El derecho a disentir en la Universidad
La Universidad de Panamá hoy es blanco de la crítica pública, porque el rector y el Consejo Académico procedieron a suspender por cinco años al Dr. Miguel Antonio Bernal, mediante una acción que vulnera el debido proceso, la imparcialidad del juzgador y el derecho a la defensa, principios que son inherentes a toda sociedad democrática y con mayor razón a la institución universitaria.
No es posible que si un docente señala que hay corrupción, se proceda a sancionarlo, antes de investigar. Tampoco es posible que si el rector se sienta ofendido por algo que señale un docente, ese docente sea juzgado en el consejo que él preside.
A través de ‘procesos disciplinarios’ se han cometido injusticias en perjuicios de otros colegas y en detrimento de la Universidad. Solo por citar uno de esos casos, recientemente la Institución fue compelida a pagar una indemnización, fuera de salarios caídos, a un colega que se le violentó el debido proceso.
Una cosa es tener diferencias con las denuncias o las formas del profesor Bernal y otra es pretender acallar su derecho a criticar. Los universitarios y la ciudadanía no podemos admitir el ataque al derecho a disentir, porque es un golpe a una conquista de todos. Ni siquiera durante el último año del régimen militar, se atentó contra la condición académica de críticos de la oposición. Siendo la Universidad un espacio de debates donde cotidianamente eran cuestionados el rector y las autoridades.
Ante las denuncias de actos irregulares, entre otros, la adjudicación sin concurso de una posición regular a un profesor de la Facultad de Derecho, la venta y alquiler de terrenos patrimoniales y el elevado costo de instrumentos de seguridad; lo que amerita es una transparente investigación. Por eso es que la admisión de una petición de áudito de la Contraloría debe ser vista como conveniente para despejar dudas.
Si hay una institución que debe ser ejemplo del más absoluto derecho a disentir, debe ser la nuestra. Con procesos disciplinarios que atentan contra la estabilidad y la dignidad del docente retrocedemos a un pasado superado por generaciones anteriores.
Es deplorable que ante la indignación ciudadana que produce la gran corrupción que ha saqueado la nación, nuestra universidad esté inmersa en castigos disciplinarios, intentos de reelección y denuncias de irregularidades. La Universidad debiera poner a disposición su indiscutible capacidad académica y dar respuestas a los problemas nacionales. Qué diferente sería si un equipo de expertos universitarios diseñara un sistema de anticorrupción institucional.
Por el bien de todos y de la Universidad de Panamá, solicito al señor rector y a los miembros del Consejo Académico que reconsideren la decisión adoptada contra el colega Bernal. Escuchen el clamor y la solidaridad nacional y den una muestra de rectificación, que es lo que espera el país.
*Comunicado del Movimiento de Renovación Universitaria (M.R.U).
PRESIDENTE DEL M.R.U.