Un negocio con nombre y apellido

La empresa Lerkshore International –que facturó $60 millones en el negocio de la comida deshidratada para niños de escuelas públicas con el mayor índice de pobreza en el gobierno de Ricardo Martinelli– manejaba con lujo de detalles los pormenores del proyecto, seis meses antes de que el entonces director del Fondo de Inversión Social (ahora Programa de Ayuda Nacional (PAN) Giacomo Tamburrelli, le otorgara un primer contrato por $14.5 millones.

En mayo de 2010, Tamburrelli adjudicó la primera compra de comida deshidratada, pero un contrato de agente comisionista revela que el negocio se armó meses antes en la Presidencia.

El ministro Papadimitriu fue el primero en hablar públicamente de la comida deshidratada en una degustación en la Presidencia.

El 5 de enero de 2010, el entonces ministro de la Presidencia, Demetrio Jimmy Papadimitriu, convocó una reunión poco usual en el Palacio de las Garzas. Invitó a varios de sus colegas a la degustación de alimentos deshidratados procesados en

El acto fue el escenario para anunciar que los programas vaso de leche, galleta nutricional, crema enriquecida y otros más –que desde 1995 entregaba el Ministerio de Educación en las escuelas públicas del país– tenían sus días contados.

El recién instalado gobierno de Ricardo Martinelli buscaba cambiar el régimen alimenticio ofrecido a los estudiantes, so pretexto de “reducir la deserción escolar”. Ello, según Papadimitriu, se lograría dotando de alimentos deshidratados –con “alto valor nutritivo”– a las escuelas públicas del país.

La escena montada por Papadimitriu también pretendía demostrar que, de lo que comían los ministros, comerían los niños más pobres del país. Pero la degustación fue un completo fracaso.

Ese día, ni Papadimitriu ni los titulares de Desarrollo Social, Guillermo Ferrufino; de Educación, Lucy Molinar, y de Salud, Franklin Vergara, terminaron sus viandas. Sobre la mesa dejaron sus platos casi intactos.

Según pudo saber este medio, en este evento a nadie pareció gustarle el arroz fortificado con frijoles y carne deshidratados. Su desagradable olor hizo picadillo el apetito de los ministros. El agua resultó ser su mejor aliado, pues ayudaba a engullir los pocos bocados de aquellos repulsivos platillos.

Pero ese acto de degustación era la antesala –ahora sí– de un delicioso negocio que había empezado semanas antes en las entrañas del Ministerio de la Presidencia.

Como resultado, cientos de miles de niños de escuelas públicas de los corregimientos más pobres del país fueron obligados a consumir estos desagradables, peligrosos y poco nutritivos alimentos durante meses.

 

UN NEGOCIO ‘CUADRADO’

Aquel 5 de enero fue la primera vez que el gobierno de Martinelli habló públicamente de alimentos deshidratados –a través del ministro Papadimitriu– pero, en privado, la transacción se gestó meses antes.

Así, por ejemplo, en noviembre de 2009 el negocio ya estaba “cuadrado”, a tal punto que la operación tenía número de proyecto y hasta un proveedor.

La Prensa tuvo acceso a un “contrato confidencial” que firmó la sociedad Lerkshore International Limited –proveedora de los alimentos deshidratados– con el bufete Arjona, Figueroa, Arrocha & Díaz, que prueba, justamente, que el negocio estaba arreglado.

En mayo de 2010, Tamburrelli adjudicó la primera compra de comida deshidratada, pero un contrato de agente comisionista revela que el negocio se armó meses antes en la Presidencia.

Lerkshore, representada por Rubén De Ycaza, otorgó al “agente comisionista” [Arjona, Figueroa, Arrocha & Díaz] el derecho de representarlo y asesorarlo en “todo lo concerniente a su participación en el acto público por medio del FIS en el proyecto No. 045582, denominado compra de alimentos deshidratados para las escuelas oficiales de los corregimientos con mayor índice de pobreza 2010”.

Los firmantes de ese contrato privado –fechado el 25 noviembre de 2009, seis meses antes de la “licitación”– pactaron el pago de comisiones sobre la base de un acto público inexistente, conociendo el valor exacto del contrato, el número del proyecto, el producto que se compraría y los lugares donde se distribuiría.

Salvo que el abogado firmante –Amado Arjona Duque– y Rubén De Ycaza tuvieran el don de la clarividencia, era imposible conocer esos detalles.

Y eso no era todo. De Ycaza en ese contrato privado ya daba por ganadora a su compañía de la “licitación”.

O era un extraordinario adivino o alguien muy encumbrado en el Gobierno había acomodado las clavijas a favor de Lerkshore, porque, además, en este contrato, los firmantes conocían el costo del proyecto: 14.5 millones de dólares. Solo funcionarios del Ministerio de la Presidencia podían saber ese detalle.

Las sorpresas no terminaban allí. El monto que cobró la firma Arjona, Figueroa, Arrocha & Díaz en comisiones fue de 4.4 millones de dólares, equivalente al 30% del valor del proyecto. ¿Qué cosas tan extraordinarias haría esta firma para cobrar millones en una licitación sin competencia y evidentemente arreglada?

PAGOS ‘OFFSHORE’

En el “contrato confidencial” se pactó que el pago de la comisión se haría de forma fraccionada y se consignaría mediante cheques certificados o de gerencia a sociedades off shore de Islas Vírgenes Británicas.

A cambio de los 4.4 millones de dólares que recibió en “comisiones”, el abogado Amado Arjona Duque quedó facultado para: “inscribir a la compañía como proponente ante el FIS, adquirir el pliego de condiciones, asistir y representar a la empresa en el acto de convocatoria y asesorar a la compañía en los aspectos técnicos, económicos, administrativos y financieros de la propuesta”.

Así como “representar a la empresa, siempre que lo considere necesario, aun para actos no mencionados en el contrato…”.

La Prensa contactó al abogado Amado Arjona Duque, pero se negó a hablar de este contrato. Igual lo hizo su asistente Yulissa Ortega Espinosa, quien aparece como firmante en varias de cuentas bancarias utilizadas para cobrar las comisiones.

El abogado Arjona Duque no es, precisamente, un desconocido. Su nombre ha sido mencionado en otros escándalos, pero eso es materia de una próxima entrega periodística.

ENTRAMADO

Volviendo al día de la degustación –el 5 de enero de 2010–, además de los ministros presentes, en la mesa estaban otros dos comensales: Rubén De Ycaza, representante legal de Lerkshore, y el futuro funcionario del FIS Ángel Famiglietti.

La presencia de ambos en la degustación no era producto de la casualidad. De Ycaza y Famiglietti tenían una relación de amistad y comercial. El día de la degustación, los dos escuchaban atentamente a Janete Fries, directora comercial de la empresa brasileña Prativita, fabricante de los productos alimenticios deshidratados (ver fotos).

Y es que, entre 2008 y 2010, Famiglietti recibió más de 18 mil dólares en cheques de Lerkshore, de acuerdo con registros bancarios a los que ha tenido acceso La Prensa.

¿Y cómo llegó Famiglietti al PAN? La pregunta no la respondió ni Papadimitriu ni Tamburrelli. Y no es que no sabían la respuesta, sino que esta es comprometedora.

El hecho es que el 16 de abril de 2010, Famiglietti empezó a trabajar con el cargo de jefe del programa de Nutrición del FIS.

Y ¡sorpresa! Famiglietti fue encargado de inmediato al contrato de la comida deshidratada. No en vano había estado presente en el acto para su degustación.

Su nombramiento habría violado el manual de Cargos de la Carrera Administrativa, ya que este indica que, para ocupar la jefatura de Nutrición, se debe “contar con dos años de experiencia laboral a nivel profesional en la coordinación y desarrollo de programas nutricionales, a nivel técnico especializado [… y] “se debe tener título universitario a nivel de licenciatura en nutrición, dietética o ingeniería de alimentos”.

Y Famiglietti tenía de nutricionista lo que la comida deshidratada tenía de sabrosa. Según su hoja de vida, es economista.

Así pues, Famiglietti no entró al FIS por sus méritos en el campo de la nutrición, sino por pura influencia. Y eso también está plasmado en su currículo, en cuyo margen superior derecho se lee con letras manuscritas:“recomendado por [Javier] Pariente con visto bueno de Jimmy [Papadimitriu]”. Referencias de peso, sin duda.

Así, Famiglietti es nombrado con un sueldo de 2 mil dólares mensuales y con una misión específica: elaborar el pliego de condiciones para la compra de la comida deshidratada. Sí, él se encargaría de ponerle nombre y apellido a la “licitación”.

 

MÁS CONEXIONES

El 26 de enero de 2015, Tamburrelli declaró en la Fiscalía Segunda Anticorrupción que Javier Pariente –exgerente de la empresa de distribución de energía Elektra Noreste, S.A. (Ensa) y exvicepresidente ejecutivo de Importadora Ricamar (razón social del Súper 99, propiedad del expresidente Martinelli)– fue uno de los artífices del negocio de la comida deshidratada.

“El intermediario entre la Presidencia y el PAN era Javier Pariente. Él transmitía algunos mensajes del señor presidente de la República, Ricardo Martinelli, para que se diera todo tal como lo requería la Presidencia […] todo lo relacionado con la contratación, el enlace del proveedor, inclusive con la compañía directa en Brasil de la comida deshidratada. Este señor era quien mediaba en todo”, declaró Tamburrelli.

Pariente, por su parte, dijo en su momento que “eso no es tan así”, aunque reconoció su amistad con De Ycaza, pero negó tener vínculos con Lerkshore International.

Ni Pariente ni De Ycaza aceptaron una entrevista con La Prensa. Mientras, Tamburrelli dijo que por la “reserva sumarial” no hablaría del tema y que, además, se está en la víspera de la audiencia preliminar. En tanto, la defensa de Papadimitriu informó que este se encuentra de viaje en asuntos familiares.

La exministra Molinar, por su parte, expresó que [La Prensa] está construyendo una “historia con premisas falsas”. “No estoy segura de que tengan la voluntad de corregir”, precisó.

Y el empresario De Ycaza aseguró que toda esta información “ya fue aclarada” al Ministerio Público y a la propia Contraloría General.

‘PANTALLA’

La llegada de Famiglietti al entonces FIS aceleró la “licitación” de la comida deshidratada, en la que, además de Lerkshore, participaron dos compañías: Terno, S.A. y Fujico, S.A., supuestamente dedicadas a la venta de productos alimenticios.

Fujico, S.A., es una de las sociedades que usó el empresario de Penonomé Juan Carlos Marciaga para facturar en el PAN más de 70 millones de dólares. Marciaga está bajo arresto domiciliario, luego que la Fiscalía Segunda Anticorrupción le formuló cargos por peculado en la venta de bolsas con comida al PAN.

Pero ambas empresas –Terno y Fujico– se prestaron para simular competencia en el acto público, pues incumplieron casi todos los requisitos del pliego de condiciones elaborado por Famiglietti.

Luisa Riley Puga –por entonces encargada del programa de Nutrición del FIS– envió una carta a Rubén Pitty, director nacional de Proyectos de la entidad, solicitando un número para el proyecto de “licitación” de los alimentos deshidratados, quizás desconociendo que ese dato lo manejaba el proveedor con lujo de detalles seis meses antes.

La respuesta llegó casi de inmediato. Guillermo Burbano, por entonces jefe de Presupuesto del FIS, remitió al programa de Nutrición un formulario indicando que el proyecto sería el No. 45582 y que la partida presupuestaria ya estaba reservada.

El contrato fue firmado por Tamburrelli y Lerkshore el 20 de mayo de 2010, por 14.5 millones de dólares y establecía que la compañía estaba obligada a ejecutar el proyecto en 120 días a partir de la orden de proceder.

El FIS entregaría a Lerkshore un pago anticipado de casi 3 millones de dólares, equivalente al 20% del valor total del contrato. El desembolso restante –de 11.7 millones de dólares– se realizaría contra la presentación de documentos, entre ellos, un informe de recibido a satisfacción.

El fabricante de la comida recibió por este primer contrato 7 millones de dólares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los comentarios están cerrados.