Las Huellas Históricas De La Corrupción

Tomas C. Mann, diplomático estadounidense del siglo XX, considerado en su tiempo un experto en América Latina, escribió un documento confidencial titulado ‘Memorándum for Memory', fechado el 28 de octubre de 1968, diecisiete días después del golpe de Estado que derrocó al presidente Arnulfo Arias. El documento fue desclasificado en 1999, y en él, Mann hace una descripción puntual y franca de una conversación telefónica que tuvo dos días antes, el 26 de octubre, con el Dr. Arias, alojado en un hotel en la ciudad de Nueva York.

Mann en ese momento no ocupaba posición alguna en el engranaje gubernamental de los Estados Unidos, por lo que el Memorándum resulta una especie de informe a su Gobierno sobre la conversación con el derrocado presidente. Al final de la misma hace observaciones sobre la situación y el escenario político panameño en ese crucial momento de la historia nacional y que definiría los siguientes años de relaciones entre ambos países.

Es interesante la manera fría y sin pasiones en que un diplomático estadounidense da su entender sobre un panorama en particular, tomando en cuenta —primero y únicamente— los intereses de su Gobierno y su país, a conciencia de que existían varias posibilidades del futuro de Panamá en términos de cómo se darían los acometimientos y de no descontar a Arnulfo Arias del escenario.

De los comentarios que hace Mann rescato lo siguiente: ‘Panamá ha sido gobernado siempre por un pequeño grupo de individuos ricos que se han beneficiado tanto política y comercialmente de la continua problemática sobre el Canal'. (‘Panama has long been ruled by a small group of wealthy individuals who have made both political and commercial profit out of continuing turmoil over the Canal.').

Rescato esta referencia, porque creo importante señalar las huellas históricas del juegavivo y de la corrupción, no porque lo dice un estadounidense, sino porque perdemos nuestras propias referencias históricas y creemos que la semilla de lo que vivimos está en el presente o en el pasado inmediato. Unos, para despistar, señalan la época de los militares como inicio, y otros como modelo. No es la primera vez que esta sociedad enfrenta estas disyuntivas sociales. Precisamente un clima parecido al actual, provocó el deterioro en 1968 y la consiguiente toma del poder por los militares.

Lo que vivimos hoy era previsible que no iba a ser fácil desmontar un sistema corrupto, que ha existido por décadas. Toca tener coraje y determinación; valentía y entereza. Y eso no solo involucra al Ejecutivo, sino a todos los que de una u otra manera están en una posición de negarle espacio a los que escogen continuar por las huellas históricas de la corrupción. No solo es que los malandrines tienen por naturaleza utilizar todas las herramientas posibles para mantener sus espacios mal ganados, sino que también las utilizan sin escrúpulos para desprestigiar a cualquiera, desacreditar a los que pueden encausarlos y efectivamente poner en duda la entereza de cualquiera.

A casi un año de haber ganado las elecciones, las cosas se ven difíciles y desde los círculos más íntimos del Gobierno no parecen haber recibido los mensajes del presidente. Los enemigos más dañinos en la causa por el adecentamiento de la Nación, muchas veces, son los que nos rodean, en el escenario actual, los que están llamados a dar el ejemplo; los que forman parte del nuevo Gobierno y todas las instancias que tienen la obligación de respetar y hacer cumplir las leyes.

Basta con revisar los casos de nepotismo. Han tratado de justificarlos de diferentes maneras. Explicar, lo inexplicable. Muchas veces con solo aceptar el error, tomar las medidas de inmediato y guardar un silencio respetuoso puede apaciguar las criticas. Pero no, cada cual ha hecho el intento por darle legalidad sin entender que es más un problema moral, una deficiencia que nace en el seno del círculo íntimo de cada individuo y, particularmente, heredado de generación en generación.

En el proceso de ser retratados por otros, como lo hizo Mann hace 47 años, debe quedar claramente definida la intención moral de combatir hasta el final contra los corruptos de todos los estratos sociales; de construir un mejor país, no en obras de concreto y vidrio, sino de seres humanos capaces de llevarnos por un mejor camino social y de justicia para todos.

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