Vivir En Tierra De Nadie:

Hemos visto cómo la inseguridad se apodera del país a pasos agigantados, mientras los ciudadanos decentes viven, día a día, el riesgo de ser asaltados, ultrajados, secuestrados, estafados y asesinados. Panamá entero parece tomado por pandillas que luchan por dominar territorios para mercadear estupefacientes, por secuestradores, la mayoría extranjeros, y sicarios que matan de forma atroz, sin temor a la autoridad. Casi todos los días surgen cadenas en las redes sociales que alertan de posibles robos de automóviles o estafas. En la larga lista de crímenes, el feminicidio está a la orden del día, pues se perdió el respeto entre las parejas y los valores familiares andan por el suelo.

Las estadísticas indican que hay un crimen cada 17 horas, y en lo va de 2015 ya van 262. ¿Qué esperan las autoridades, que nos maten a todos? El ministro de Seguridad dice que su labor ha sido muy buena, y se basa en las estadísticas que le entregan. Señor ministro, la delincuencia nos acorrala cada día más, deje esos papeles y ponga mano dura.

Para colmo de males, el pensar de los estudiantes cambió. ¿Cuándo será el día que alguien se amarre los pantalones y le ponga freno a los delincuentes del Instituto Nacional? Es fuerte el epíteto, pero es la realidad. La mayoría no comparte los pensamientos estúpidos de los que alborotan las masas, pero su silencio los hace cómplices. ¿Cómo es posible que utilicen bombas molotov para herir a cualquier persona? Fue triste ver las imágenes de un profesor de ese plantel que fue alcanzado por una de esas bombas y sufrió graves quemaduras. Exigimos justicia y que esos antisociales, mal llamados “estudiantes”, sean detenidos y juzgados por intento de homicidio. Repito, si este gobierno es incapaz de controlar la inseguridad que vivimos, entonces que renuncien todos. Trabajen para y por el pueblo que les dio el voto de confianza, y no nos engañen más con estadísticas falsas. Solo le pido a Dios que bendiga a este país y que no nos toque estar en medio de un incidente violento, pues ahora, al salir de los hogares nuestra suerte queda al azar, como quien tira una moneda al aire.

 

Los comentarios están cerrados.