¿Quién le da seguimiento a las normas?
Todo lo que vivimos en este país –no solo en materia de seguridad pública– es el resultado de medidas que no se tomaron en relación a cosas, a las que por ser pequeñas no se les dio la importancia debida. Y es que los tiempos cambian, sino pregúntele a aquellos que recuerdan que antes algunos alimentos eran comida de pobres, pero hoy son comida de ricos. Lo que quiero decir es que las cosas que se consideraban insignificantes son las que han derivado en todo este mar de inseguridad y pobreza que hoy vivimos.
En mi tierra, Chiriquí, ya no se puede ir a un río porque no sabemos si un loco, que se cree protagonista de una película de Hollywood, saldrá con un arma. Por cierto, recuerdo que cuando viví en El Salvador, el Gobierno suspendió las películas de guerra pues, según informó, “alentaban a los jóvenes a enrolarse en la guerrilla”. No sé si eso era así, lo que sí sé es que todo Gobierno debe hacer algo, menos quedarse con las manos cruzadas viendo cómo se le cae el país a pedazos. Que es igual a ver cómo las familias se destruyen. Hay que recordar que la unidad básica del Estado es la familia.
¿Qué cree usted que pasará con una familia que no puede compartir momentos juntos yendo a un río, a una playa o a un parque? Divorcio. ¿Y qué crea los divorcios? Maleantes, porque quien se encargue de criar a un niño tras pasar por un divorcio ya no será un padre o una madre en casa, sino la calle.
Se dice que el epitafio más triste que se puede poner en la lápida de una persona es: “Pudo haber sido…”. De igual manera, la historia más triste que se puede escribir de un país es: “Pudo haber sido un gran país”.
En Panamá, la impresión que damos es que no somos buenos para darle seguimiento a las cosas. Recuerdo que cuando ocurrió el caso del bus quemado, la Autoridad de Tránsito procedió a inspeccionar la seguridad en el transporte y después menguó. He visto policías en paradas poniendo orden en los taxis, piratas, diablos rojos, Metro Bus, pero al día siguiente ya no están. En los Metro Bus, particularmente, no se puede escuchar música sin auriculares “por respeto a las personas”, como se escucha por altavoz en el Metro; sin embargo, hay conductores del Metro Bus que llevan radios y no se ponen auriculares alterando los nervios de quienes viajan. Como dijo la psicóloga Geraldine Emiliani, en un artículo reciente en La Prensa: “Con la salud del pueblo no se juega”.
Está comprobado que para cambiar la mentalidad de una persona se requieren tres años, como mínimo, por lo que algunas empresas destinan muchos recursos en seminarios, por eso de que la “actitud” de un empleado es igualmente importante que su “aptitud”.
Pregunto: ¿Cómo cambiar la mentalidad, actitud o cultura de un país cuando al día siguiente ya no se le da seguimiento a una norma?