Se Desenreda La Telaraña
De una manera rápida y con una estrategia tan brillante como las usadas durante la Segunda Guerra Mundial por el líder fascista Adolfo Hitler. Con palabras, mazo en mano y propaganda sobre grandes vallas que decían ‘Ahora le toca al pueblo', Ricardo Martinelli logró penetrar en las mentes de los panameños y engañarlos sobre que lo que se hacía en la marina de Figali era lo correcto.
Irrumpir en la marina de Amador, donde el empresario Jean Figali mantenía contratos vigentes, con una turba de policías, ministros, directores de instituciones y con luces, cámaras, micrófonos, era el escenario perfecto para entrar en escena y hacer un ‘show' mediático y apoderarse ilegalmente de eso.
Hoy se desenreda entrar toda la telaraña de corrupción que armó para despojar a la fuerza un bien privado que contaba con todos los permisos legales que establece la legislación panameña. Sin orden judicial, pasando por encima de la justicia o, mejor dicho, controlando la justicia a su antojo. ¿Cómo es posible que el entonces ministro de Seguridad, José Raúl Mulino, y Gustavo Pérez, director de la Policía, prestaran las unidades de la institución policial para violar una propiedad privada sin mediar orden?
Otro, el exadministrador de la Autoridad Marítima de Panamá, Roberto Linares, ahora señala que todo se armó en la Presidencia y que desconocía que los contratos entre Figali y el Estado eran legales; sin embargo, era uno de los primeros en el día de la intromisión a la marina. Ese día, además del expresidente Martinelli, aparecieron el exministro Alberto Vallarino y Salomón Shamah. Hoy se esconden y no dicen nada sobre este tema.
Pero el ataque era para desmoralizarlo y aplastarlo para que no se levantara más, esta vez no fueron cámaras de gases, sino celdas de terror y de silencio. Encerraron al empresario Figali para intimidarlo y presionarlo para que firmara los documentos que le darían a Martinelli y su círculo el control pleno sobre el negocio del empresario.
La telaraña es tan compleja, pero poco a poco se está cayendo y cuando una verdadera justicia entra para limpiar la casa llena de corrupción, se logra ver claramente las clases de insectos y alimañas que la habitaban.
Solo por mencionar otros elementos de este caso. Hay un fiscal acusado de inventar pruebas contra Figali, utilizaron al director de la Dirección General de Ingresos, Luis Cucalón, para perseguir a muchos empresarios, entre ellos Figali. El juez ejecutor del Ministerio de Economía y Finanzas, Raúl Taboada, quien en la actualidad es funcionario del MEF y está denunciado por presuntas irregularidades en el caso, se prestó para dichas irregularidades, al igual que el administrador judicial. El poder hipnotizador de Martinelli era tan fuerte que nadie le decía no.
Posterior a esto, la empresa que hizo la mayoría de los eventos allí, terminó debiendo agua, luz e impuestos. Sospechosamente esa empresa ahora también le pertenece al hijo de Ricardo Martinelli. La trama conecta a la empresa que construía ilegalmente centros de convenciones, se le vincula a Cobranzas del Istmo.
Tantas irregularidades y nadie aún preso, ¿será que tendrá que hacerse una comisión especial que revise este caso, pero es solo uno de tantos? En la calle aún muchos empresarios solo comentan y piensan que de qué vale denunciar, si pareciera que el círculo cero todavía tiene poder sobre a justicia. Triste que en Panamá, en los últimos cinco años, se creó una estructura para delinquir, perseguir y hacer negocios ilegales.