Una Reflexión Sobre Las Redes Sociales

Hay quienes no quieren mirar el pasado, Obama en su participación en la Cumbre de las Américas, palabras más palabras menos, dijo que no debíamos enfocarnos en las cosas de la historia en respuesta a la participación del presidente Correa de Ecuador. Pero mientras más estudio la historia, más me preocupa el presente. Cuando se toma el tiempo de documentar los hechos con cierta puntualidad y precisión en el relato, muchos nos sorprenderemos de todas la veces que nos han engañado los Gobiernos y los encargados de la cosa pública.

Cuando no existen escribanos históricos confiables, los medios deben llenar un espacio documental que pueden servir en el futuro como punto de referencia. Y para grabar las realidades, los mecanismos de comunicación a lo largo de los tiempos debieran ir perfeccionando la manera en que, por ejemplo, se guarda para la historia cuando los vendedores de esperanza prometen de todo a sus receptores. Pero de eso no hay garantías. De la misma forma en que se destruye un documento, se intenta muchas veces borra el legado electrónico.

En el tema de la comunicación de masas, las redes sociales han cobrado considerable vigencia en los últimos años, siendo más notable su incursión e influencia en los países avanzados y en las poblaciones de los países en vías de desarrollo como el nuestro. Observadores y expertos en conducta humana, desarrollo social y comunicación comienzan a notar los efectos —probablemente más negativos que positivos— en la población que las utiliza. Hay una dependencia enfermiza que puede ser causa-efecto en los cambios de comportamiento de varios sectores de la población.

Un artículo publicado en la revista Forbes en el 2012, titulado ‘Is Social Media Sabotaging Real Communication?', señala que los nuevos procesos de comunicación a través de las redes sociales y la tecnología que los soporta, han acortado significativamente las barreras de tiempo, velocidad de respuesta y geografía, pero al mismo tiempo han erigido un nuevo grupo de barreras comunicacionales que ponen en peligro la salud y bienestar de la interacción humana.

La autora del artículo Susan Tardanico, consultora en comunicación y liderazgo, señala que con el uso de las redes sociales y ‘con el 93 por ciento de nuestro contexto comunicacional reestructurado (ella escribe: ‘communication context stripper away'), estamos tratando de tomar decisiones basados en frases, abreviaciones, señas y/o figurillas, que pudieran o no ser fieles representaciones de la realidad que se quiere comunicar'.

El crecimiento en el uso de la red social Facebook, por ejemplo, ha sido de entre 2 y 15 por ciento, dependiendo de la región. En Norteamérica, la fluctuación ha sido irregular y la famosa red ha perdido usuarios. (En diciembre de 2011 tenía un total de 174 586 680 usuarios suscritos y al 31 de marzo del 2012 contaba con 173 284 940 usuarios; una pérdida 1 309 740 usuarios). Estas cifras no han variado mucho a finales del 2014. En la región en donde nace y se popularizan las famosas redes, no todo el mundo quiere estar conectado y los que han estado, parece que comienzan a reevaluar sus propósitos comunicacionales a través de estas tecnologías modernas.

Un grupo de investigadores de MIT (Massachusetts Institute of Technology), Carnegie Mellon University y del Georgia Institute of Technology realizó una investigación publicada en el Harvard Business Review que sugiere que solo el 36 por ciento de los tuits vale la pena ser leído; 39 por ciento de valor promedio y 25 por ciento son una pérdida de tiempo.

Susan Tardanico sugiere que los medios sociales tienen el potencial de hacernos ‘menos sociales'. ‘Para que sea realmente un medio efectivo de comunicación, todas las partes deben asumir la responsabilidad de ser genuinos, precisos y no permitir que se reemplace del todo el contacto humano'.

Las redes sociales y la tecnología comunicacional que las sostiene van invadiendo los centros de trabajo. Algunas empresas han sucumbido a sus encantos para reconstituir sus modelos de comunicación con sus clientes y colaboradores. Una efectiva comunicación es mucho más que palabras enviada por una tecnología de moda. La construcción de sociedades que funcionan por un bien común, requiere de una participación comunicativa más cálida y humana. En el ejercicio de mirar el pasado, las huellas informativas que dejarán estas interacciones electrónicas harán más difícil el trabajo de entender los tiempos que vivimos.

 

 

 

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