¡Prohibido olvidar!
Parece que fue ayer y han pasado 15 años desde que llegamos a Panamá buscando el apoyo de colegas periodistas y defensores de la libertad de expresión, frente a la noche oprobiosa que vivía el Perú, en donde la democracia estaba herida de muerte.
Fueron aciagos momentos en los que nuestra vida corrió peligro al menos en dos oportunidades, pues Vladimiro Montesinos, brazo ejecutor del entonces presidente Alberto Fujimori, había montado una siniestra operación de espionaje y centro de inteligencia en el istmo, dirigida por agregados policiales corruptos que vendieron sus conciencias por dinero.
En América Latina, nace una nueva esperanza en el momento que un Presidente es elegido democráticamente. El gobierno de Fujimori se inició en medio de brillante augurio, en 1990, pero con el paso del tiempo se convirtió en una feroz e implacable dictadura, de la que Montesinos fue el cruel y sanguinario hombre de terror.
Todos los poderes del Estado fueron acallados y doblegados. Personas e instituciones fueron sometidas por el chantaje, la amenaza o la simple compra de conciencias.
Toda aquella oprobiosa época, que causó estupor en la conciencia mundial, fue vencida gracias a una singular revolución pacífica. La resistencia y la lucha del pueblo peruano fue silenciosa, larga y tenaz. Librada también por periodistas que brindaron una lección de dignidad, destacando la ejemplar defensa de los diarios peruanos El Comercio y La República, así como América Televisión y Canal N.
En ese noble empeño, tuvimos que tocar las puertas de muchos países del mundo, siendo Panamá la primera nación que de forma generosa respondió a nuestro llamado, acogiéndonos con su proverbial conducta de cuna de leyes y democracia, como la vislumbrara el Libertador Simón Bolívar. Igualmente se sumaron Argentina, Ecuador, Costa Rica, Chile y México, para luego hacer lo propio casi todos los países de América.
Esta histórica lección nos obliga a una reflexión. Debe haber perdón, pero no olvido. Aquel régimen que, con engaños o por la fuerza, se adueñó de los medios de comunicación, que se apropió de la voluntad de instituciones tutelares, fue derrotado.
No debemos olvidar el agravio, para evitar que se repita y nos vuelva a hundir en la miseria moral, como los peligrosos momentos que le tocó vivir a Panamá cuando la democracia y la libertad estuvieron en la cuerda floja.
De esta historia, nació el Consejo Superior Latinoamericano de Prensa, como un ideal de lucha, una trinchera indoblegable en donde se acuña la libertad de prensa y expresión sobre cuatro pilares fundamentales:
1. Cultivar y dignificar la democracia.
2. Divulgar y fomentar el cumplimiento de la libertad de prensa.
3. Tutelar la justa propiedad privada de los medios de comunicación.
4. Rescatar, analizar y divulgar hechos y actos ejemplares en el ejercicio del periodismo y toda la actividad en beneficio de nuestra sociedad.
Al cumplir hoy 15 años, seguimos siendo fieles guardianes de esa atmósfera de libertad que soñaron y fundaron nuestros próceres y héroes de la independencia americana, dejando en claro que está prohibido olvidar, por lo que en nuestro escudo hemos escrito, a fuego, una frase lanzada al espacio como polvo de estrellas: “Plena defensa a nuestra libertad de expresión”.