PRD: renovar o…
En 1994 y en 2004, años que marcaron el inicio de transformaciones profundas en el país de la mano de un partido conceptualizado para transformar la sociedad, la emoción frente al reto era innegable se modernizó la economía, se votó para ampliar el Canal, se continuó el proceso de reversión y gracias al esfuerzo de esos hombres y mujeres que se hacen llamar herederos de Omar: él visionario del siglo XX.
En 1999 y 2009 dos derrotas electorales, no por un mal desempeño de Gobierno, sino por falta de un mensaje, por mezquindades que surgen dentro de toda organización humana, por no entender que no le hablábamos al país, no le ofrecíamos cambios sustanciales a esa sociedad; no entendían nuestro rumbo propuesto, no entendían nuestro mensaje; le hablábamos al copartidario y no al país.
Nuestra falta de claridad nos privó de recibir el Canal y hoy nos priva de recibir la ampliación, esfuerzo máximo de Omar, por eso debemos ver qué nos falta donde está la esencia.
El nuevo comité ejecutivo nacional debe tener un discurso que hable de la lucha de la sociedad contra la corrupción, pero no de la corrupción de abajo de los pequeños, sino de la corrupción corporativa que se da en los círculos de poder que le resta acceso a los emprendedores, tiene que tener un discurso autóctono para los jóvenes profesionales, sí, esos que apoyaron al ‘Team Martin', que han tenido la oportunidad de estudiar afuera, en la UTP o en la vasta oferta de universidades privadas y que hoy exigen mucho más de sus gobernantes.
Debe tener un discurso para las clases medias de cómo sus ingresos tendrán estabilidad y que pagan impuestos, pero no ven las obras con su plata y que temen por el rumbo de la economía.
Debe construir un discurso que sea entendido en las redes sociales, para la generación ‘millenials ' que vota en estas elecciones y que no lee periódicos, pero sigue a manejadores de opinión o bloggers en Twitter y Facebook.
Un discurso que reivindique la memoria histórica del pueblo como la Invasión a Panamá, que hable de cultura y de qué significa ser panameño.
Cuando una empresa es grande busca a los mejores gerentes, los accionistas no se preocupan por cuánto gane, lo que desean es que entienda y esté dispuesto a cambiar y a generar un nuevo viento de entusiasmo con el inversionista. Así es el pueblo, invierte en sus políticos para que le construyan utilidad que es el desarrollo.
Escucho nombres interesantes para este comité ejecutivo que no puede ser una representación de clanes, sino la expresión de un partido pluriclasista en el que Omar creyó, que Gerardo, Ascanio defendió, que Pérez Balladares levantó y Martín reinvento, todos con una clara visión del querer de la sociedad y no una cueva donde el eco solo lo escuchan los que están adentro.
Tengo amigos y conocidos con sueños de este partido: Doris Zapata, Miguel Sierra, Eyra Ruiz, Sandra Noriega, Omar Montilla, entre otros tantos compañeros que pudieran contribuir en esta concepción, pero que sobre todo su mayor virtud es que su ego pasa por ver un PRD triunfar y estarán dispuestos a dar la batalla con humildad.
Están los compañeros de mil batallas Ernesto Pérez Balladares, Martín Torrijos, Pedro Miguel González, Héctor Alemán, Benicio Robinson, que deben seguir los pasos de Ascanio, de Gerardo de Mario Panther, de Rigoberto, siendo armadores del juego democrático inspirados en la patria chica: el Partido y la Patria grande: el País. Que veían en cada miembro un luchador por el sueño de Omar, sin sectarismo, generando algo que se guardó en el closet: LA CONFIANZA.
El debate no pasa por nombres, pasa por entender la realidad de hoy y sobre todo darle la cara a un país que exige liderazgo y una visión compartida de desarrollo. No ofrecer esto sería preparar el camino de la autodestrucción, traicionando a ese torrijismo que es más que un eslogan, es más que un sustantivo, es un verbo que inspira a la acción.