Hay que elevar el nivel del discurso político
Mientras los ciudadanos observamos de cerca las acciones del Ministerio Público, con una sed de una justicia imparcial que nos devuelva la confianza en nuestra democracia, parece que ya algunos actores y aspirantes del ruedo político empiezan una extraña campaña para 2019. Sin querer ser pesimista ni fatalista, da la impresión de que la admiración por el estilo chabacano de la descalificación ha calado en la cultura de algunos panameños. Se empieza a ver la repetición sistemática de mentiras que, con total falta de objetividad, apelan a las emociones de los menos informados.Lamentablemente, son muchos los panameños que se dejan confundir por cadenas de mentiras, sin mucho ánimo de averiguar los detalles de los hechos.Esto parece ser parte de una competencia para ver cuánto embuste puede aguantar el papel, o más bien las redes sociales.Los cerdos se desenvuelven mejor e incluso disfrutan cuando la cancha está enlodada. En medio del lodo, ganan ventaja sobre cualquiera que intente competir con ellos. Jugar en una cancha enlodada le hace más daño a los buenos que a los malos. Y alejar a los buenos –que necesitamos en la vida pública– solo le hace daño al país y nos perjudica a todos. Es de esperar que empiecen a aparecer enemigos ficticios del pueblo. Ahora resulta que los culpables de todos los males son los medios de comunicación social, los industriales, los abogados, los empresarios, Movin, la Cámara de Comercio, los millonarios, La Prensa y, desde luego, nunca faltan los gringos, la Organización de las Naciones Unidas o incluso la OCDE. Ahora, además, aparecen nuevos enemigos públicos, como los inmigrantes y los panameños que reciben algún tipo de subsidio. Que los panameños disfrutemos, de diferentes formas los carnavales, no significa que nos guste vivir en un ambiente político inmerso en la eterna disputa entre calle arriba y calle abajo. El Carnaval solo dura unos días, pero los problemas nacionales seguirán a lo largo de toda la historia. Pareciera que fuese muy difícil argumentar con base en la objetividad; esto es una pena, ya que el análisis basado en la objetividad es lo que demuestra la capacidad de los políticos y los servidores públicos de conocer y resolver los problemas de los que todos somos víctimas. Nunca sabremos qué porcentaje de los panameños realmente está ansioso de escuchar una competencia entre políticos que sustenten ¿cómo harán para que el país sea más rico, más productivo, gane valor y genere más dinero? o ¿cómo lograrán que el dinero sea mejor distribuido, y todos seamos más felices Hay temas que son la raíz de muchos problemas, pero sobre estos tampoco se escucha un debate de altura que busque cómo corregirlos. Me encantaría que los políticos explicaran ¿qué harán para que la justicia se gane nuestra confianza? o ¿cómo sacarían a la política partidista del funcionamiento de las instituciones públicas? Tampoco se realiza un elevado debate político para ver cómo hacer un mejor reordenamiento territorial en todo el país o para escuchar diferentes posiciones respecto al equilibrio entre desarrollo económico y preservación del ambiente. ¿Se imagina usted, estimado (a) lector (a), un elevado debate entre políticos panameños, proponiendo diferentes puntos de vista para mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes? ¿O para defender diferentes puntos de vista en la promoción de la cultura? Y ¿qué tal una discusión entre partidos políticos que propongan diferentes formas viables, coherentes y realistas para rescatar a la Caja de Seguro Social? Espectacular sería un feroz debate, con argumentos, sobre la manera de mejorar los servicios públicos.
Lamentablemente, parece ser que los problemas públicos son demasiado complicados y elevados para la capacidad de la mayoría de las personas públicas ¿Será que sigue siendo difícil estudiar, a profundidad, los problemas del país, para aterrizar en un análisis de propuestas que lleve a mejorar la administración estatal? o ¿Será que hay quienes siguen apostando al populismo como camino fácil para figurar en la política? Todo esto en un momento en que hay un clamor de que se suba el estándar, que se maneje la cosa pública con más rectitud, que la clase política sea cada vez más capaz, trabajadora y dedicada a enfocarse en resolver los problemas. Estamos en un momento que demanda subir el estándar y elevar el nivel de los discursos, lamentablemente, esto no se logra.
Juan Manuel Muñoz