Justicia selectiva… la doble moral

Todo el mundo quiere justicia y que se castigue a los involucrados en actos de corrupción, no se espera menos en una sociedad civilizada y sometida al imperio de las leyes.

Lo que es inaceptable, es la demora para la justicia del ciudadano común que lleva en el corazón el dolor de la pérdida de un ser querido a manos de criminales violentos, pederastas en series o delincuentes comunes.

En Las Tablas, provincia de los Santos, los familiares de dos niñas desaparecidas esperan, no solo la seguridad y certeza del castigo de quien se las llevó y las mató, sino que no cese la búsqueda de sus cuerpos para que sus familiares tengan algo de consuelo y puedan ir a llorarlas ante una tumba.

Como ciudadano queda en mi memoria el horror de los cinco jóvenes de La Chorrera asesinados por dos dominicanos y su grupo criminal.

Lo más censurable de estos casos surge tras el comentario de uno de los familiares que visitaba al padre hospitalizado de una de las víctimas de La Chorrera. En la espera para entrar me comentaba: ‘Aquí ya no se sabe a quién responsabilizar más de este crimen'. Curioso, le pregunté: ¿Cómo así? ¿Acaso los que hicieron el crimen no están presos?'. Y este familiar me dice: ‘No, sabemos que faltan otros'. ‘Pero, lo más doloroso es la actuación de la Corte Suprema de Justicia, que con su demora para resolver los recursos, se hace tan cómplice como los que hicieron los crímenes, no les interesa resolver, porque tienen que atender otros casos de alto perfil'. ‘Para nosotros esto no termina, muchos se están enfermando por la falta de justicia'.

¡Qué palabras tan amargas para quien perdió un familiar de manera infame y que espera, para aliviar su dolor, un poco de Justicia de quienes se les confió esta loable función! Justicia denegada, justicia selectiva, justicia tardía, que no es justicia.

La Corte Suprema de Justicia debe responder con prontitud todos los casos y no resolver los casos por selectividad. ¿O es que estos jóvenes no merecen toda la justicia oportuna del mundo?

 

Balance y perspectivas del 1 de julio

Este 1 de julio no fue un día inolvidable, sino ¡un día para olvidar! La nota característica fueron los insultos, el “matraqueo”, el “doble discurso” y los malos ejemplos. Por ello, para gran parte de la ciudadanía resultó una ¡vergüenza! Máxime, siendo este el primer Órgano del Estado, el que representa a todo el país y a todo el arcoíris político, y está llamado a ser el más transparente, democrático y valioso instrumento para la construcción del bien común, y sus integrantes, cariátide de bronce de nuestra democracia.

Pero esa “experiencia” fue una descarnada demostración de nuestra realidad política, que debemos sintetizar para rescatar el aprendizaje que nos permita enderezar caminos y corregir errores. Para ello, desde mi perspectiva social cristiana, aporto una síntesis en tres ideas-acción:

Primero, demostró la crisis de todos los partidos políticos. No puede haber unidad ni disciplina, cuando está ausente una determinada ideología, principios compartidos, valores trascendentes y la causa común de un proyecto político que le propone a la sociedad un nuevo y esperanzador país, en pro de su continuo progreso.

Así, ante la falta de tolerancia y el debate interno, surgen las disidencias. Por ello, los caudillismos, la aplanadora y la “línea” partidaria son métodos arcaicos y generadores de conflictos.

¡Hay que regenerar la política! Para recuperar la credibilidad y confianza ciudadana, a partir del buen ejemplo inspirado en la ética, la honestidad, la integridad, la vocación de servicio y el trabajo en equipo competente y propositivo.

Todo esto debe ir orientado a construir el nuevo Panamá que bien merecemos: más humano, justo, democrático y solidario.

Segundo, se observó la ausencia de una agenda legislativa, porque todo se limitaba al “soy el que soy”. Ahora, hay que comenzar a desmontar el sistema corruptor impuesto por el presidente Ricardo Martinelli, mediante la modificación de la Ley de Contratación Pública y la derogación de la ley del blindaje. Además, se anuncian nuevos retos: la descentralización del Estado y el fortalecimiento municipal.

Hay otros temas vitales pendientes como promocionar la participación ciudadana, darle “garra y colmillo” a la transparencia, hacer viable el sistema único de salud y retomar la solidaridad para fortalecer el sistema de pensiones y seguridad social.

Tercero, la Asamblea Nacional tiene una tarea muy compleja. Debe cumplir, a cabalidad, sus funciones legislativas, judiciales y administrativas, con independencia, sin someterse al presidencialismo ni entorpecer la labor del Ejecutivo.

Para ello, la nueva junta directiva debe “construir puentes”. El Partido Revolucionario Democrático y Cambio Democrático deben “guardar cuchillos”, y todos, actuar con transparencia.

A la nueva directiva le favorece la demostrada capacidad de diálogo, trabajo e integridad del presidente diputado Rubén De León, y la buena carta de presentación y bienvenida representación de género de la diputada Katleen Levy. Pero, le desfavorecen las “ejecutorias” del diputado Raúl Hernández, copartícipe de las “ocurrencias” del presidente Martinelli para demoler la institucionalidad democrática.

Panamá no se merece que esta “nueva mayoría”, sea para “más de lo mismo”, “congelar” los procesos judiciales ni lograr prebendas mediante contratos injustificados y partidas circuitales disimuladas.

¡Amanecerá y veremos!

Justicia Tardía Para La Mujer Maltratada: Daisy Chacón

Son los términos de moda. Enciendes la televisión y los escuchas en todos los noticieros, también en la radio y en la prensa escrita. Pero, ¿qué significa uno y otro? Ambos se refieren a los asesinatos de mujeres, pero el femicidio aplica en el caso de violencia contra la mujer que se da sin que esta la ocasione obligatoriamente un hombre, mientras que el feminicidio es aquel en el cual la agresión la comete específicamente un hombre.

La sociedad en pleno manifiesta su preocupación por la alta incidencia en este tipo de crímenes y las autoridades instan a las mujeres a que denuncien los casos de violencia familiar. Sin embargo, el proceso de denuncia de este tipo de situaciones es un túnel oscuro, tortuoso y doloroso. Veamos un caso de la vida real.

Ella está durmiendo plácidamente en su cama, sus hijos están también dormidos en su habitación, su esposo salió esa noche de copas con sus amigos y a las 4:00 de la mañana llega completamente ebrio, gritando, insultando. La mujer no sabe qué hacer, cómo reaccionar, la escalada de violencia aumenta y cuando menos lo espera tiene sus manos en su cuello y está asfixiándola, tiene un cuchillo en la mano y amenaza con matarla. De alguna manera logra escapar de él y se refugia en casa de una vecina. Llama a la Policía, que le brinda auxilio una hora después. Los miembros de la Policía se lo llevan a rastras, mientras él sigue con su conducta violenta.

Ella logra organizarse y llega a la estación de Policía donde debe detallar los hechos al agente policial, mientras su agresor está allí, sentado a su lado, intimidando y gritándole delante de la autoridad que la matará, que solo es cuestión de tiempo. La dama, con los ojos hinchados de tanto llorar, le pregunta al agente si está tomando nota de esto y él asiente con la cabeza.

Ese día, ella no pudo asistir a trabajar. La preocupación que tiene no solo por la situación, sino también por perder su empleo la abruma terriblemente. Finalmente, él llega a la corregiduría escoltado a eso de las 11:00 de la mañana pero pasan dos horas más para que los atiendan.

Ella debe soportar sus miradas amenazantes y recordar con horror, todo aquello de lo que él es capaz. Finalmente, son atendidos por la corregidora, quien ordena la emisión de una boleta de protección a su favor, una fianza de paz y buena conducta entre las partes y se ordena que él desocupe la vivienda familiar.

Ella no entiende cómo es esto posible. ¿La boleta de protección en verdad me protegerá? Pero eso no es lo más grave. Cuando él vuelve al ataque y ella pierde otro día de trabajo para denunciar la situación ante la corregiduría, le entregan otra boleta de protección y una de citación. La de citación debe ser entregada por ella a su agresor. La víctima debe enfrentarse al agresor y decirle: “buenas tardes, aquí tienes la boleta de citación, nos vemos en la corregiduría”. A usted, lector, ¿no le parece absurdo?

Este calvario debe repetirse dos veces más para que se expida la boleta de captura en contra del agresor. En este proceso pueden pasar de tres a cuatro meses, durante los cuales, si ella no toma otras medidas de seguridad, seguramente será atacada y las amenazas se convertirán en hechos. Ella pasará a ser un número más de las víctimas de feminicidio, dejando a sus hijos en la orfandad.

¿Por qué no se emite de inmediato la boleta de captura y se ordena la detención preventiva del agresor? ¿En verdad la boleta de protección tiene poderes mágicos para salvar a las mujeres?

La pregunta más difícil que debemos hacernos es: ¿Estamos realmente preocupados por el feminicidio? Si la respuesta es afirmativa, entonces debemos tomar medidas urgentes y proteger efectivamente a la mujer desde el instante en que se pone la denuncia, estableciendo la detención preventiva inmediata del agresor.

Es hora de defender y proteger efectivamente a las mujeres. ¡Basta ya de palabras y papeles!

 

 

Desigualdad Social, Problema Prioritario

El presidente de la República y su nuevo Gobierno, tienen que atender y atacar los principales problemas del país. Entre ellos se destacan el alza constante de la canasta básica; el aumento de la inseguridad pública y de la criminalidad; la falta de agua potable y el deplorable servicio de recolección de basura, especialmente en la ciudad capital y en los distritos de San Miguelito y Colón, que congregan al mayor volumen de población en el país.

La insatisfacción en que viven miles de panameños, al no poder cubrir sus mínimas necesidades básicas, no se corresponde ni va de la mano con el presumido crecimiento económico del país. El panameño sufre por el aumento del precio de sus alimentos. Actualmente, la subsistencia familiar de los más necesitados se ha vuelto una cuestión de ingenio y creatividad a la hora de comprar, para lograr que el dinero alcance.

Como país, estamos poniendo en riesgo el adecuado desarrollo de los niños y jóvenes, que son el futuro de Panamá. La desigualdad e inequidad social no solo se manifiesta en el nivel de ingresos de los ciudadanos, sino en aspectos tan importantes como el acceso a los principales servicios básicos, entre ellos agua, educación y salud.

El continuo aumento de los precios de los alimentos ha cambiado los hábitos de consumo de los panameños y no precisamente para bien. Los subsidios a ciertos productos y los controles de precio de emergencia pueden considerarse como importantes medidas temporales, pero no resuelven el fondo la situación.

La desigualdad en todas sus formas genera estrés, inconformidad, tensión y, a la larga, animadversión hacia la clase política. Ello se manifiesta con más intensidad cuando la promesa de cambiar la vida de los ciudadanos termina por carecer de respuestas coherentes con sus necesidades. Además, improvisación y la corrupción parecen generalizarse.

En algunos lugares del país el panorama es desolador. Lamentablemente no hemos mejorado mucho. Comunidades que carecen de agua por más de 30 años, a la espera de la llegada de los camiones cisternas para cubrir el mínimo de sus necesidades. El agua potable es un elemento fundamental para garantizar condiciones esenciales de salubridad. Es importante señalar que el aumento no planificado de construcciones en áreas densamente pobladas, contribuye gravemente a la escasez del vital líquido.

El Idaan hace su mejor esfuerzo, a pesar de sus limitaciones estructurales y de la gran mora en el pago por los usuarios. La tarifa se ha mantenido igual durante los últimos 30 años, lo que no hace viable la sostenibilidad de la institución.

La implementación de políticas de Estado, y el cumplimiento de la legislación establecida que contribuye a proteger las fuentes hídricas y el medio ambiente, ya de por sí afectadas por fenómenos como el calentamiento global y la deforestación de las cuencas de los ríos, es fundamental para garantizar la renovación de los recursos naturales.

Por otro lado, la gran cantidad de escuelas ranchos, que según estimaciones del Ministerio de Educación son aproximadamente 450, muchas de ellas en las comarcas indígenas, deja mucho que decir de un país pujante como Panamá y que va en contraposición con escuelas de este tipo.

Son condiciones de enseñanza indignas para nuestros niños, y aún así queremos obtener mejores resultados académicos, cuando no somos capaces de brindar escuelas en condiciones óptimas que propicien un proceso de enseñanza y aprendizaje cónsono con las necesidades del entorno.

En el área de las comarcas, las escuelas se convierten muchas veces en el lugar donde los niños reciben quizá la única comida del día y donde también se presentan los más altos índices de desnutrición del país. Grupos indígenas, bajo orientación de ONG, están trabajando en el autoabastecimiento de alimentos, como una forma de garantizar la seguridad alimentaria y la mejora de las condiciones de vida de sus moradores.

En el aspecto de la salud, escuchamos a diario las quejas de los ciudadanos molestos por el desabastecimiento de medicamentos, la mora quirúrgica y las malas condiciones de las instituciones de salud pública. La gran inversión realizada en hospitales, a medio construir por el Gobierno anterior, solo vino a agravar la crisis ya existente.

A pesar de los avances económicos, en nuestro país las desigualdades entre sus ciudadanos son muy marcadas. El documento de UNICEF para 2012 – 2015, señala que Panamá se encuentra entre los quince países del mundo con mayor desigualdad económica y social. Este es el principal problema del Gobierno nacional. Atenderlo es de prioridad.

 

Un Plan De Vida Fundamentado En Principios Éticos Y Morales

Actualmente convivimos en una sociedad donde no prevalecen los buenos ejemplos para nuestra juventud, en momentos en que las nuevas generaciones esperan encaminarse como ciudadanos responsables, seguros de recibir el impulso de una comunidad que ayude a labrarles un futuro más próspero.

Si bien es cierto como jóvenes y responsables de nuestro andar, muchos en los años de secundaria o en algún momento se han detenido a pensar en su mañana, las metas que tienen y, sobre todo, qué harán para lograrlas.

El pensar la carrera que cursarás al salir de un sexto año no es suficiente, como tampoco el pensar en un estudio superior a una licenciatura. Esto llega a ser mucho más profundo ya que no solo seremos profesionales, sino también seres humanos, padres, hermanos, amigos y vecinos.

Cada cual debería detenerse un instante y pensar: ¿Tengo un plan de vida? ¿Sé qué quiero para mí y para los míos mañana o en 10 años? Algunos, más tarde que otros, se percatarán que esto abre una serie muy amplia de caminos posibles, con dos tendencias muy marcadas: por un lado estará la búsqueda de la felicidad y el desarrollo personal, y por el otro, las ambiciones económicas.

En el momento en que decidimos por cuál de estas tendencias enrumbar nuestras vidas y trabajar por el progreso personal es que caemos en el mayor error: dejamos la ética a un lado. Muchos decidirán un camino con una profesión que los deje ser estrategas y volverse ricos de alguna forma, dejando atrás cualquier tipo de vocación, sin pensar que no es necesario deshacerse de los valores morales para llevar un buen plan de vida y conseguir metas que sean sinónimo de éxito.

En este sentido, un propósito de vida es un plan de acción, que debe ir de la mano de tus valores y creencias, que te lleve a conseguir cualquier meta con tus esfuerzos permanentes y dando lo mejor de ti como persona.

Al igual que cualquier plan de negocios, este necesita ser analizado periódicamente y a conciencia; siempre pensando que nuestros esfuerzos no solo deben buscar ventajas propias o familiares, sino el bienestar de una sociedad que necesita mucho más de nosotros que nosotros de ella.

 

Manejo Multirracial Del Profesional Panameño

Desde antes del inicio de nuestra vida republicana, el 3 de Noviembre de 1903, en nuestro istmo conviven una múltiple cantidad de etnias y culturas que hacen de nuestro suelo un lugar lleno de matices y colores como ningún otro país de la región.

Al viajar a varios países de Latinoamérica, pude constatar que son pocos los que pueden enorgullecerse de albergar tanta diversidad. Desde asiáticos, indígenas, afrodescendientes, hasta descendientes de europeos, entre muchos otros, son los que podemos mencionar dentro del abanico que nos distingue como un país crisol del razas.

Actualmente, en pleno siglo XXI, esto no ha cambiado, seguimos siendo un país con los brazos abiertos para todo aquel que desee contribuir al crecimiento del mismo; sin embargo, actualmente se escucha mucho del rechazo a leyes migratorias que facilitan la legalización de extranjeros en el país. El eco que esto ha tenido en las redes sociales ha sido enorme, la convergencia de opiniones respecto al tema, tanto de nacionales como de extranjeros, ha sido efervescente y ha llamado la atención de todos.

Esto refleja que hay un interés muy amplio y genuino con relación a la migración y a la percepción del pueblo panameño con respecto a las consecuencias de la misma; ya sea en el ámbito social, económico o político. Lo señalado nos lleva a preguntarnos: ¿cómo enfrenta el profesional panameño la pluralidad cultural en el ambiente laboral?

El profesional panameño, en su mayoría, acepta al extranjero y lo integra sin mayores inconvenientes; pero también existen quienes reflejan disconformidad con su presencia en el ambiente de trabajo. Lo ven como una amenaza a su estabilidad laboral o como competencia directa para los puestos de mayor jerarquía.

Sin embargo, no es de esa manera, los extranjeros que llegan a desenvolverse en el ámbito laboral panameño lo hacen con mucha experiencia previa y con ideas frescas que pueden ayudar a optimizar los procesos durante las labores cotidianas. Esto se debe a que la dinámica en la economía de sus países natales se desenvuelve de manera diferente a la nuestra. Este es un factor que debemos aprovechar para integrar nuevas perspectivas a nuestra metodología de trabajo. Hay que aprender e implementar, tomar lo bueno y desechar lo que no aproveche, mantener un ambiente agradable y de respeto, siempre de cooperación mutua.

Debemos continuar construyendo la realidad de vivir en un país con una mejor educación pública, mejor distribución de la riqueza y justicia social para nuestros compatriotas en todo el territorio nacional. Si los profesionales extranjeros que llegan al país lo hacen para contribuir a esto, ‘bienvenidos sean'. ¿Qué piensa Ud.?

 

¿Se Disimula La Pobreza En Panamá?

Son muchas las personas que al visitar la ciudad de Panamá quedan impresionadas por los grandes avances que ha tenido a nivel de infraestructuras durante los últimos 10 años. Se encuentran con la construcción de una cinta costera que consta de tres fases, el Metro de Panamá, la inserción de el Metro Bus al sistema vial, la remodelación del Aeropuerto Internacional de Tocumen, la culminación de la ampliación del Canal de Panamá y sin dejar de mencionar la construcción de gigantescos rascacielos que embellecen nuestra ciudad. Cada uno de estos proyectos ha sido clave para alcanzar durante años consecutivos un notable crecimiento económico que nos coloca como uno de los países más pujantes de la región.

Sin embargo, la sociedad panameña no se está viendo beneficiada del todo por este crecimiento. Según fuentes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Panamá aproximadamente 4 de cada 10 personas viven en pobreza total, especialmente en las áreas rurales indígenas donde la situación de pobreza es casi del 98.4%.

En los últimos informes internacionales, Panamá se encuentra entre los países con peor distribución de la riqueza en América Latina, solo por encima de países como Colombia, República Dominicana y Guatemala. En consecuencia a esto, el crecimiento económico del país no contribuirá a la reducción de la pobreza si se mantienen los altos niveles de desigualdad.

En efecto, cada gobierno ha implementado una serie de subsidios y programas de ayuda social como plan de acción para la reducción de la pobreza. Con ellos se han visto beneficiado niños con discapacidad, adultos mayores y jóvenes de escasos recursos, sin embargo no se diseña una estructura educativa en que niños y adolescentes accedan a una educación de primer mundo en el que puedan desarrollar sus habilidades para lograr vencer aquellas barreras que impidan que exista un sistema eficaz de distribución de la riqueza.

Si realmente deseamos eliminar la pobreza es necesario que exista empleo, una protección social efectiva, la provisión de bienes y servicios y un adecuado sistema de recaudación de impuesto con las cuales se pueda financiar infraestructuras y servicios esenciales.

Ahora, los invito primero a dar un paseo por el sector rural de nuestro país; posteriormente visitar la bella ciudad de Panamá y con base en lo visto responder la siguiente pregunta: ¿Se elimina o disimula la pobreza en Panamá?

 

El Pueblo Primero

Desde el famoso eslogan de ‘el pueblo al poder' de los del PRD en 1994 que el pueblo vio convertirse en otra mentira política más, nuestro pueblo ha visto pasar otras muchas que simplemente le convencen por un periodo suficiente para votar y luego despierta con la triste realidad de que era otra mentira. Así vio el ‘sí se puede' de Martín, el ‘caminar con las zapatillas del pueblo' que rápidamente se transformó en ‘ahora le toca al pueblo', solo que al pueblo le tocó ver subir de 5 % a 7 % el ITBMS y la subida de la luz, combustible, costo de vida etc.

El nuevo Gobierno entró con ‘el pueblo primero', pero solo ha sido el primero en quedarse sin agua, el primero en no tener transporte adecuado, el primero en ver llegar la violencia a su comunidad. ¿Por qué será que los que llegan al Gobierno parecen olvidarse del pueblo? El funcionario parece más preocupado por resolverle los problemas burocráticos al empresario, al inversionista, que dedicarle tiempo a pensar y diseñar estrategias para resolver los problemas del pueblo.

Hoy, las comunidades metropolitanas, como ya también las del interior, empiezan a mostrar los mismos problemas: seguridad, basura, transporte, agua. En este primer año de Gobierno hay que reconocer que ha sido la seguridad lo que mejor ha atendido, la unidad antisecuestro es un ejemplo para otros países, los linces, la ubicación estratégica de las autopatrullas, todo ha ayudado a la rápida captura de delincuentes y mejorar la seguridad. Pero, en transporte público hay una anarquía preocupante y no parece haber una estrategia capaz de mejorar las condiciones actuales, más bien parece que vamos nuevamente a improvisar. La basura parece ser un monstruo demasiado grande para poder derrotarlo y el problema del agua parece insoluble.

El Gobierno se apoya en una circo mediático en la lucha contra la corrupción que distrae y entretienen, pero subyacen los problemas del pueblo. El ministro de Obras Públicas parece inmune al bombardeo mediático de huecos y problemas en las vías, mientras salud solo habla de las soluciones futuras, pero por ahora ni hay medicinas ni capacidad en los hospitales para cirugías, etc. Es increíble que un problema en un paciente tenga que esperar seis meses para la cita con un especialista que pueda diagnosticarlo y medicarlo.

El país, sin embargo, va con un proyecto de línea 2 del Metro de 2000 millones de dólares, un cuarto puente sobre el canal de poco más de 300 millones, pero no hay todavía propuesta para mejorar el transporte público ni para dotar de agua a todas las comunidades. Lo interesante, sin embargo, es la reacción del pueblo. Cansado de las mentiras de los políticos, cansado de las promesas de los partidos, ha caído en una indiferencia política peligrosa. No se sale del partido en que está, y si se sale no se inscribe en otro ni siquiera en el poder. El panameño ha decidido ser espectador y esperar su momento. Está convencido de que la corrupción toca a todos los partidos y él prefiere no entrar a ese juego, que primero no domina, segundo no está en su naturaleza jugarlo.

Esperará el momento en que, unido, pueda definir un nuevo Gobierno en el 2019, entonces hablará el pueblo, y el pueblo pensará, él sí, en el pueblo primero, y lo hará convencido de que sí se puede, y llegará entonces el pueblo al poder. Será el pueblo el que hará realidad todas las promesas de campañas de 20 años, escogiendo al candidato que podrá ser independiente, o salir de las filas de un partido, pero no contaminado por la política actual.

Panamá está llegando al desgaste final de los partidos políticos. Ya cuando hablas con el pueblo y buscas un posible candidato para el 2019, partido por partido, no sale nadie que llegue al mínimo consenso de por lo menos decir, ese puede ser. Los políticos han llegado al más bajo nivel de aceptación, por corruptos, por incapaces o simplemente por ineptos. Pero el pueblo los conoce, espera simplemente, como esperó en el 2014, para no reelegir a CD cuando muchos creímos que era el partido a batir por las obras. Yo en lo personal no creo que no votaron por ellos por la corrupción, el pueblo no maneja mucho ese tema, sino por la sabiduría popular que sabe que no es bueno reelegir a un partido en el poder.

Hoy estamos todavía a tiempo de salvar la clase política, pero lo veo duro con medios televisivos y escritos dispuestos a descuartizarla.

 

La Justicia Selectiva En Panamá Hoy

Mi percepción ciudadana es que en Panamá la justicia es selectiva en algún sentido.

Factores que influyen:

1. El político. No se entiende cómo personas investigadas, por la comisión de supuestos delitos que no tienen señalada pena mínima de cuatro años de prisión, estén en preventiva. (Pérez y Garuz, por ejemplo, sin embargo, otros no tienen, similar condición; (Grimaldo y Bosco Vallarino, a guisa de ejemplo).

Código Judicial

Artículo 2140.

Cuando se proceda por delito que tenga señalada pena mínima de cuatro años de prisión y esté acreditado el delito y la vinculación del imputado, a través de un medio probatorio que produzca certeza jurídica de ese acto y exista, además, posibilidad de fuga, desatención al proceso, peligro de destrucción de pruebas, o que pueda atentar contra la vida o salud de otra persona o contra sí mismo, se decretará su detención preventiva.

2. El moral. No se entiende cómo por una misma investigación de un hecho a una indagada se le impuso medida cautelar, pero a la otra no. (Caso: Molinar – Morales y las mochilas, por ejemplo).

3. El social. No se entiende cómo los hijos del pueblo, que cometen infracciones, no gozan de las mismas medidas cautelares y de domicilio preventivo transitorio que los acaudalados investigados.

¿Por qué se da esto?, en mi opinión:

1. La politización de la justicia. A veces la justicia selectiva responde solo a casos concretos.

2. La falta de capacidad de los organismos encargados de administrar la justicia.

3. La falta de unificación en los organismos rectores para la imposición de las medidas cautelares.

4. La falta de rendición de cuentas de las autoridades hacía la ciudadanía.

5. Las instituciones penales y penitenciarias no funcionan bien.

6. La falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades, cuando se conoce por los medios de comunicación social que se ha resquebrajado el orden legal. (Se desconoce de la investigación oficiosa del Ministerio Público por algunos actos).

 

¡No Estamos Para Ligerezas!

El señor (Estivenson) Girón no era de los recomendables para dirigir la Caja de Seguro Social. Pero por haberse comprometido a corregir los errores y los fracasos de su predecesor, para que la institución sirva con eficiencia al millón 800 mil pensionados, cotizantes y beneficiarios, que dependen de ella, era razonable darle tiempo para demostrarlo. Sin embargo, dado que su “supercalificado” predecesor fue un auténtico fiasco, para el nuevo director era obligatorio actuar con rapidez y, sobre todo, eficacia.

Sin embargo, transcurridos nueve meses desde que se posesionó del cargo, todavía no hay visos de que puede ser lo que prometió.

Si comenzamos por su comparecencia, hace unos meses, ante el pleno de la Asamblea Nacional, que él mismo solicitó y en la que estaba obligado a presentar con sustentaciones y cifras su diagnóstico de la institución, de sus principales problemas y la situación de sus programas más sensitivos, como el Fondo de Pensiones; con por lo menos algunos avances sobre la manera en que se proponía enfrentarlos, hubo que concluir que fue una presentación desencuadernada e inconsistente.

Al frente de una institución como el Seguro Social no cabe especulaciones ni las imprecisiones; pero ese, precisamente, fue el saldo de la comparecencia del señor Girón, quien, por ejemplo dijo que, según sus cálculos, el programa de Vejez, Invalidez y Muerte quedará desfinanciado en el año 2024. En otras palabras, que después de esa fecha no habrá dinero para pagar las pensiones. En un tema tan delicado, en el que están al día las especulaciones más negativas, hacer ese vaticinio sin presentar cifras actuariales concretas es muestra de irresponsabilidad. Y haber agregado que por ahora no se ha pensado en aumentar cuotas o la edad de las jubilaciones, si lo dijo con la intención de reducir la alarma que provocó su primera afirmación, el efecto fue precisamente el contrario.

En el tiempo transcurrido desde esa comparecencia, en muy poco, más bien en casi nada ha mejorado el sistema de atención, como ha quedado patente en las constantes denuncias sobre las deplorables condiciones de los cuartos de urgencia, a lo que habría que agregar la creciente frustración por la continuada falta de medicamentos esenciales.

Y como si los problemas actuales no fueran suficientes, a esos hay que sumarle dos de proporciones mayúsculas: el empantanado proyecto de la Ciudad Hospitalaria y la difusión de especulaciones, que deben calificarse así, hasta tanto no se hagan públicas las propuestas sobre la proyectada fusión de los servicios que prestan el Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social (CSS).

Por ahora, en cuanto al primero, el pasado jueves, la dirección de la CSS publicó un comunicado, a dos páginas completas, incomprensible y por demás desorientador. Al respecto, juzguen ustedes. En el encabezado de la primera hoja puede leerse: “¿Quién miente? Realidades de la Ciudad Hospitalaria”. Y luego se lista una serie de hechos, entre ellos, y después de dar cuenta de la fecha y firma del contrato original, de que sin que exista constancia de que la hubiera aprobado la junta directiva, se le hizo una adenda, por tanto, bruja “que introdujo modificaciones al precio contractual y adelantó los plazos de pago”. En buen cristiano eso quiere decir que la Dirección General anterior, fuera de la ley y porque le dio la gana, aumentó el precio contratado y, además, y lo que es más grave, autorizó adelantarle pagos al contratista, en violación del contrato que como era de “llave en mano”, solo estaba supuesto a cobrarlos cuando entregara la obra completa y a satisfacción.

Los pagos adelantados, como expliqué en el artículo anterior sobre las contrataciones públicas, publicado en La Prensa el pasado sábado, 23 de mayo, se han justificado mediante la patraña de los famosos “certificado de no objeción o de adelanto de obra”. Si como se deduce de la publicación de la CSS al contratista se le entregaron esos instrumentos, y en este caso sin que existiera una adenda legal al contrato, es claro que se configuró un delito sancionable penalmente.

Corresponde que el señor Girón aclare si se expidieron esos certificados, quién los autorizó y cuántos millones se le han entregado al contratista o a los bancos con los que, seguramente, los negociaron.

Si se revisa con cuidado el comunicado de la CSS, es evidente que la situación del proyecto, aparte de estar saturado de inconsistencias legales, es un enfermo en estado más que crítico. Por tanto, es incomprensible que en el encabezado de la segunda hoja se diga, como si los problemas fueran de poca monta, que “El interés de la CSS es continuar con el proyecto Ciudad Hospitalaria, con los mejores materiales y técnicas de construcción de acuerdo con el contrato original y comprometidos con la ley y la transparencia, garantizando el uso eficaz y eficiente de los fondos de los asegurados y del Estado”.

Ese comunicado de poco sirve, porque poco aclara. Lo que se impone es denunciar penalmente a la anterior dirección y a todos los que con ella amañaron y tergiversaron el contrato; denunciar los incumplimientos del contratista, llamándole por su nombre, que sospechosamente se omite en todo el comunicado; recuperar los fondos que se hubieren pagado ilegalmente; y finalmente, ejecutar las fianzas de las cuales es titular el dueño de la obra, o sea, los asegurados, representados por la Dirección de la Caja de Seguro Social.