Para traer al fugitivo

Una vez que el diputado del Parlacen Ricardo Martinelli fue declarado en “rebeldía”, el juez de la causa elevó una solicitud al pleno de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para que ordenara su detención provisional, como en efecto se hizo. Con este hecho, sin precedentes, se le acortan los espacios al expresidente, así como su capacidad de movimiento.

Ahora, el juez de garantías que lleva el caso tiene varias opciones para cumplir con el mandato de la CSJ, y hacer comparecer al imputado para la audiencia que se le sigue, por los pinchazos telefónicos y por violentar la privacidad de los ciudadanos.

Puede solicitar a la Interpol que lo busque y lo traiga a Panamá, para que se presente a la audiencia. Esta vía es complicada y toma su tiempo.

Se puede invocar la aplicación del Tratado de Asistencia Legal Mutua, firmado entre Panamá y Estados Unidos, que permite el traslado de personas, bajo custodia, a fin de que rindan testimonio –aunque hay otros tratados que bien pueden aplicar–, solicitud que debe hacerse por la vía diplomática.

Otra opción es que este señor se presente, voluntariamente, para hacerle frente a los cargos que se le imputan. Por lo visto hasta ahora, parece que es poco probable que ocurra ese evento, porque no ha dado muestras de querer cooperar con la justicia.

También puede renunciar al cargo de diputado del Parlacen, entonces, la CSJ perdería competencia para juzgarlo, y el caso pasaría a la justicia ordinaria, donde todo el proceso empezaría de nuevo. El riesgo que corre es que si renuncia perdería cualquier prerrogativa que le da el estatus de diputado y sería juzgado como un ciudadano común y corriente.

Otra opción que le queda es que pida asilo en algún país, no obstante, la figura del asilo tiene ciertas formalidades, entre las que está investigar en el país de origen la veracidad de los hechos. Además, el mundo moderno ve con mucho desagrado y como una grave violación de los derechos humanos, el delito de los pinchazos telefónicos, así que es poco probable que país alguno le de asilo.

Él decía que tenía doble nacionalidad y podría hacer uso del pasaporte italiano, pero como están las cosas por esos lares, con varios de sus socios tras la rejas y con su mención en el caso de Finmeccanica, esa salida no le es muy favorable.

La Interpol opera en 190 países, y una vez se haga el pedido de extradición y se active la alerta roja para su búsqueda, al exmandatario le quedan pocos lugares donde esconderse.

Moraleja, aunque los procesos sean largos y el camino tenga muchos atajos, el funcionario público debe actuar apegado a la ley, para que se evite estos escarnios.

 

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