En defensa de la profesión de abogado…
Honorable señor presidente: Hace unas semanas, leímos en los medios de comunicación social, con preocupación, unas palabras que se le atribuyen, en las cuales hace referencia a que los abogados tenemos culpa del clima de inseguridad que reina en el país…
Es preciso iniciar rechazando tales afirmaciones, las cuales transmiten un profundo desconocimiento del papel que juega el abogado en la sociedad…
No es posible que quien tenga la responsabilidad de conducir el Estado, nos culpe a nosotros de los problemas causados por otros… Me pregunto yo, ¿acaso somos los abogados culpables de que el sistema judicial, CIVIL y PENAL, esté anacrónico, inservible, poco funcional y que estemos viviendo una ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA del SIGLO XIX y que el Estado no haya convocado a una Cruzada por la Creación de una Nueva Justicia para el país?
¿Acaso somos los abogados los culpables de los homicidios, robos, hurtos, secuestros, tráfico de droga u otros hechos ilícitos? ¿Cuántos abogados han sido condenados por delitos cometidos por estas razones?
¿Acaso somos los abogados los que hemos provocado el caos social e institucional en el que se encuentran el Ministerio Público y el Órgano Judicial, por la falta de recursos, por la falta de personal calificado o por la mala o deficiente implementación del Sistema Penal Acusatorio?
El problema es que, señor presidente, nosotros, como defensores del Estado de derecho, de las libertades públicas y privadas, tenemos la obligación de ejercer todos los medios posibles para la defensa de los intereses de nuestros representados… Ciertamente hay abuso por parte de algunos colegas indelicados, pero para eso están las instancias correspondientes que deben cumplir con su papel, pero culparnos a todos resulta una amalgama inaceptable, una pérdida de legitimidad y la construcción de un muro innecesario.
La Constitución Nacional expresamente establece que todo ciudadano tiene derecho a la asistencia de un abogado que le defienda, que le represente, dentro del marco legal vigente… Si este marco legal vigente no funciona, pues es la responsabilidad de quienes ostentan el Poder de hacer los cambios justos y necesarios.
Señor presidente, nosotros somos los primeros que estamos a favor de una reforma profunda del Órgano Judicial y del Ministerio Público, de la Administración de Justicia, de los Códigos de Procedimiento, tanto Civil, tanto Penal y de la implementación de todas las medidas que mejoren lo que a diario muchos sufrimos…
Nosotros, los abogados, somos los primeros que vivimos la inoperancia del sistema, cuya responsabilidad recae, no en nosotros, sino en quienes lo administran, quienes tienen la obligación de suministrarle los fondos necesarios y no lo hacen…
La Administración de Justicia, señor presidente, debería ser una PRIORIDAD ABSOLUTA para su Gobierno, pero no lo es… debería ser un tema de ESTADO para todos los partidos políticos, pero no lo es… Todas las fuerzas del país deberían discutir y decidir que ya es hora de tener una Administración de Justicia del primer mundo, que garantice la protección del ciudadano, las garantías y libertades, que luche contra la corrupción, exija las responsabilidades y haga cumplir las leyes.
Hay que recordar que el Órgano Judicial es el garante del Equilibrio de los Poderes y el medio de defensa del ciudadano frente al Poder Ejecutivo… esa es su función primordial en una República… de lo contrario, estaríamos viviendo en un Estado absolutista y abusivo.
Pero en nuestro país, la Administración de Justicia es la Cenicienta… el mal necesario… el mendigo permanente, el eterno penitente… ‘el bien cuida'o' del presupuesto y la última en las prioridades estatales…
Señor presidente, los abogados somos AUXILIARES DE LA JUSTICIA, CIVIL O PENAL… nosotros no somos los enemigos del sistema… un sistema que hace décadas ha colapsado y que los políticos, administración tras administración, se han negado a reformar….
Usted, señor presidente, se comprometió a realizar una CONSTITUYENTE, que creara un marco institucional nuevo… hasta donde tengo conocimiento, esa promesa ha sido incumplida… Entonces, Su Excelencia, ¿de quién es la responsabilidad que se nos quiere atribuir?
Desde hace muchos años, reposan en la Asamblea Nacional diferentes proyectos de reforma a la Ley 9 de la Abogacía, sin que ninguna administración les dé impulso… Queremos una nueva Ley de la Abogacía… queremos un Examen para el ingreso al ejercicio profesional… queremos ser protegidos para ejercer mejor nuestra profesión… queremos cumplir con nuestras responsabilidades… queremos ser los auxiliares que la Ley y la Constitución nos piden que seamos.
Recordemos señor presidente, tal como sucedió durante la dictadura y después de ella, así como se ha repetido administración, tras administración… Aquellos que gobernaban, pasaron a ser gobernados y al siguiente período, aquellos mismos que nos atacaban… terminaron siendo clientes de estos abogados que hoy vilipendian, buscando defensa y protección…
Ciertamente nuestra profesión merece y necesita urgentes reformas… debemos depurar nuestra profesión de quienes la degradan… de quienes no merecen llevar el título de ABOGADO… La calidad de los 25 000 abogados que existen registrados es discutible, gracias a las universidades de CAFETERÍA que continúan graduando abogados en 2.5 años, sin que tengan que acudir a clases… ¿de quién es la culpa de la existencia de tales universidades y de que dichos estudiantes se conviertan en lo que no se han ganado?, ¿de quién es la culpa, señor presidente, que los fiscales y jueces no realicen eficientemente sus tareas… no conozcan el Derecho… sean corruptos… o simplemente cometan graves errores?
Su señoría, el rol del abogado es sagrado… ejercemos una profesión sinónimo de sacerdocio y devoción… Por tales razones, somos los primeros que sufrimos las persecuciones durante las dictaduras y los Gobiernos totalitarios…
Desde la época de Cicerón, en Roma, los abogados somos los defensores de los derechos y libertades del ciudadano… así ha sido durante el oscurantismo de la Edad Media y lo ha sido en la Edad Moderna y Contemporánea… Nosotros arriesgamos nuestras vidas y nuestros patrimonios en la defensa de los derechos e intereses de nuestros clientes… Quienes ejercemos el Ministerio de la Abogacía, pertenecemos a una de las profesiones más nobles y honorables que existen y, por ello, me siento en la obligación de defenderla y mostrarle el camino de la luz de la sabiduría.
Creo que los abogados nos hemos ganado el derecho a ser respetados, aunque a algunos no les parezca y otros no lo merezcan, pues no nos perdonan que hayamos sido nosotros los que hemos desarrollado las instituciones de este país y construido la democracia en la que vivimos, por nuestra historia, por nuestro presente, y por nuestro futuro, el respeto nos lo hemos ganado…
Por tales razones, señor presidente, aceptamos nuestras responsabilidades y gustosos estamos al servicio de la Nación para responder por ellas, por lo que estamos perfectamente dispuestos a contribuir a resolver los problemas, pero jamás aceptaremos la atribución de culpas cuyas causas se encuentran en otros lados.