Declaraciones tenebrosas

Con una voz entrecortada y con un rostro ensombrecido he observado detenidamente cómo el empresario de origen libanés Jean Figali contó las penurias de las cuales fue víctima por los personeros del antiguo Gobierno encabezado por el exmandatario Ricardo Martinelli.

Un pueblo que aún no digiere la experiencia vivida por el reconocido empresario a quien se le violaron todos sus derechos desde su libertad personal, un plan orquestado de desprestigio, la expropiación de sus bienes hasta su libertad personal, afectando colateralmente a su familia en particular a su hijo de tan solo tres años de edad.

Hoy, luego de repasar esta nefasta experiencia nos toca como panameños hacer un alto meditando exhaustivamente la elección de nuestros gobernantes y el aparato de personas que administran la cosa pública.

El Estado como tal no merece una demanda más por vejámenes cometidos por personeros irresponsables que, luego de acariciar las mieles del poder, se encuentran solapadamente en la clandestinidad tratando de encontrar subterfugios en países amigos.

Pero luego de ver la negativa de quien tanto daño le hizo al país de solicitar asilo, observamos con buena prisma lo distante que puede estar el hecho de una posible huida de la justicia ordinaria a la que debe someterse toda persona que atente contra la seguridad jurídica y perseguidores de inversores que apuestan a la creación de empleos para lograr el desarrollo social y económico de nuestra población laboriosa.

Como profesa un viejo adagio que el poder emana del pueblo, esperamos que, con los recursos legales presentados por el señor Figali, los tribunales de justicia se hagan eco ante tan infame acción que en nada garantiza la próspera imagen de nuestro país como marca y como destino de personas que aún creen y ven a Panamá como un lugar seguro para invertir, dado el galopante desarrollo de la economía en la región.

Se debe apelar a que el Gobierno de turno, por medio de sus entes como la Autoridad Marítima, la antigua Autoridad de la Región Interoceánica y los tribunales de justicia que están viéndose a prueba, revise el caso en mención y no piense en indemnizar a Figali, ya que al parecer lo único que busca el empresario es recuperar sus bienes de los que fue despojado y así volver a ver que justamente el centro de polo de desarrollo de Amador se vea afectado por más empleo y se vuelva a posicionar como el centro de interés turístico y comercial que todos queremos.

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