Vida partidaria más allá de lo electoral: Jorge Rivera Staff
Recién iniciado el debate de las reformas electorales, y teniendo en ciernes un proceso constituyente, es imprescindible incidir en la calidad de los partidos políticos, más allá de lo estrictamente electoral, si en realidad queremos mejorar la democracia y el estado de derecho en Panamá.
No obstante todas las críticas y deficiencias que presentan hoy por hoy, los partidos son los principales actores del sistema político (sin que esto vaya a cambiar en el corto ni mediano plazo), de forma que el acceso y ejercicio del gobierno estará determinado por estas organizaciones.
Aunque durante las elecciones del año pasado, gracias a la voluntad de un pueblo y a la firmeza del Tribunal Electoral, detuvimos el salto al despeñadero al que nos quería llevar el régimen anterior, ahora debemos aprovechar la oportunidad que se nos presenta para procurar que no se repita nunca más que el devenir del Estado dependa de un individuo o partido en específico, sin importar sus intenciones, y que debamos esperar hasta nuevas elecciones para corregir el rumbo.
Considerando que el principal objetivo de un partido político en democracia es acceder al poder por la vía electoral, está claro que esto no es suficiente. Hay toda una serie de funciones que estas organizaciones deberían cumplir, y que no están directamente relacionadas con la actividad electoral, ya sea para cargos internos o de elección popular.
A esto se le denomina carácter permanente de un partido y moldea la vida orgánica e institucional del mismo.
El carácter permanente está conformado, entre otros aspectos, por la capacitación política, ética y de gestión pública de sus miembros, la creación de think tanks para proponer soluciones de largo plazo a los problemas nacionales, la actividad de frentes sectoriales y comisiones temáticas, el desarrollo de trabajo comunitario, municipal y provincial, la interacción constante con actores de la sociedad civil para atender coyunturas políticas, etc.
Entre los principales beneficios de contar con una vida orgánica e institucional, están la erradicación del clientelismo, consolidar la cohesión interna y el trabajo en equipo, ayudar a mejorar la forma y el fondo en la toma de decisiones incluyendo consulta y debate previo. Con esto se fortalece la capacidad técnica de los dirigentes, su compromiso ético y la cultura de rendición de cuentas.
A diferencia de muchas propuestas en Panamá, esta no tiene problemas de dinero. Si el subsidio electoral para los partidos –que en los próximos cinco años será de $41 millones– fuera reformulado para estos fines, en 2019 tendríamos partidos políticos (y un gobierno) de primer mundo. El problema es de visión y voluntad, no de recursos.
Así mismo, es imperante aprovechar el debate tanto en la Comisión de Reformas Electorales, como dentro del proceso constituyente, para que se discuta la necesidad de contar con una ley de partidos políticos con estrictas exigencias y regulaciones más allá de lo meramente electoral.
Es una tarea difícil (sobre todo por la oposición de las actuales dirigencias), pero se puede abordar con medidas muy concretas. El primer paso es visibilizar su importancia y beneficios, para posicionar en los medios de comunicación y en la sociedad, la necesidad que los partidos mejoren su calidad.
Aunque no se perciba a simple vista –con este cambio– la calidad de vida y el progreso de los panameños se garantizaría, al contar con gobiernos formados por partidos de una calidad muy superior a las maquinarias electoreras y clientelistas que tenemos hoy en día.
Si no perdemos nada y podemos ganar mucho, ¿por qué no lo intentamos?