Proyección nacional

Hay un enrarecimiento del ambiente y de pronto parece que hubieran apagado las luces y todo se ve confuso. Especialmente para quienes no somos expertos, poco entendemos los avances y retrocesos de la economía a escala macro y solo sentimos síntomas externos o palpables como el precio de los productos de primera necesidad, de los combustibles y el nivel de desasosiego generalizado de la población con ‘bolas ' y rumores que se esparcen.

Algunos acontecimientos de las últimas semanas han causado una atención generalizada y hecho disparar los mensajes, fotos, ‘memes ' por las redes sociales. Los enfoques son de diferente índole sobre asuntos de manejos de empresas, su impacto en los índices de productividad de un paradigma que se basa no en los sectores primarios o secundarios; sino precisamente en las actividades comerciales y los servicios derivados de ellas.

Para muchos, asombra que ese sistema financiero que caracteriza al país y que constituye una paradoja se perciba como en peligro por situaciones puntuales que han surgido y que son conocidas actualmente por todos. Panamá es un país con una tasa de desempleo, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), en 2014 de 5.8 %, y con un producto interno bruto (PIB) creciente en un 6.1 %, con relación al periodo anual anterior.

Si se observa la actividad bancaria, ella refleja un constante ascenso, quizá con un incidente de desaceleración tenue; pero según los datos del INEC a finales de 2014, hubo el total de depósitos por 90 195.6 millones de balboas, que corresponde al incremento de 12.5 % tan solo en un año. Hace algunos meses se presentaban aquí los índices de desarrollo democrático del continente, que ponían a Panamá en un cuarto lugar en la región.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ubica a este país en un nivel ‘alto ' de la clasificación de desarrollo humano con Uruguay a la cabeza del grupo, seguido por algunas islas del Caribe como Bahamas, Barbados y Trinidad y Tobago. El istmo aparece por encima de naciones con un demostrado desempeño; entre otras, Costa Rica, México y Colombia, explica el economista José M. Borace en un artículo recientemente publicado.

A pesar del diagnóstico generalizado de este autor, que coincide con la opinión de las principales agencias e instituciones internacionales en que ‘la economía panameña ha sido una de las más dinámicas con mayores tasas de crecimiento ' en forma sostenida en los últimos años; algunos eventos ocasionan cierta incertidumbre. Esto sucede, pese a que se percibe la consolidación de proyectos innovadores como la ampliación del Canal de Panamá.

Existe una tendencia a asegurar ante cualquier contingencia los negocios, las actividades que realicen los actores económicos y las instalaciones en que se producen estas relaciones. Muchas veces, cuando el consumidor inicia un proceso, se le agrega entre los gastos, las medidas que ponen a buen recaudo los riesgos posibles. Pero esa misma precaución no se tiene en cuenta a favor de quienes son el conjunto de la masa o que aportan el trabajo.

Ante el ambiente generado por los incidentes de una firma de abogados y luego de las empresas perteneciente a un conocido grupo, inquieta lo que sucederá con los colaboradores o empleados que derivan sus entradas del trabajo cotidiano en esos consolidados de servicios financieros. Hay una especie de espada de Damocles que oscila en el espacio hacia el que todo el mundo dirige sus miradas interrogativas.

Es solo un escenario en el que se proyecta el traspié que sufre por ahora el esquema tradicional en que se ha organizado el modelo económico nacional y que, de acuerdo con estos tropiezos, requiere sufrir un profundo proceso de transformación por las implicaciones globales y la proyección nacional.

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