Un proyecto inapropiado
En Panamá somos muy dados al show y a no meditar en la génesis de una situación que nos afecta directamente, para encontrarle la solución definitiva. Y eso lo saben los políticos, en especial nuestros flamantes “padres de la patria”. Resulta que el diputado Miguel Fanovich presentó un anteproyecto de ley para regular las inacabables alzas en las matrículas y mensualidades de los colegios privados. Si busca venderse, como “paladín del pueblo” y defensor de sus intereses, esta iniciativa es genial. Sin embargo, como solución de fondo de un problema que es más amplio y complejo, simplemente, no cumple y se queda corto.
La regulación de precios aplicada a la empresa privada no ha servido ni aquí ni en otros lares. Si no me creen, vean un ejemplo extremo como el de Venezuela, donde una presión y regulación excesiva sobre la empresa privada lo único que ha causado es escasez, desempleo y pobreza.
Sabemos que Panamá es el paraíso de las distorsiones en el mercado, lo que lleva a los consumidores y clientes a perder toda esperanza de que este se autorregule por las fuerzas naturales de la oferta y la demanda. Sin embargo, la iniciativa parlamentaria lo único que propicia es meterse en las interioridades financieras de los colegios privados, sin tomar en cuenta las particularidades, costos y márgenes de ganancia de cada uno. Con ello, a la larga pudiese darse el cierre de centros educativos particulares, simplemente, porque los números no dan.
Nadie compra huevos –porque una ley así lo estipula– para vender huevos. ¿Entonces, quiere decir que no se puede hacer nada frente a los conocidos abusos que cometen muchos colegios privados, aprovechándose de su virtual monopolio en el mercado frente a las escuelas y colegios públicos? ¡Claro que se puede hacer algo!
Este monopolio se da porque nuestras escuelas y colegios públicos son la cara visible de todo lo que está mal en el sistema educativo: falta de recursos, métodos de enseñanza desfasados, huelgas anuales de educadores y el “poco me importa” de las autoridades del Ministerio de Educación y de los docentes para con los estudiantes.
La solución es que el diputado Fanovich, o quien sea, presente una iniciativa de ley que inicie el proceso de reforma total de nuestro sistema educativo, lo que a la larga producirá una mejora de tal magnitud en la calidad de la educación pública, que hará que los panameños empecemos a verla como una alternativa viable frente a los elitistas colegios privados, lo que provocaría que estos mejoren sus precios y su calidad, si desean conservar a los estudiantes y el preciado dinero que pagan sus padres.
¿Descabellado? ¿Imposible? ¿Difícil de comprender? No, para nada. Todo lo que se requiere es iniciativa, recursos y deseos de salir de esta espiral de decadencia en la que estamos desde hace décadas. Y mucha paciencia, porque las cosas buenas y las soluciones de fondo toman su tiempo.