Estacionamientos gratuitos

La Asamblea Nacional aprobó ayer, en tercer debate, un proyecto de ley que regula el cobro por el uso de estacionamientos, tanto particulares como públicos. En cuanto a los privados, nadie se debe meter porque hacerlo convierte al gobierno en uno similar a los de la izquierda socialista, que siempre insiste en regular e intervenir en los negocios privados, afectándolos de forma negativa. Ello ahuyenta la inversión privada que es la clave básica del desarrollo. Si, por ejemplo, un centro comercial, que compró un terreno y que cubrió los costos de la construcción de tales estacionamientos, decide cobrar por su uso, no hay forma posible de que el Estado intervenga sin violar la Constitución. A fin de cuentas, si el cobro por el servicio ahuyenta a sus propios clientes, ese es su problema porque serían sus comercios los afectados, no el nuestro ni de nadie más.

Este tipo de intervención-regulación demagógica, que solo pretende granjearse simpatías (y votos) entre los ciudadanos, abre las puertas para que los gobiernos de turno empiecen a regular todas las actividades comerciales privadas, lo que solo conduce al fracaso de la economía de cualquier país, como lo hemos visto en los gobiernos socialistas.

Hablemos ahora de los estacionamientos públicos: ¿Por qué debería el Estado costear, con los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, la construcción de un estacionamiento para que se beneficie tan solo un ciudadano (que sería el propietario del vehículo que lo utiliza), y que demasiadas veces es el mismo que se apodera, hasta de forma permanente, de ese lugar que se supone es público, en parques y hasta en las calzadas? Eso no es ni más ni menos que una discriminación contra el resto de los ciudadanos y es algo que también prohíbe la Constitución.

El cobro en los parques, por ejemplo, en la cinta costera afectaría un poco a quienes tengan la capacidad económica para comprarse un auto y vayan a ese lugar en sus vehículos, pero en nada a los ciudadanos de a pie, que como no pueden comprarse un automóvil, se transportan en buses y otros vehículos públicos.

Lo que ocurre es que durante muchos años los gobiernos demagogos han propiciado ese tipo de actitudes paternalistas, y le enseñan al ciudadano que el Estado debe proveerles todo gratis, inclusive a costa del perjuicio de los demás. Por eso, queremos que nos lo regalen todo (en ello me incluyo, porque es muy sabroso tener algunos recursos, pero sin gastarlos en nada).

El principal problema que afecta a nuestro país, en todos los sentidos, es la irresponsabilidad ciudadana que, como dije, ha sido fomentada por los gobiernos de tendencia izquierdista, principalmente. Por ello, vemos de forma recurrente “la protesta del día”, que nos perjudica de forma en general solo porque un grupejo cierra las calles en reclamo de algún beneficio para sí. Es hora de que, como pueblo, empecemos a ser más responsables y de que procuremos elegir a gobernantes que, al ejercer la autoridad que los propios ciudadanos les concedemos, nos cumplan.

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