Sistema Penitenciario Y Sociedad (I)
Cuando hablamos de criminalidad estamos hablando en sí mismo de lo que es correcto e incorrecto, del bien y del mal. Y cuando, a su vez, consideramos tales cuestiones, estamos tocando el fundamento de toda la filosofía: la ética, la justicia y nuestra supervivencia óptima a lo largo de cada uno de los caminos de la existencia. Con esto en mente, es necesario observar y reflexionar sobre el tema de ética y justicia, como el único medio para garantizar el futuro del conjunto de esta cultura y nuestro país.
Cuando definimos la ética como aquello que se refiere al actuar de un individuo y que es un reflejo de su toma de decisiones, es entonces un asunto personal, que consiste de aquellas acciones que uno realiza hacia sí mismo para la supervivencia óptima de todo lo que nos rodea.
Las cosas que son buenas contemplan la supervivencia del individuo, su familia, los niños, la comunidad, el país, el medio ambiente. Las cosas que son malas afectarían de forma negativa cada uno de esos espacios o áreas del individuo.
Sin embargo, la ética no es un tema para la contemplación, —un asunto de cuestiones abstractas relativas, como diría el psicólogo—, sino el instrumento funcional para la vida real. ¿Cuál es el argumento que favorece la honestidad y la decencia? ¿Por qué el robo nunca al final es provechoso y menos aún lo es el asesinato? ¿Por qué es tan censurable el expolio del medio ambiente, por no mencionar la ruina del planeta?
Porque, cuando uno hace llegar la ecuación ética hasta el último dígito crítico, vemos que nuestra supervivencia óptima como individuos es absolutamente interdependiente de todo lo demás, y solo al considerar constantemente la supervivencia de la mayoría podemos asegurar nuestra propia supervivencia.
Vemos cotidianamente en las noticias conductas no éticas que tomaron políticos en el pasado, conduciéndolos a actos criminales que les afectó su vida personal, familiar y social. Afectando a un país, al robar recursos económicos que nuestro pueblo, principalmente el menos favorecido, requiere para el mejoramiento de sus condiciones de vida.
No podemos dejar de ver la gran labor que se realiza desde la Procuraduría General de la Nación, en la aplicación de la ley, pero se piensa poco en administrar justicia de manera que los individuos puedan mejorar. Este mejoramiento depende exclusivamente del trabajo que debe realizar el Sistema Penitenciario, inherente a sus funciones propias de rehabilitar a los privados y privadas de libertad.
Un sistema penitenciario que no aplica la rehabilitación basado en principios éticos, deja de ser funcional. Cuando dicho sistema es solo para brindar un espacio relativamente decente donde alojarlos y darles de comer, estamos hablando de un sistema barbárico, cuya misión se ve empañada por el castigo y la fomentación de mayor criminalidad.
Hoy nuestro país está viendo un acontecimiento histórico en la aplicación del Código Penal, de la Constitución, principalmente para la aplicación de la ley en funcionarios que se han propasado de sus funciones, ignorando las leyes e irresponsablemente ignorando qué podía realmente beneficiar a nuestro país.
Pero las necesidades que tenemos como panameños van más allá de solo la aplicación de la ley, requerimos como país, un sistema de rehabilitación de privados y privadas de libertad que conduzca a un mejoramiento social como nación, y no solo a la aplicación de la pena, a sabiendas de que esto no traerá ningún cambio ético en su conducta.
La historia indica, en otros países, que, con cárceles más grandes y mejor acondicionadas, hay una correlación directa entre aumento de población penal y sentencias penales en aumento por parte de los jueces.
El país necesita respuestas a temas puntuales como la disminución de la criminalidad, dejando de lado aquello que no ha dado los resultados esperados y aplicar criterios científicos en fortalecer dentro del mismos sistema penitenciario aquello que sí ha tenido un cambio positivo en la población penal, como se ha visto en las privadas de libertad, donde hace algunos años se ejecutaron programas de rehabilitación y encontramos prácticamente cero reincidencia por parte de las participantes en los procesos de rehabilitación.
Basta de seguir acumulando estadísticas, ya el país las conoce, en los últimos años todos los ciudadanos saben que la criminalidad ha ido en aumento. Hoy requerimos de menos papeleo y mayor desempeño en la aplicación de procesos que frenen la reincidencia y disminuyan el crimen.
Sigue mañana…