Pandillas Y Política

Las pandillas criminales han existido desde tiempos inmemoriales y su vinculación a la política es moneda corriente. En Asia, durante siglos, por el terror han cogobernado la Yakuza japonesa y las Tríadas chinas. Hace 2 mil años el mundo “civilizado” era controlado por los emperadores romanos y sus legionarios de la península itálica. Paul Veyne (1930), historiador, expone que para Julio César, Calígula, Nerón, etc., el asesinato, la estafa, la violencia sexual, el robo no eran delitos penales y si la víctima pertenecía al populacho, esclavos o poblaciones conquistadas por Roma, ¡mala suerte!

Salvo matices de credo no hay diferencia entre sir Henry Morgan del siglo XVII y los fundamentalistas del Estado Islámico o los nigerianos de Boko Haram. Hordas sanguinarias, ávidas de poder y riqueza, también mandan en el norte de Europa, en comunidades rusas, ucranianas, lituanas, armenias. Fiel copia de sus maestros Provenzanno, Caponne, Mazzini. Ocasionalmente, las noticias nos tocan de cerca, asustan y asombran personajes de película como el invitado del expresidente Ricardo Martinelli, huésped del Estado panameño hace cuatro años, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi que caminaba junto a Valter Lavitola y su copartidario mafioso, el senador Marcelo Dell’Utri, ambos reos de Roma.

En América Latina el crimen organizado tiene otros antecedentes, surge a mediados del siglo pasado con la industrialización de la cocaína manejada por carteles colombianos encubiertos tras ideologías políticas, que van desde los extremos de derecha hasta la izquierda marxista. La narcoguerrilla organiza pandillas de niños y adolescentes, los envicia y transforma en mulas y sicarios. La cocaína, literalmente, ha empolvado América Latina saltando a Estados Unidos donde carteles colombianos y mexicanos comparten el negocio, desde California hasta New York, con las ocultas mafias herederas de los Maranzano, Bonanno, Lanski, Gotti.

En los países infectados por el crimen organizado, los carteles se protegen colocando topos en cargos clave. En la PTJ, en el año 2005, se destituyó a R. Harris, jefe de Narcóticos; en 2006 ocurrió el asesinato, por encargo, del investigador Franklin Brewster. En 2007, se destituyó al mayor de Veraguas O. Herazo; en 2014 el fiscal de Drogas, Javier Caraballo destituyó a cinco de sus funcionarios, y en marzo pasado el jefe policial Omar Pinzón comunicó arresto a dos capitanes que pasaban información clasificada a narcos. ¿Se puede calcular cuántos topos permanecen encubiertos?

En otra fase del crimen organizado, estamentos políticos corruptos asaltan gobiernos y reclutan mafiosos de cuello blanco para cometer acciones de peculado, tráfico de influencias, blanqueo de capitales y otros “deslices” financieros, como el uso de información privilegiada y espionaje electrónico para extorsionar y amedrentar, amasando enormes fortunas en beneficio de los tiburones blancos, que nadan felices en el mar de la corrupción. Y si quedan al descubierto, si los asuntos de Estado van mal, hinchados de billetes, escapan a las aguas profundas, en tanto las sardinas quedan varadas en el charco agitando las colitas modulando un sonoro gluglú.

 

 

 

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