El Eterno Problema Del Servicio Al Cliente

No hay extranjero –de los miles que por razones a veces incomprensibles para nosotros han decidido radicarse en Panamá– que no manifieste su enorme sorpresa ante la mala calidad del servicio al cliente que se brinda en este país. No se puede explicar cómo tenemos una economía boyante o ni siquiera creciente cuando tratamos al cliente a las patadas.

Podría ser un tema para la Cámara de Comercio, las enormes pérdidas que la mala atención al público le produce a la economía nacional y cómo combatirla. ¿Cuántas veces no dejas de comprar algo porque la persona que te atiende no te da ni los buenos días? Me atrevo a decir que pasa a diario. Una campaña de concienciación sería un gran servicio a la comunidad y al comercio.

No sé en realidad cuánta responsabilidad tenga el Código de Trabajo, aunque tiendo a pensar que casi toda. El empleado sabe muy bien que es prácticamente imposible y resulta astronómicamente caro despedirlo, lo que le garantiza una plaza de trabajo, por pobre que sea su rendimiento. Igualmente, sabemos que el Código de Trabajo no va a cambiar. No existe mandatario capaz de cometer ese haraquiri político. De ahí que sea urgente buscar otras alternativas de cambio.

El tema es complejo y afecta desde el turismo hasta la calidad de vida de todos los residentes, panameños y extranjeros. Tratar de devolver un artículo defectuoso, de buena fe, con factura en mano, es someterse a la sorna del “colaborador” (que de colaborador no tiene nada) y tener que aguantar todo tipo de muecas y miradas. Aquello del cliente siempre tiene la razón resulta un oxímoron de los buenos: razón y cliente en una misma frase.

Es un alivio cuando uno va a un restaurante y es atendido por un amable colombiano o un simpático nica. Más vale que los xenofóbicos de la Asamblea Nacional se den cuenta de eso. Claro que no podemos dejar que el obrero panameño sea desplazado por el extranjero, pero la solución, más que frenar la inmigración, es capacitar mejor a nuestra fuerza laboral. Identificar al cliente como pieza clave del engranaje comercial debe ser la meta.

Los cuentos sobran: que si el encargado está en coffee break, que si las tenderas no te atienden por estar hablando de sus dolencias físicas o sentimentales, que si te atienden de mala gana porque están de pelea con el novio, todo mientras el cliente espera y disimula su rabia. Quizás podamos cuantificar el costo económico del pésimo servicio al cliente –que debe ser enorme– pero, más grave aún, es su efecto pernicioso sobre nuestro estado de ánimo y sobre la vida en Panamá.

“Está agotado”, es la frase favorita de las dependientas. Sin más explicación y sin ofrecer productos alternos o posibles fechas de remesa o al menos una disculpa, el producto está agotado y punto. La empatía con la empresa para la que trabajas y que te da de comer, no existe. No existe la primera persona del plural como tema de lealtad laboral. Al revés de Estados Unidos donde el empleado es automáticamente uno con la empresa: We.

Muchas veces he pensado que puede ser el calor. Después de las temperaturas saharianas que tuvimos semanas atrás, pude conmiserar con mis compatriotas y quise achacárselo a la madre naturaleza. Entonces recordé que, en la ciudad, donde el problema es mayor, casi todos los dependientes trabajan en aire acondicionado, con frígidas temperaturas capaces de sacar de su letargo a cualquier ser viviente.

Si tuviéramos que poner en la balanza los problemas que alejan el comercio en Panamá del primer mundo, este estaría de número uno. Aquí hay abundancia de productos, tiendas espectaculares, variedad de mercancía, todo para hacer al consumidor feliz y, sin embargo, comprar algo puede convertirse en una experiencia bastante frustrante. Es un consumismo doloroso.

Hasta para la adquisición de un carro –algo que puede representar muchos miles de dólares para el vendedor y la empresa– dejas tu número de teléfono y le ruegas al vendedor que te llame con la cotización. Las posibilidades de que eso ocurra son tan remotas como el exilio de Martinelli. Tienes que llamar tú mil veces y, como muestres enojo, te quedas sin carro.

Por supuesto que la culpa la tienen, también, los empresarios. Aquellos que han invertido en crear una buena cultura de trabajo cosechan los beneficios de una clientela fiel, casi fanática. Ejemplos hay muchos, pero el más relevante, quizás por su tamaño, es el de Copa y su excelente servicio a bordo. No hay que aceptar la mala atención al público como parte de la idiosincrasia del panameño. Es algo que con una buena campaña educativa sería muy fácil de cambiar.

 

Una Mirada Al CRU De Colón

El 11 de junio de 2015, el CRU de Colón cumplió 34 años. Antes había funcionado como extensión universitaria. A fines de la década del 50 del siglo pasado se hicieron presentes en Colón cursos universitarios, cuando el 2 de agosto de 1957 el decano R. Moscote propuso un proyecto para darle cursos sabatinos a 75 estudiantes, cuya matrícula sería de B/.15.00 para los nuevos y B/.20.00 para los estudiantes viejos, con solo tres cursos para los primeros y 4 para los segundos. En septiembre de 1961 se promulgó la Ley No. 60, legalizando estos cursos.

La Extensión Universitaria de Colón transitó por escuela y colegios secundarios hasta que el 1 de octubre de 1979, con motivo de los Tratados Torrijos-Carter y la reversión de bienes, ocupó los edificios de la antigua escuela secundaria de Rainbow City (Arco Iris) y 14.9 ha, lo cual vino a constituir su patrimonio. A principios de 1970 se crean los Centros Regionales Universitarios bajo el sólido argumento de que los cursos impartidos en ellos de conformidad con lo establecido en el artículo 97 de la Constitución Nacional de 1972 debían tener la misma calidad y contenido académico de los impartidos en la Universidad de Panamá.

La Ley 11 de 8 de junio de 1981 le da un extraordinario impulso a los Centros Regionales Universitarios y en Colón empieza una jornada de fortalecimiento que ha permitido consolidar esta unidad académica. Con 12 facultades, 33 carreras y programas de Anexos en Nombre de Dios, Río Indio y Portobelo, con una planta de 300 docentes, un centenar de administrativos y con una importante oferta anual de profesionales a la comunidad, el CRU de Colón tiene una eficiente presencia en la sociedad colonense.

Pero importa mucho reflexionar sobre su realidad, principalmente en lo que a su patrimonio respecta. En sus terrenos están enclavado el estadio Armando Dely Valdés y el Club Activo 20-30, ambos a través de convenios que deben señalar derechos a la Universidad. Los universitarios colonenses desconocemos sobre los beneficios que debe percibir el CRU de Colón y no hay evidencias serias que den fe de un devolver positivo a la institución. El asunto crea suspicacia por la presencia de la Policía de Menores en los mismos terrenos cedidos al Club 20-30 en un acto que no se sabe si es dado en cesión o arriendo y si para ello tenía facultad el mencionado Club. Frente a esto, la máxima autoridad del CRU de Colón, dice que el asunto está en Asesoría Legal, para un acuerdo tripartita: Universidad-Club 2030-Policía.

Y en esa misma línea, el propio patrimonio del CRU de Colón fue ocupado en parte de su estacionamiento por una poderosa empresa que adelantaba trabajos en la construcción de la carretera de entrada a la ciudad de Colón y de la misma manera otra empresa de telefonía ocupó espacio durante el Verano 2015 sin que se tenga claro sobre los beneficios para la institución. Y ya antes, se estableció un circo en los predios de la institución, sin que tampoco se conozcan los beneficios derivados de su presencia en el CRU de Colón.

A los 34 años de existencia como Centro Universitario, echemos una mirada al CRU de Colón y emprendamos una jornada en defensa de su patrimonio.

 

‘Bullying’, Propio De Nuestra Cultura:

Por lo visto, el bullying es considerado como un elemento de nuestra cultura. Expresiones como “siempre fue así” o “eso es pasajero” son frecuentes y tratan de explicar esa conducta acosadora, sumémosle lo frecuente que es la imposición de la “dedocracia” sobre la “democracia” en la toma de decisiones de grupos sociales.

En Panamá, país multirracial, multicultural y multirreligioso, es costumbre complementar actividades no religiosas con una misa. He sugerido la celebración de un acto ecuménico o interreligioso, considerando que no todos los miembros eran católicos, y actividades que fuesen incluyentes, no excluyentes. Siempre obtuve la misma respuesta: “la religión católica es la de la mayoría”, sin que hubiese mediado algún tipo de encuesta que determinase la tendencia religiosa de sus miembros. Me han señalado que el motivo de mi cuestionamiento es mi no adherencia a religión alguna, e incluso, que la misa no es lo más importante.

No es raro que las decisiones sean adoptadas por imposiciones de una persona sobre un grupo o de una mayoría sin tomar en consideración la opinión de la minoría (no en democracia). Es esta falta de democracia la que brinda suelo fértil para el desarrollo y crecimiento del hostigamiento. Por algo este tipo de conducta sirvió de inspiración a la escritora Rose Marie Tapia en su obra Un grito desde el silencio y a las labores de la fundación Relaciones Sanas.

Las redes sociales están saturadas de un tipo de bullying cibernético religioso. Por medio del WhatsApp y otras herramientas algunos quieren imponerse sobre todos, mediante un constante bombardeo e invasión de la privacidad, con mensajes religiosos. Por lo visto, existe la creencia de que el derecho que se tiene de practicar una religión va más allá de lo personal y, por ello, sienten la necesidad de invadir el espacio real o virtual de otros.

En la experiencia vivida –que inspiró este artículo– he observado el desconocimiento de conceptos como “ecuménico” o “diálogo interreligioso” y en mi intención de establecer un debate me han preguntado ¿cómo se combate el acoso u hostigamiento? Es difícil de combatir o exterminar, pero para hacerlo se debe iniciar con una educación de los niños en democracia, tal como lo señala Guillermo Carvajal en su obra Cómo formar un demócrata sin corromperlo. Hay que recordar que gracias a los demócratas, quienes practican una religión pueden hacerlo sin los temores y peligros de otras épocas. La educación en democracia es la mejor prevención contra el bullying.

Recientemente (6 de junio de 2015), La Prensa publicó que “América Latina es la región con niveles más altos de bullying escolar”. La falta de un desarrollo y educación en democracia, más el aprender de forma precoz esta conducta anormal, más la intolerancia propia de las religiones monoteístas, podrían ayudarnos a entender las razones por las que al ser adultos vemos y aceptamos el acoso y sus consecuencias, como normales, como parte de nuestra cultura.

 

Propuesta. Periodo Presidencial: Cuatro Años

En el Gobierno que acaba de pasar se cometieron, en cinco años, las más grandes tropelías, desfalcos, saqueos descarados de las arcas estatales y la dilapidación de bienes y recursos del Estado. Nunca en la historia de nuestra vida republicana se habían cometido tantos abusos como los que se han venido desvelando y denunciando ante las autoridades y la opinión pública.

En palabras de la escritora B. Calvit ‘Una mirada retrospectiva al Gobierno pasado debería servir para que deseemos frenar el galope de la corrupción por la que se paga un alto costo social que a todos afecta y sacrifica a los que más necesitan. No hubo programa libre de rapiña y codicias… $150 millones destinados a atender los graves daños causados por inundaciones en Portobelo ‘cogieron camino' sin que saliera a la luz pública semejante inmoralidad'.

Es por eso que el término del período presidencial es un tema que debemos abordar, especialmente en países jóvenes y con Gobierno de corte presidencialista como el nuestro. Esta idea no es nueva, por ejemplo en Chile están proponiendo la modificación del artículo 25 para reducir el periodo presidencial de seis (6) a cuatro (4) años sin reelección.

Completamente de acuerdo con el Dr. C. Guevara Man, cuando afirma ‘James Madison, cuarto presidente de Estados Unidos, explica: La elección de los gobernantes constituye el sistema característico del Gobierno republicano. Los medios en que esta clase de Gobierno confía para evitar la degeneración de aquellos [los gobernantes] son numerosos y variados. El más eficaz consiste en limitar los periodos para los cuales se les designa, en tal forma que sean debidamente responsables ante el pueblo'.

El sistema republicano permite, a través de su fórmula electoral, ‘conseguir como gobernantes a los hombres que posean mayor sabiduría para discernir y más virtud para procurar el bien público'. Evidentemente, las probabilidades de que el sistema republicano produzca buenos Gobiernos dependen de ciertos factores, principalmente —según Madison— la fórmula electoral y un mandato razonablemente corto: ni tan breve que menoscabe la estabilidad y ‘energía' del Gobierno ni tan largo que propenda al abuso de poder y la tiranía.

Actualmente tenemos un sistema presidencialista con una concentración de poder y mando, de tal suerte que frente a una crisis o emergencia social no existen los mecanismos propios para hacer los cambios que se requieran, sino que se debe esperar el término del mandato del presidente en ejercicio.

La Constitución de 1946 establecía un periodo presidencial de cuatro años. (art. 138 ). El Dr. C. Quintero, constitucionalista por excelencia, ha dicho: ‘Esta carta perfeccionó, depuró y amplió las instituciones creadas por su antecesor. Ha sido, sin duda, la más ponderada y democrática que ha tenido Panamá en su llamada era republicana'.

Los últimos periodos presidenciales de cuatros años fueron cumplidos así: E. de la Guardia Jr., (1956-1960) R. F. Chiari (1960 – 1964), Marco. A Robles (1964 – de 1968).

Luego en 1968, los militares irrumpen en la vida política adoptando medidas extremas como la abolición de los partidos políticos, interrumpiéndose así el orden constitucional, lo que algunos llamaron veranillo democrático.

Bajo el Gobierno militar se dicta y aprueba la Constitución de 1972 y con el posterior acto reformatorio de 1983 se volvió al periodo de cinco (5) años, al disponerse ‘El presidente será elegido por sufragio popular directo y por la mayoría de votos por un periodo de cinco años…', (artículo 177).

En los últimos años han ejercido sucesivamente el periodo de cinco años: E. Pérez Balladares, (1994- 1999), M. Moscoso (1999- 2004), M. Torrijos (2004-2009) y R. Martinelli (2009-2014).

Por qué un período más corto: Panamá es una nación relativamente joven, con aspiraciones de toda índole, la opinión ciudadana es susceptible de sufrir cambios frecuentes, además de que contamos con una población baja apta para elegir.

Se considera que es difícil mantener la adhesión ciudadana por un período superior a cuatro años y así lo demuestra nuestra historia política; el poder se desgasta y los últimos años del gobernante no son fructíferos, sino de mera administración.

Es importante la búsqueda de mecanismos constitucionales que aseguren con eficacia la existencia de una real ‘democracia gobernante', como decía Burdeau.

 

Tres Superfuncionarios:

Realmente debí decir exfuncionarios, pues me refiero a Alberto Vallarino y Frank De Lima, como exministros de Economía y Finanzas, y a Ricardo Martinelli, expresidente, a quienes, al margen del resultado final de los cargos pendientes sobre ellos –de los que no sugiero que se les exima si resultaren culpables–, percibo que se les condena antes de ser juzgados.

La realidad es que ellos tres elevaron la economía de Panamá a órbitas celestiales, pese a que transcurría la crisis económica mundial más grande de la historia, que ya cumple siete años y de la que algunos pocos países apenas comienzan a salir. Nuestro querido Panamá, muy por el contrario, obtuvo un espectacular crecimiento del PIB, aún más destacado que el logrado por gobiernos anteriores en períodos de auge económico mundial. ¿Y esto se logró solo así porque sí? Si así fuera, ¿por qué no ilustramos a los demás países del mundo sobre tal fórmula mágica de cómo incrementar la economía en medio de una gran crisis mundial, sin tomar medidas muy inteligentes y sin trabajar con extraordinaria dedicación para lograrlo? Creo que pocos panameños tienen real conocimiento de lo que implica una crisis económica de la magnitud que aún vive el resto del mundo, pero sí estarán conscientes de que, a pesar de aquella, han tenido acceso a abundantes y buenos trabajos remunerados, y de que su calidad de vida mejoró notablemente.

Sé que a muchos no les gustará este planteamiento, pero soy un ciudadano agradecido por los resultados de todo lo que ellos lograron, y porque nunca antes la clase media panameña había crecido tanto. Se mejoró la calidad de vida, al incrementarse los ingresos. No existe duda alguna de la enorme labor de los tres funcionarios citados. Es fácil, y hasta conveniente, reconocer méritos a quienes están en el poder, no a los que caen en desgracia, por eso, es casi seguro que este escrito me granjeará malas voluntades que hoy no tengo. Sin embargo, he visto que algunos defienden hasta a los dictadores Omar Torrijos y Manuel A. Noriega, de quienes yo no podría hacer ningún balance positivo. Nadie, repito, nadie en el mundo resiste que al juzgársele se destaquen solo sus acciones negativas, y se omitan aquellas buenas. Por eso surgió aquel pasaje bíblico: “El que esté libre de pecados, que lance la primera piedra”. Los juicios, si son justos, deben considerar tanto lo bien como lo mal actuado y su resultado o su balance es el que debe tomarse en cuenta.

Yo no sé cómo se podrá ignorar tan impactante crecimiento y desarrollo económico que ellos lograron para todos nosotros, aun en condiciones tan desfavorables. A los suspicaces, les señalo que solo tengo algún grado de amistad con Vallarino, pues aunque conozco a Martinelli, pocas veces he conversado con él y solo nos damos los saludos de rigor, y a De Lima no recuerdo haberlo visto en persona. O sea que no intento alabar a ningún amigo cercano.

Imposible sería tratar siquiera de detallar su inmensa labor en cuanto a nuestro desarrollo económico, en este tan reducido espacio, pero a los tres les reitero mi agradecimiento por los beneficios que los panameños derivamos de su eficiencia administrativa.

 

El Campamento En Las Manos De Dios

En un recóndito paraje en el corregimiento de El Coco en La Chorrera encontramos este especial lugar, creado con ‘las uñas', donde se brinda ayuda a sesenta indigentes que han perdido el rumbo de su vida a consecuencia del alcoholismo o la drogadicción. ¿Cómo llegan allí? Es el misterio que desentrañamos cuando conocimos el lugar por donde han pasado más de 800 ‘pacientes'.

En ocasiones queremos ayudar, pero no encontramos cómo hacer efectiva esa ayuda. No se aparecen proyectos concretos donde podamos centralizar lo poco o mucho que dispongamos para ayudar a nuestro necesitado prójimo. Este es uno de esos lugares específicos que merecen nuestra atención, en una sociedad que cada día se sume cada vez más en el flagelo del exceso de alcohol y el desenfreno de las drogas, sobre todo las más dañinas que consumen los que menos tienen.

Severiano Aguirre es un cristiano converso, de esos que encuentran a Cristo cuando están al borde de la muerte, ven la Luz y deciden entregarse enteramente a Él. Viene de una familia de nueve hermanos dedicada a la música y al folklore, donde de seguro abundaba la fiesta y el licor. Se confiesa alcohólico en recuperación y que encuentra su conversión cuando, a consecuencia de una borrachera, casi muere en accidente de tránsito, lo que recuerda a diario al ver en el espejo la cicatriz que le quedó en su rostro. Al preguntarle sobre sus estudios teológicos, me confirma que es autodidacta, pero con muchos conocimientos de la Biblia, por pertenecer a las Asambleas de Dios. Todos le llaman respetuosamente pastor, dignidad que se ha ganado por lo que uno ve en la gente que él atiende.

Me cuenta mi colega y amigo Raúl Ossa, chorrerano de pura cepa, que su paisano Severiano se mete en las cantinas de la comunidad en busca de sus futuros pacientes. Los lleva a su campamento, en el camino a El Coco en La Chorrera, en un caserío de nombre Potrero Blanco, donde todavía no hay asfalto y que tiene más de tres hectáreas, bordeando el río Caimito. El terreno fue donado por un creyente en la obra de Severiano. Lleno de vegetación, consta de un gran pabellón donde duermen los internos y un gran rancho donde realizan sus comidas, donde poco a poco han ido satisfaciendo sus necesidades básicas. Siembran mucho de lo que comen. En el lugar se respira paz; la espiritualidad se siente en el ambiente. Severiano, además de este campamento, dirige un templo cristiano cerca de allí.

Cuentan con una pequeña planta para hacer bloques y, con los trabajos que sus internos realizan como pintura, albañilería, electricidad y plomería, se ganan el sustento que les permite mantener tan loable proyecto. Se movilizan en dos pequeños ‘pickups' para cumplir con los trabajos. Pude comprobar que el ambiente que se vive allí es como de una gran familia.

Además de mejorar la calidad de vida de las personas víctimas del consumo de alcohol o drogas para lograr su resocialización, se les brinda atención integral, tratamiento, capacitación en diversas actividades que sirvan de refuerzo laboral y se les forma en una vida espiritual que fortalece su fe.

¿Cómo ayudarlos? Muy fácil. La Asociación Manos de Dios, que dirige el campamento, tiene Personería Jurídica, registrada en la Ficha C-32142, Documento REDI 1756451 del Registro Público. Al no perseguir fines lucrativos, lo que se les done es deducible de impuestos. Para conocer el proyecto lo mejor es coordinar una cita con el pastor Severiano Aguirre, al cual se le consigue en el 6642-8837 o le escriben a fmdedios@hotmail.com. Al arribar allí, llegarán a la misma conclusión que yo: Todo lo que se puede hacer con las uñas, pero con la ayuda de Dios.

Me enteré de que el campamento en las Manos de Dios será uno de los postulados a los Héroes por Panamá 2015, que desarrolla, en TVN-Canal 2, la periodista Sabrina Bacal. Por eso es tan importante apoyarlos.

 

¿Libertad o prosperidad?, el falso dilema

Nos dicen que hay que sacrificar la libertad para alcanzar la prosperidad. Mentira. Ese es un falso dilema generalmente planteado por los autoritarios. La prosperidad es muy conveniente para nuestro bienestar material, pero la libertad es absolutamente necesaria para nuestro bienestar emocional. No hay que elegir.

La libertad tiene que ver con el dolor de vivir enmascarado. Bruce Jenner –por ejemplo– fue un gran deportista y se convirtió en señora. Ahora es feliz. Al menos, más feliz que antes. Se despojó de la máscara. En Irán la hubieran ahorcado del extremo de una grúa para que el crimen sirviera de escarmiento, sin tener en cuenta que su único delito era buscar la coherencia interna. Otro caso: el funcionario equis, para que no le hicieran daño, aplaudía consignas y personajes en los que no creía. Le parecían ridículos, pero tenía que sobrevivir. Hasta el día en que controló su vejiga, venció sus miedos, se atrevió a decir que no, y se transformó en un disidente. Fue muy duro, porque la dictadura era severa, pero por primera vez en su vida se sintió en paz consigo mismo.

Hay mil ejemplos posibles. La libertad es eso: poder tomar decisiones congruentes con nuestras creencias y valores. Elegir las ideas que nos parecen correctas, seleccionar sin imposiciones externas nuestros amigos, libros, afectos, proyectos de vida, carreras, preferencias sexuales, creer en ciertos dioses o en ningún dios. También, claro, poder escoger a nuestros gobernantes y oponernos vehementemente a los que nos resultan nefastos. No es una cuestión baladí. Simular y mentir duele. Contrario a lo que sostiene mucha gente, haber evolucionado hacia la racionalidad nos ha convertido en criaturas fisiológicamente sujetas a vivir conformes a nuestra verdad interior. ¿Ha advertido el lector todo lo que nos sucede cuando mentimos? Sudamos, nos cambia el tono de voz, se acelera el corazón, se enrojece nuestro rostro, el organismo, en suma, se revela.

El autoritarismo familiar, social, religioso o político, que nos obliga a comportarnos de maneras ajenas a lo que nos dicta nuestro verdadero yo y nuestras particulares necesidades emocionales, genera en los seres humanos un doloroso malestar que suele traducirse en comportamientos neuróticos. La disonancia entre lo que se cree, se dice y se hace, acaba por somatizarse como una terrible forma de angustia. La libertad, en cambio, nos dota de una saludable paz interior.

¿Y la prosperidad? La prosperidad también requiere de la libertad individual. Es, fundamentalmente, el producto de las personas emprendedoras, a veces dotadas del genio innovador, a veces no, pero siempre perseverantes y dispuestas a posponer el disfrute de sus esfuerzos para ahorrar, continuar invirtiendo y crecer ininterrumpidamente. El camino más rápido para empobrecer a una sociedad es cerrarles la puerta a los emprendedores, obstaculizar sus esfuerzos, perseguirlos o acusarlos de egoístas e insolidarios.

En los Estados en los que la iniciativa económica está en las manos de un grupo de burócratas y comisarios, o a veces, como sucede en Cuba, en las de un narcisista tontiloco y palabrero, siempre a la búsqueda de un atajo definitivo a la gloria, lo que se produce es el aplastamiento de la sociedad.

¿Y China? ¿No es China un caso elocuente de una dictadura sin libertades que va solucionando el inmenso problema de la pobreza? Esa es una conclusión absurda. Es verdad que al permitir el esfuerzo individual y la existencia de propiedad privada los chinos han dado un salto prodigioso, pero mejor les hubiera ido en un clima de libertad total, como el alcanzado por Taiwan o Corea del Sur.

Los 20 países más prósperos del mundo son, además, los más libres, con algunas excepciones, como Singapur, donde pudieron haber sido libres y prósperos simultáneamente, pero, desgraciadamente, Lee Kuan Yew padecía de un lamentable carácter autoritario que lo transmitió a su gestión gubernamental.

No hay duda de que es más difícil gobernar en libertad, buscando consensos, cediendo y negociando dentro de las instituciones y la ley, y probablemente es cierto que el ritmo del desarrollo es más lento, pero el resultado final es infinitamente superior y más duradero. Estados Unidos nunca ha crecido espectacularmente. Pero lleva 239 años de crecimiento casi constante, con escasos periodos de contramarcha. Benjamin Franklin advirtió que “quien sacrifica la libertad para alcanzar la seguridad acaba por no tener ni una ni otra”. A quien la sacrifica pensando en la prosperidad le sucederá lo mismo.

Una práctica deleznable

Siendo Panamá un país de servicios, ha desarrollado un sólido centro bancario desde la década de 1970, sacándole provecho a su estratégica posición geográfica.

Para que esa corporación de bancos nacionales e internacionales pueda funcionar de forma eficiente, el Gobierno debe garantizar la seguridad jurídica a través de leyes de estricto cumplimiento para todos.

Sin embargo, producto de la envidia internacional, este centro es sometido con regularidad a todo tipo de ataques y hasta se le etiqueta como un “paraíso fiscal”. En consecuencia, el país figura en listas negras o grises, algo que debe preocupar a las autoridades, celosas y dedicadas al sano funcionamiento de este conglomerado de entidades bancarias. Parte de sus funciones debe ser la de supervisar de manera estricta que todos los entes involucrados –llámense bancos, cooperativas o financieras– cumplan con la ley. Y para que esto sea así, las autoridades judiciales deben sancionar a todo aquel que delinca intencionalmente.

Recién se ha descubierto una modalidad de delitos cometidos por bancos, cooperativas y financieras, que consiste en hacer pequeños abonos a las cuentas de los clientes, con el fin de que no prescriba la deuda, de los siete años que otorga la Ley 24 del 22 de mayo de 2002, modificada por la Ley 14 del 18 de mayo de 2006.

Ese actuar doloso de ciertos entes financieros tiene la intención de mantener a sus clientes en la lista de “morosos” de la Asociación Panameña de Créditos (APC), sorprendiendo al cliente en su buena fe, violentando el principio de autonomía de la voluntad y el honor de las personas.

Afirmo esto, porque la mayoría de los casos no es de clientes que se nieguen a pagar porque sí, sino de trabajadores que han perdido sus empleos debido a diversas razones, entre las que se destacan motivos de salud y persecuciones políticas, pues cada cinco años al cambiar el Gobierno son miles los trabajadores despedidos.

Me imagino que el legislador está basado en las sagradas escrituras para aprobar la Ley 24 de 2002, reformada por la Ley 14 de 2006, que da término de tiempo a quien, por diversos motivos válidos, no pueda pagar una deuda. Deuteronomio, capítulo 15, versículo de 1, reza: “ Cada siete años ustedes perdonarán las deudas”.

De forma que los seudocomerciantes bancarios a los que me refiero, no solo violan las leyes del Estado panameño, sino que también violan la ley divina. Me atrevo a decir –a raíz de los recientes escándalos de corrupción descubiertos– que muchos representantes de los entes financieros no tienen moral para enviar los nombres de los clientes a la APC, cuando ellos han actuado de forma dolosa.

Usted no puede pedir el cumplimiento de la ley, violando la misma ley. Y presumo que más de uno ha hecho sus triquiñuelas para burlar el pago de impuestos al Gobierno nacional. Han lavado y blanqueado capitales al margen de las normas establecidas, al tiempo que vapulean a sus clientes con publicidad engañosa.

Desde esta tribuna, le aconsejo a todo ciudadano o ciudadana que tenga transacciones con bancos, financieras, cooperativas, mueblerías, etc., que revise su estado de cuentas en la APC, y si observa anomalías, como las mencionadas en este escrito, entonces ponga las denuncias respectivas ante las autoridades competentes.

También hago un llamado a los funcionarios de la Superintendencia de Bancos, del Instituto Panameño Autónomo Cooperativo y a los de la Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia para que cumplan con las obligaciones que les impone la ley, y den seguimiento a los abusos que cometen los entes financieros en el perjuicio del ciudadano. Pues, así como se invoca el amparo de la seguridad jurídica para las empresas, también debe protegerse de estos abusos al usuario, tal como lo estipula la ley.

 

¿Qué Esperamos De Una Diputada?

¿Qué esperamos de una diputada? Primeramente, debemos preguntarnos qué es un diputado. ¿Y por qué la diferencia, acaso existe alguna diferencia si son mujeres? Pues bien, los diputados son aquellos ciudadanos escogidos por el pueblo para que lo representen frente al Gobierno, esa sería la definición más contundente. Por lo tanto, cualquier cosa más allá de esa definición, si no favorece al pueblo, está de más, sin dejar de lado que un diputado solo puede hacer lo que la Ley le permite.

¿A qué viene esto? A que hemos visto en los últimos días novelescas disputas de unas diputadas y ahora entran al ruedo periodistas también. Dimes y diretes con mensajes en las redes sociales. ¿Qué se busca con esto?, ¿aumentar la popularidad?, ¿demostrar quién es la más arriesgada? Sea lo que sea, es un espectáculo denigrante. Pero aclaremos, la imagen de la mujer mueble que tenía que ser y parecer es cosa del pasado, la mujer de hoy día tiene voz y es luchadora, no se queda callada, pero, jamás debe abandonar aquellos atributos que la hacen una criatura privilegiada.

La belleza, la elegancia en el vestir, el cómo se expresa, su inteligencia, sus ideas deben ser su estela por donde pase, por algo son las que se ponen tacones y caminan con aquel andar que criatura alguna que no sea mujer puede realizar con tanta naturalidad y majestuosidad.

Es normal que en ese andar sean objetos de críticas, ataques y hasta envidias de otras, pero deben ser damas ante todo y demostrar su educación y su calidad de mujeres que están sobre lo chabacano, la rambulería. No debemos olvidar que todas las mujeres son bellas en la medida en que se den a respetar, no por ser la más aguerrida, lo más vulgar; por el contrario, sin importar el nivel social, la mujer debe ser el componente conciliador, el que logre los consensos, porque si fuera por nosotros, los hombres, ya se hubiera acabado el mundo y extinguido la raza humana.

 

Seguridad Jurídica Urbana, ¿Para Quién?

El derecho a la ciudad, a la felicidad y a vivir bien es inalienable a cada uno de los habitantes de la capital de Panamá. Compartimos un deseo único, que parece utópico: calidad de vida superior en una ciudad moderna, con servicios básicos propios de todo espacio urbano; con áreas públicas para la distracción y el entretenimiento, y con un transporte que responda a las necesidades de los usuarios y a la libre circulación de peatones.

El crecimiento urbano no ha significado bienestar y tranquilidad para la mayoría de los habitantes de la capital. En los hechos se ha impuesto el poder y la lógica de los sectores económica y políticamente poderosos. El conflicto que se genera debido a los choques entre la avaricia y la calidad de vida, provoca enfrentamientos entre los residentes de las comunidades y las promotoras de negocios inmobiliarios, de los que no se excluyen las autoridades que intervinieron en la aprobación de permisos de construcción, cambios de zonificación y estudios de impacto ambiental.

La ciudad de Panamá se caracteriza por una expansión desordenada, impulsada por los intereses especulativos de inmobiliarias, inversores privados y constructores, que ignoran el ordenamiento territorial; un crecimiento que promueve las violaciones a los usos del suelo, los permisos de construcción, la servidumbre sanitaria, las leyes y normas; además de la devastación de bosques, el colapso de los servicios públicos y el transporte; la densificación por medio de información falseada en cuanto a cantidad de residentes en las edificaciones; comercios en áreas residenciales; aguas pluviales y negras estancadas; escasez en el suministro de agua potable; contaminación del aire y ruido excesivo, entre otros. Este es el escenario que enmarca la situación de la ciudad de Panamá, desde la perspectiva del urbanismo. Además, los residentes dudan de la ética de las autoridades para hacer efectivo el cumplimiento del marco legal, que representa la seguridad jurídica de la ciudadanía. Son generalizadas las protestas contra los cambios de zonificación hechos a espaldas de las comunidades, y la imposición de proyectos que destruyen el ambiente. Algunos de los funcionarios que tuvieron que ver con estos reconocen que el 60% de los cambios de uso de suelo autorizados en gobiernos anteriores no se ajusta a la ley. Estos sumado a la voracidad de las fuerzas del mercado, y a instituciones como Miviot, Idaan, ATTT, los bomberos y la antigua Anam que fueron cómplices de esta situación. Muchas veces ninguna asume la responsabilidad y la transfiere a otra, mientras que el municipio se lava las manos. Como ejemplo tenemos la urbanización de Villa de las Fuentes 1. Dotada en sus orígenes de infraestructura para edificios no mayores a cinco pisos, pero ignorando la opinión ciudadana, se impuso un cambio de zonificación y aparecieron nueve torres de condominios de hasta 35 pisos. A lo que se agregan cambios en el número de habitaciones de una a tres.

Como consecuencia, no se satisface la demanda de agua y solo se dispone de esta durante algunas horas. Por ejemplo, para el desarrollo del PH Portofino Towers, en los planos aprobados figuraban 438 habitaciones y un consumo de agua, autorizado por el Idaan, de 25 mil 920 galones diarios. Sin embargo, al variar el número de apartamentos por unidad, la densidad aumentó a 720 personas con un consumo de 64 mil galones diarios. Los habitantes de esta urbanización dependen del suministro de agua no potable de los carros cisterna, que llenan los tanques de reserva. Preocupa que ante un eventual incendio, los bomberos no dispondrán de agua y nada podrán hacer ante un siniestro que se produzca en una torre de más de 10 pisos. Este escenario estaría incompleto, si no incluimos las consecuencias en la disponibilidad de estacionamientos y el libre tránsito vehicular. El aumento de la densidad afecta también la capacidad del servicio de alcantarillado.

Si hubiese seguridad jurídica, se protegería y preservaría la calidad de vida de los residentes de las comunidades y se evitaría el caos que hoy padecemos los citadinos, en vez de servir de argumento para dejar impunes a los que incumplieron de una u otra forma el marco jurídico. ¿Hasta cuándo la impunidad?