La Degradación Del Sistema De Salud

El deber de los despachos superiores en el Ministerio de Salud (Minsa) y la Caja de Seguro Social (CSS) es detectar fallas y corregirlas para lograr que los pacientes reciban una atención de calidad. Lo que no ocurre ahora, porque es desigual, deficiente y deshumanizada.

Es imprescindible cambiar y optimizar el sistema institucional de atención para el bien de todos los que vivimos en Panamá. Se trata de una “obligación” del Estado, como lo ordena el artículo VI, Cap. 109 de la Constitución Nacional.

La Comisión de Salud de la Asamblea Nacional promovió un conversatorio entre sus integrantes, otros diputados, el director general de la CSS, representantes del Minsa y médicos expertos en el tema. El diputado presidente de esa Comisión, Crispiano Adames, reconoció que hay una crisis en el sistema, algo que no aceptan los despachos superiores.

El problema principal es la “deshumanización” o actitud no proactiva de cuatro actores principales y responsables de este problema, a saber: los proveedores de servicios médicos, técnicos y administrativos; los usuarios; los proveedores de equipos, instrumental e insumos, y el Gobierno central, que mantiene esquemas obsoletos de hace más de 30 años.

Optimizar la atención requiere un cambio de actitud para que sea universal, integral, completa, con calidad y calidez para todos los residentes en el país. Nunca se ha evaluado la prestación de los servicios de forma independiente, al contrario se hace de manera superficial y por espacios de tiempo muy cortos. Eso sí, con informes abultados, cosméticos y maquillados que dejan entrever solo la punta del iceberg, pero no reflejan la real y desfavorable situación. Con base a estos se toman decisiones improvisadas, pero muy promocionadas en los medios.

Desde hace años observamos un enfrentamiento subliminal entre el Minsa y la CSS, sin que el actual “círculo cero médico” entienda que la época de inacción o de soluciones paliativas ya pasó. Achacar el problema a los gobiernos anteriores no resuelve nada. Los administrativos deben evitar las compras directas de “urgencia notoria” y los proveedores únicos.

La capacidad resolutiva de los hospitales es mínima en todo el país. En estos, el dinamismo y el deseo de servir parecen vocablos de otro mundo. Además, cada día que pasa se agrava la falta de espacio y las aglomeraciones en el complejo médico de la CSS, en el Hospital Santo Tomás, en el Hospital del Niño y en el Instituto Oncológico Nacional. Pero igual que en la capital, la capacidad resolutiva de los hospitales del interior es mínima.

El estado estructural, sobre todo, en materia de atención hospitalaria del Minsa (equipos, instrumental e insumos) es desfavorable, pues la oferta del servicio médico no cubre la demanda actual. En la CSS este aspecto es igual de preocupante, máxime porque son los servicios y departamentos los que deciden su oferta de atención, con base a sus propios reglamentos, sin tomar en cuenta la demanda real. Por eso, en la práctica hay profesionales endiosados que limitan aún más su servicios, agravando la mora médico–quirúrgica.

El círculo cero de los médicos del despacho superior del Minsa convenció al Presidente de la República de que la solución era unificar la CSS y el Minsa, sin conocer el marco conceptual de lo que significa el sistema unificado de salud en un gobierno corporativo.

Antes de ponerlo a funcionar, hay que conocer y corregir las fallas en ambas instituciones; acordar un solo reglamento que garantice disciplina y rendición de cuentas y acordar un presupuesto coherente según la medicina basada en evidencia y tecnología de punta.

Es como armar un rompecabezas, en el que hay que reunir seis condiciones básicas para que sea exitoso y sostenible, estas son: 1. Totalidad para la acción de componentes, estructurados y sincronizados; 2. Un objetivo común que optimice la atención a todos los pacientes; 3. “Equifinalidad” para la excelencia en las actuaciones y reglas modernas que garanticen la atención de calidad y calidez médico-administrativo; 4. Entropía que conserve la identidad de los proveedores y que estos cumplan con su responsabilidad; 5. Retroalimentación para una fluida y sincera comunicación entre el Minsa y la CSS, que nunca se ha visto en los últimos 30 años, y 6. Unidad financiera, coherente y lógica.

“El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Sugiero un debate entre los médicos del círculo cero del Minsa, la CSS, la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional y la sociedad civil, para lograr que el presidente Varela sepa la verdad y tome las medidas que crea convenientes. El cambio del statu quo es obligante, si queremos humanizar el sistema.

 

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