifestación de solidaridad y, sobre todo, por la actitud de alerta que mantiene ante la posibilidad de cierre de los periódicos. Igual agradecimiento expreso a todos los medios panameños representados en la SIP, al Consejo Nacional de Periodismo y al Fórum de Periodistas por las Libertades de Expresión e Información.

La SIP comprendió la urgencia y la importancia del tema. Los tiempos se acortan y las realidades imponen, ver desaparecer al tabloide que miles de panameños buscan cada mañana para enterarse del acontecer nacional y ejercer su derecho al acceso de información y a un diario fundado hace 167 años, que es parte de la historia y patrimonio de Panamá, no es un tema de menor importancia.

La SIP, como costumbre, invita a sus asambleas al jefe de Estado del país sede de la reunión. Fue interesante escuchar al presidente mexicano Enrique Peña Nieto decir ‘la libre manifestación de las ideas es un derecho irrenunciable de la ciudadanía, cuya defensa nos compromete a todos'.

Ya de vuelta a casa de la Asamblea de México, sentí el interés de releer el discurso que, ante la Asamblea de la SIP en Miami, en 1963, pronunció el presidente John F. Kennedy, cuando dijo aquella frase que retumbaría en la memoria de los que estuvieron allí y solo días después se enteraban de la noticia trágica de Dallas: ‘Esta Sociedad Interamericana de Prensa y sus miembros tienen una gran responsabilidad en la defensa de la libertad de nuestro hemisferio. A través de la prensa, ustedes crean la vital conciencia pública de lo que es nuestra responsabilidad y una apreciación de los peligros que nos acechan'.

Es la creación de esa conciencia pública el motor que, día a día, hace que estos periódicos se sigan publicando para beneficio de la democracia panameña y es por eso, por lo que decididamente batallamos.

La rana y el escorpión de la corrupción

No voy a pecar de aburrido contándoles todos los detalles de una fábula que, lo más seguro, ya conocen a saciedad. Sin embargo, se las resumo: un escorpión necesitaba cruzar un peligroso río y, para ello, recurre a una recelosa rana, que se negaba a cruzar a su mortal pasajero, por obvias razones. Pero, el escorpión termina convenciéndola bajo la lógica de que hacerle daño sería la perdición para ambos, al poder morir ahogados.

Bajo esta premisa, la rana acepta, solo para verse picada mortalmente a mitad de camino. El agonizante batracio cuestiona al escorpión mientras ambos se hunden hacia la muerte, y él responde que lo había hecho, porque “esa era su naturaleza”.

Esta es una historia para niños que, sin embargo, contiene grandes enseñanzas y verdades que nos llevan a una pregunta: ¿cuánta corrupción puede aguantar Panamá antes de hundirse en las tormentosas aguas de la economía mundial?

Los panameños somos, como la rana, y a cuestas cargamos con un entramado corrupto, constituido por políticos, partidos, empresarios deshonestos y una gran cantidad de ciudadanos de todas las capas sociales. Sobre este punto no nos engañemos: la corrupción reina desde el más sórdido gueto hasta la más encumbrada y exclusiva torre de apartamentos.

La diferencia que hay entre la rana del cuento y la de nuestra metáfora es que el país ha demostrado una extraordinaria capacidad de resistencia a las innumerables “picadas” que recibe a diario del escorpión de la corrupción. Pero todo tiene un límite.

Luego de la trágica invasión de los estadounidenses a nuestro país, con la excusa de capturar al tirano Noriega, se dio la circunstancia de que todos esos partidos que decían estar en contra de la corrupción y que clamaban por democracia, gritaron al unísono: “¡Esta vaina se acabó!”. Sin embargo, nunca fue así. Picados.

El esquema de seudodemocracia quedó intacto y hasta se refinó, pero no para beneficiar al pueblo, sino para perpetuar las prácticas que permitieran a los partidos en el gobierno, a los diputados y a los empresarios que se prestaran para la sinvergüenzura, hacerse de millones a costa del dinero de todos los panameños. Picados.

Luego de cinco gobiernos en “democracia” poco ha cambiado: las viejas prácticas se mantienen y los polos de riqueza nuevamente se vuelven a concentrar en unas pocas manos; las de siempre, las privilegiadas desde los inicios de nuestra vida republicana y hasta más allá en nuestra historia. Picados.

Producto de todo esto, tenemos un Panamá con pésima imagen internacional; incapaz de producir sus propios alimentos; con pobreza y delincuencia en aumento y con los mismos problemas de hace 25 o más años. Picados.

¿Cuántas picadas más podemos resistir antes de hundirnos todos, junto al entramado corrupto que decide por nosotros? Por ahora, nadie lo sabe, pero lo que sí es cierto es que ya estamos dando muestras de agotamiento y, aparentemente, nada ni nadie puede ni quiere salvarse y salvarnos. Picados.

La justicia de cara a los facilitadores

Ampliar el acceso a la justicia constituye un baluarte indispensable, mediante el cual los Estados planifican estrategias exitosas para la prevención del delito y la seguridad ciudadana.

“La justicia, entendida como aquel derecho humano que garantiza el desarrollo de los pueblos, está muy unida con la prevención de la violencia y promueve una cultura de resolución pacífica de conflictos”, así lo describe Sandra Martínez, beneficiaria de la labor de los facilitadores judiciales en Panamá.

Sandra recuerda que hace un año un hecho marcó su vida. Sus tres hermanos menores decidieron recluir a su mamá en un asilo. Los acuerdos que ella intentaba sostener con sus hermanos terminaban en intentos fallidos y prevalecían las discusiones. Desesperada, y al verse sin recursos económicos para contratar a un abogado, tomó la decisión de acudir al facilitador judicial de su comunidad.

Tras varios días de mediación dirigida por el facilitador judicial, llegaron al acuerdo de que ella atendería a su madre y sus hermanos aportarían, económicamente, para proveer de los insumos necesarios para los cuidados de esta.

Un año después, el acuerdo continúa cumpliéndose, y ella goza de atender a su madre en sus últimos días de vida con el apoyo económico de sus hermanos.

La historia relatada por Sandra corresponde a uno de los casos contabilizados en las estadísticas de mediaciones realizadas por estos facilitadores en Latinoamérica. En los primeros ocho meses de 2016, las mediaciones ascienden a 130 mil 280 casos, que no llegan a un juzgado.

Un facilitador judicial es un dirigente seleccionado por su comunidad. Su labor se centra en mediar en los conflictos menores, cuando existe la voluntad de las partes; él divulga información a través de charlas y asesora a la población que lo solicita.

Su tarea es supervisada por el juez municipal, razón por la que ha llegado a convertirse en un auxiliar de justicia del Órgano Judicial, sin ser funcionario.

En la región, el primer país que acogió el servicio de los facilitadores judiciales fue Nicaragua en 2002; 14 años después es el país con mayor cantidad de facilitadores judiciales (3 mil 406) que trabajan en la prevención de delitos, situación que se traduce como resultado de la ampliación del acceso a la justicia, mediante una cultura jurídica y de paz al servicio de la comunidad.

Cinco años después este programa se internacionalizó por mandato de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, empezando en el año 2007 en Paraguay; Panamá, lo acogió en 2008; Guatemala, en 2010, y la provincia de Corrientes, en Argentina, en el año 2011.

En 2012 ingresó Honduras; Costa Rica adoptó el programa en 2013 y, finalmente, El Salvador inició en 2014.

En la actualidad hay 12 mil 330 facilitadores judiciales que ejercen una loable vocación de servicio a la comunidad, que se ha expandido en todos los países, beneficiando a las personas en estado de vulnerabilidad. Su trabajo, como mediadores y orientadores, fortalece los sistemas nacionales de administración de justicia y reduce la atención en los juzgados de aquellos casos menores que se pueden solucionar a través de los métodos de resolución de conflictos.

Según estadísticas del Programa Interamericano de Facilitadores Judiciales de la Organización de Estados Americanos (PIFJ-OEA), en el año 2015 se registraron 720 mil beneficiados, 300 mil personas informadas en charlas, y se evitó que 42 mil casos terminaran en un juzgado, lo que representa un ahorro de recursos y tiempo para los implicados. Estas son cifras impactantes si consideramos que ser facilitador judicial es una labor voluntaria, y que la principal motivación es convertirse en un agente de cambio en su comunidad.

Para Álvaro Campos, coordinador operativo del PIFJ-OEA, una de las grandes contribuciones en Panamá y en los países en donde está operando el programa es el apoyo técnico de asesoramiento al Órgano Judicial para el establecimiento de los Servicios Nacionales de Facilitadores Judiciales, escenario que ha demostrado cuantitativa y cualitativamente ser un mecanismo eficiente de acceso a la justicia para la población en general.

Una información veraz y oportuna, y la asistencia para una mediación, hacen una gran diferencia en la vida de miles de personas. Los facilitadores judiciales fortalecen los derechos humanos, la gobernabilidad democrática, la seguridad ciudadana, y contribuyen a la eliminación de la pobreza y la desigualdad.

La judicialización del espectáculo

Parto de la premisa de que todo acto delictivo tiene que ser penalizado y que debe haber certeza de castigo para los que desfalcan al Estado. Jamás podré estar de acuerdo con medidas que favorezcan al individuo corrupto, sea quien sea. Robar la arcas nacionales le quita esperanza al ciudadano humilde, desangra a la clase trabajadora y desmoraliza a la sociedad decente. Sin corrupción y con funcionarios que se enfoquen en el pueblo, no en sus bolsillos, Panamá sería un país envidiable en todos los índices de bienestar humano. Como no pertenezco a ningún colectivo político, mi opinión carece de bandería partidista alguna. No pongo la mano en el fuego por nadie, salvo por mi hermano, porque conozco su impecable trayectoria de probidad contrastada en su vida personal y empresarial.

Juega vivo y clientelismo han sido emblema de todas las administraciones precedentes, antes, durante y después de las dictaduras militares. La justicia había brillado por su ausencia en todo este tiempo. Mansiones de playa, yates lujosos, terrenos valiosos, cuentas bancarias suculentas y múltiples acciones en sociedades están en manos de políticos o empresarios que han levantado fortunas, valiéndose de coimas, licitaciones y negocios repletos de ilegitimidad. Por nuestras calles circulan muchas personas que debieron purgar penas de cárcel, pero que andan por ahí mostrando su insolente caradura, gracias a la crónica putrefacción jurídica que ha imperado por décadas.

La administración actual ha querido modificar ese estatus de lacerante impunidad. El problema es que los rencores y deseos de venganza han empañado la objetividad del cambio y propiciado una justicia excesiva, selectiva y violadora de derechos humanos elementales. Los fiscales, algunos de notoria mediocridad profesional, han utilizado reseñas periodísticas, auditorías amañadas (sin aval de Contraloría) y acusaciones calumniosas para fabricar casos, basándose más en especulaciones particulares que en delitos probados. Para colmo, muchas de las faltas han obedecido a simples irregularidades administrativas, bastante comunes en entidades gubernamentales, sujetas a leyes demasiado restrictivas que fomentan la burocracia e impiden operatividades eficientes y oportunas en beneficio del usuario. Aún peor, el Ministerio Público ha establecido un pernicioso contubernio con privilegiados medios de comunicación para propagandear sus diligencias. Inconcebiblemente, los periodistas se enteran de las indagatorias antes que los propios implicados. El resultado es un entretenimiento circense de allanamientos, conducciones forzadas y detenciones dramáticas, que pisotean presunción de inocencia, honra familiar y debido proceso, como si se tratara de terroristas, criminales o traficantes de drogas.

La mayoría de las constituciones del mundo civilizado establece que la detención preventiva no debe durar más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones tendientes al esclarecimiento de los hechos, y, en todo caso, en el plazo máximo de 72 horas, el detenido deberá ser puesto en libertad o a disposición de la autoridad judicial. En algunos artículos se matiza que este derecho, mediante una ley orgánica, podría ser suspendido para personas determinadas, con relación a las investigaciones correspondientes a la actuación de bandas armadas o elementos subversivos. Los efectivos policiales, en sus labores de investigación criminal, pueden proceder a aprehender a personas en delito flagrante, deteniéndolas preventivamente, las mismas que tienen que ser puestas a disposición del juzgado correspondiente, dentro de las 24 horas o en el término de la distancia, excepto en situaciones de terrorismo, espionaje o tráfico ilícito de drogas. Es importante tener en cuenta, empero, que la prisión preventiva es un recurso judicial que se utiliza en última instancia. Por lo general, se prefiere apelar a otras medidas cautelares, como la imposición de una fianza o la determinación de arresto domiciliario o territorial, según la gravedad de las supuestas anormalidades.

Solo se puede ordenar la prisión preventiva cuando la persona puede llegar a amedrentar o atacar a la otra parte del juicio, destruir una prueba clave o fugarse. Para que pueda decretarse la medida, por otra parte, tienen que existir indicios importantes acerca de la culpabilidad del sospechoso. Una gran cantidad de expertos en materia de derecho se opone a la aplicación de esta modalidad, dado que afecta al estado jurídico de inocencia, el cual determina que todo acusado es honorable hasta que se pruebe lo contrario a través de un juicio o proceso y, recién entonces, será posible sancionarlo o penarlo. La prisión preventiva es una medida que condena al acusado antes de que se demuestre su culpabilidad y, por lo tanto, si resulta inocente, nadie podrá compensarlo por su experiencia tras las rejas, por haber manchado su imagen y por los perjuicios causados a su vida personal o laboral.

Me preocupa enormemente la gran crispación y polarización que se está generando en la sociedad con esta judicialización del espectáculo. Estamos retornando al odio y revanchismo vividos en la época castrense. De proseguir esta tendencia, no quiero ni pensar sobre lo que sucederá en las elecciones del 2019, de no repetir el arnulfismo. Gente, decente y valiosa, como alguna de la que actualmente sufre las injusticias de un sistema perseguidor altisonante, será también sometida a denuncias inventadas o manipuladas, incluso por inocuas anomalías en su gestión. Al final, ningún individuo, capaz y honesto, querrá participar en gobiernos futuros. ¿O será que este es el genuino deseo de los políticos tradicionales de oficio? Como dijo Louis McHenry Howe: “Nadie puede adoptar la política como profesión y seguir siendo honrado”.

Justicia y libertad de prensa

La conducción de un periodista ante el Ministerio Público, al más puro estilo del gorilato, dejó al descubierto la politización de la justicia y el más absoluto irrespeto a las garantías fundamentales consagradas en la Constitución Nacional, por quienes tienen el deber de protegerlas. Por más argumentos fútiles que se esgriman, el hecho constituye un atentado a la libertad de expresión y a la libertad de prensa. Los reiterados señalamientos del presidente contra medios de comunicación que no son sus alabarderos, precedieron este acto irresponsable del que sería ‘el mejor gobierno de la historia'. Sabrán las autoridades que, según la Declaración de Chapultepec ‘No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa. El ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades; es un derecho inalienable del pueblo'. Conculcar la más importante de las libertades públicas es un acto deleznable, pero para regímenes autoritarios la moral pareciera no contar. El Dr Pablo Arosemena advirtió: ‘Cuando la opinión calla, el abuso se cree soberano y predomina; importa que la voz de los ciudadanos se haga oír en defensa de todo derecho y en protesta contra toda injusticia'. Nos unimos al repudio generalizado que tradujo un hecho representativo de terrorismo judicial.

El Panamá que conozco, ¡pa’lante!

El año 2016 es en la historia del reconocimiento de Panamá en el siglo XXI un año muy especial por la coincidencia de tres acontecimientos muy importantes:

Primero: cosa obvia para cada panameño, es decir, la apertura de la segunda vía del Canal de Panamá, una arteria de navegación decisiva para la vida, el desarrollo y la prosperidad de Panamá, pero también (y esto lo saben solo unos pocos) para todo el mundo.

El Canal de Panamá es, desde el punto de vista de la economía mundial, igual de importante que una arteria para la vida de un ser humano.

Segundo: Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia y, relacionada con ella, la visita a Polonia del presidente de Panamá, don Juan Carlos Varela, y una alegre delegación formada por la juventud panameña cantando.

Dadas las circunstancias, los ojos del mundo cristiano (y no solo cristiano) se han fijado en el papa Francisco, como anteriormente se fijaban en el papa Juan Pablo II un personaje fascinante y han visto lo siguiente: a los presidentes de Polonia y Panamá, y la bandera de Panamá ondeando orgullosamente. A la vez nos entramos con que el testigo de la Jornada Mundial de la Juventud pasa ahora de Polonia a Panamá. Actualmente tenemos apenas tres años para poder prepararnos bien para esta fiesta internacional y recibir dignamente una multitud millonaria de peregrinos que vendrá a Panamá.

Deberíamos, sin demora, emprender desde el día de hoy los preparativos para este evento.

Tercero: Panama Papers y Mossack Fonseca: este acontecimiento ha sido tan difundido por los periodistas y la prensa internacional como si en el mundo no hubiera ocurrido otra cosa importante. Creo que solo si Panamá hubiera desencadenado la tercera guerra mundial la repercusión mediática habría sido mayor.

Los periodistas que recibieron la información ya hecha, robada del bufete Mossack Fonseca, se pronunciaron de repente como periodistas de instrucción, a pesar de que no encontraran nada en su supuesta instrucción y todo su esfuerzo consistiera en familiarizarse con el material pronto. Sirviéndose medias verdades o simplemente mintiendo han estado intentando y siguen intentando convencer al mundo de que Panamá es un país donde no se paga impuestos, que Panamá ha creado sistemas para cobijar a delincuentes fiscales y que es un paraíso fiscal.

Es reprobable el hecho de que el presidente de Rusia Vladimir Putin, de Ucrania Petró Poroshenko, dignatarios chinos, deportistas y directivos deportivos como Lionel Messi o Michel Platini, el padre del primer ministro David Cameron o decenas de miles de personas para no pagar impuestos engañaran a sus países infringiendo leyes que se supone debían respetar y defender. Es de reprochar también que el bufete panameño Mossack Fonseca, atendiendo a sus intereses, les constituyera empresas y les abriera cuentas bancarias en las Islas Vírgenes, Chipre o en las Caimanes.

En consecuencia, resulta que la culpa de todo el mal es de Panamá. Nadie se acuerda de los paraísos fiscales en Mónaco, Lichtenstein o Luxemburgo donde se han estado escondiendo y siguen escondiéndose los tiburones del mercado europeo.

Para desviar la atención lo mejor es culpar y llenar de barro a Panamá.

Propongo a los países más culpados y a sus Gobiernos que creen unas condiciones para la inversión y para el desarrollo como los que ha creado Panamá. Para que introduzcan una tasa de impuesto ‘0' para los productos alimenticios, un 7 % para los productos industriales, y facilidades para los jubilados. Así nadie buscará un lugar donde poder vivir mejor.

Me dirijo al señor presidente, al Gobierno de Panamá para que no se sometan a la presión de estos grandes que, incapaces de resolver sus problemas mercantiles y económicos, para desviar la atención, acusan a Panamá de haber cometido hechos que no ha cometido. No cambien lo que está funcionando bien solo porque los demás lo deseen. Hagan todo lo posible por el bien de Panamá y de sus ciudadanos.

Concluyo citando un proverbio polaco (porque, como bien es sabido, los proverbios son la sabiduría popular): ‘Los perros ladran pero la caravana sigue su camino'. No nos fijemos en los demás, no miremos hacia atrás, adelante Panamá. (Sigue pa‘lante Panamá).

Elección de magistrado del TE

Apenas el jueves pasado entre varios comentarios en este espacio sobre la elección del reemplazo del magistrado Erasmo Pinilla en el Tribunal Electoral (TE) decíamos que ‘Ojalá la AN dé un buen ejemplo a seguir con esta elección. La esperanza no se debe perder… ', y desde entonces hemos recibido informaciones y comentarios sobre lo que supuestamente pasa en la Asamblea Nacional con ese tema. No se respetan las normas, dicen, para poder ser tomado en consideración para el cargo. Ojalá los diputados no conviertan esta elección en otra decepción sobre los nombramientos de los magistrados del TE. Que prime el interés por preservar la institución que debe coadyuvar esfuerzos con el pueblo para garantizar el sistema democrático que, aunque imperfecto, es la mejor opción para nuestro país.

Uniformidad de criterios jurídicos

La procuradora general de la Nación, Kenia Porcell, fue entrevistada junto a su secretario general en un programa televisivo. Estaban a flor de piel todos los casos y escándalos ocurridos en el PAN de la pasada administración gubernamental. La procuradora, en su intervención, dejó establecido claramente que ella no podía investigar banqueros que recibieron dinero de las arcas del Estado por el famoso ‘secreto bancario '. Si en la nueva tendencia mundial y en la legislación sobre el ingreso de millones de dólares del erario al Sistema Bancario Panameño es considerado lavado de dinero, muchos se preguntan entonces ¿por qué ningún banquero, gerente ni oficial de cuenta fue llamado a responder por esa decisión, dado que recibieron en depósitos millones de dólares de exfuncionarios? Si la decisión de la procuradora fue que el secreto bancario le impedía investigar ¿cómo se puede imputar al subgerente de un banco estatal, si en ambos casos rigen las mismas reglas y la misma ley? La decisión de apresar a un subgerente y al presidente de la junta directiva del banco estatal, abre ahora la ventana para que el Ministerio Público haga lo mismo con todas aquellas personas que tuvieron que ver con la apertura de cuentas y manejo de fondos a personas que claramente estaban enriqueciéndose a costa del erario. Esperemos que ese sea el criterio y no que el caso sea motivado por intereses políticos.

Gobierno: le precisa una justa autoevaluación

Gobernar un país definitivamente es una de las tareas de más alto honor e igualmente de más alto compromiso. Asimismo, encierra el pulseo permanente tanto con los enemigos naturales que quien llega al poder acarrea consigo como con la oposición sesuda y…, con los aliados, seguidores, votantes que ayudan a llegar, pero que esperan respuestas a las motivaciones que les llevaron a dar ese respaldo. Las críticas siempre existirán, y de diferente índole como con diferente intención. Hay quienes critican por criticar, porque lo ven como la forma de hacer oposición, para restarle votos al que está, creyendo que se los darán a ellos; otros, porque se llevan por lo que otros dicen, sin analizar sus motivaciones…; pero, UN GRAN PERO, hay quienes critican porque en verdad quieren que lo que se haga sea bueno para todos, no importa quién lo haga, que si se prometió cero corrupción, cero nepotismo, justicia igual para todos, etcétera, eso sea. Corresponde al objeto de las críticas analizar correctamente lo que sucede, y no dejarse llevar por aduladores que siempre le dirán que todo está bien, que quienes están mal son ‘los criticones ', TODOS. En el Gobierno nacional se amerita una autoevaluación justa… y puede que lleguen a la conclusión de que requieren un timonazo.

La extradición no es un asunto de chisme

No me parecieron extrañas las declaraciones de la consejera del Departamento de Estado de los EE.UU. cuando se le preguntó sobre la extradición del expresidente Ricardo Martinelli. ‘En Panamá y Estados Unidos hay que respetar las leyes y seguir el proceso legal, más de eso, no puedo comentar '. La extradición ‘no es un asunto de chisme '. Qué diferentes fueron sus declaraciones con las formuladas por el embajador de los EE.UU. en Panamá sobre el caso Waked. En este último caso, este se explayó más allá de cualquier respeto al proceso legal que se merece todo ser humano por respeto a esas mismas leyes existentes en Panamá y los EE.UU.

A nadie se le puede condenar por un asunto de chismes. Se requieren pruebas y eso en el caso Martinelli se le va a exigir a las autoridades panameñas, aun cuando al Sr. Abdul Waked las autoridades americanas se lo han negado. Las declaraciones de la consejera del Departamento de Estado de los EE.UU. son propias de una versada en los principios fundamentales de la Nación Americana. Ella en ningún momento ha aceptado suposiciones, razón para creer, o cualquier otra fórmula fuera de las que validan cualquier proceso penal contra una persona. Esa es la actitud correcta, pero lamentablemente no compartida por algunas otras agencias de los EE.UU. que actúan a diestra y siniestra en el mundo como verdaderos cowboys. ‘La ley soy yo ', parafraseando la frase de Luis XIV y que le genera al mundo antipatías cuando los EE.UU., a través de sus agencias, patean la mesa de la legalidad y el debido proceso. Como bien escuché a alguien decir: ‘No existe un Estados Unidos sino muchos Estados Unidos ', cuando entras en la maraña de agencias, departamentos y oficinas gubernamentales, tratando cada una de hacer su propia política exterior o adscribirse funciones de administración de justicia a su libre arbitrio.

En mayor indefensión se encuentran las personas y empresas cuando no son ciudadanos americanos. Contra ellos estas agencias actúan con otras reglas, otra vara con la cual miden a las personas y a las empresas.

Recientemente una empresa americana fue condenada a pagar $5.4 millones mediante un fallo de nuestra Corte Suprema de Justicia. Hasta los senadores del estado de Ohio, EE.UU., Sherrod Brown y Rob Portman, criticaron la decisión y exigieron al presidente Obama que exija al Gobierno de Panamá un trato justo contra la empresa Bridgestone.

‘Es indignante que Panamá ordene a Bridgestone pagar millones de dólares por simplemente tratar de proteger su propiedad. No podemos permitir que otros países tomen ventajas sobre empresas americanas tratándola injustamente ', dijo el senador Brown. Ahora bien, esto le faltó al Grupo Wisa. Estar en un país donde sus gobernantes protegen y defienden a sus ciudadanos y empresas hasta contra fallos finales, definitivos y obligatorios emitidos por las Cortes de otros Estados. No queremos ir tan lejos, pero, por lo menos, que asuman su responsabilidad constitucional.