REGULARIZACIÓN MIGRATORIA ¿Xenofobia o derecho de admisión?
Todo empezó con la buena intención de controlar el sicariato y el narcotráfico. Se creó un plan para legalizar a los indocumentados y acortar los procesos migratorios, como en una especie de censo. Luego, como todo lo que hacía el pasado gobierno, ese plan se convirtió en un negocio inescrupuloso y lucrativo. Entonces montaron el teatro de que Panamá explotaba en progreso (que no era más que deuda) y que los panameños somos ineptos e insuficientes, exaltando la figura del extranjero para justificar su migración y lucro. La legalización de indocumentados preexistentes se tuerce en un mecanismo que permite el flujo constante de ilegales. En consecuencia, al flexibilizar los estándares migratorios, aumenta el volumen de inmigrantes y, con ello, la probabilidad del ingreso de elementos indeseables.
La doble moral, la mentira y corrupción de las pasadas autoridades, nos pintaron como un paraíso cuando jamás lo hemos sido. Aquí hay bonitos edificios, centros comerciales, enormes, avenidas, circula el dólar, tenemos el Canal, pero también falta el agua y la luz en varios sectores, en otros hay letrinas, pobreza, inseguridad, desempleo, tranques, basura, aguas negras, escuelas dañadas. Un sistema de salud y educación pública paupérrimo. Cada barriada de clase media o alta está rodeada de otras tres o cuatro cuyos residentes viven en pobreza o pobreza extrema. ¡Sí!, no estamos tan mal como otros países, pero no significa que estemos muy bien.
No somos un país de primer mundo, ni existe progreso sostenible. Tenemos una sociedad esquizofrénica, con una pequeña clase que lo tiene todo, otra grande que no tiene nada y una vaca flaca en el medio que aguanta de todo. Los ricos nos proyectan como si fuéramos “la gran maravilla”. Pero fuera de tanta locura o hipocresía deshumanizada, la pobreza, la explotación y la neoesclavitud masiva reinan. ¿Acaso estamos en condición de convertirnos en el campo de rescate social de otros países que inclusive han sido eventual y sutilmente hostiles con el nuestro (incluyéndonos en listas negras o grises)?
La realidad y el sentido común nos dicen que si no hay plata para los jubilados, y uno de los programas más importantes del Seguro Social está en quiebra, no debemos echarnos encima la irresponsabilidad de los gobiernos vecinos con sus ciudadanos. Si no abrimos los ojos ya, y apartamos ese melodrama de que “en Panamá todos somos extranjeros” y demás ridiculeces, cuando la economía se agrave todos esos extranjeros se sumarán al desempleo y a la delincuencia. Bienvenidos los turistas, los buenos empresarios que respetan al nacional y lo ven como hermano, y todo extranjero que quiera a Panamá y a sus ciudadanos.
Cuando tuvimos problemas económicos serios a causa de la dictadura militar y los gringos, Canadá permitió la migración de muchos panameños. Varios fueron deportados por conductas inapropiadas, ¿eso es xenofobia o derecho de admisión? La realidad toca a la puerta y si no abrimos los ojos, quedaremos igual o peor que los países de los que migran estos extranjeros.