No habrá fueros ni privilegios
Según expresa la Constitución, no habrá fueros ni privilegios por razón de raza, nacimiento, clase social, sexo, religión o ideas políticas; lo que indica que todos los panameños somos iguales ante la ley.
En la práctica esto es una falacia, porque hay dos clases de justicia: una que se aplica a los desposeídos de la fortuna, que no tienen modo de consignar una fianza o de contratar uno o varios abogados, y muchas veces permanecen detenidos en cárceles inmundas por tiempo indefinido. En cambio, hay otros, los de cuello blanco, los llamados cocotudos, entre los que se cuentan personajes influyentes y altos exfuncionarios del Gobierno, para quienes la justicia es blanda y cariñosa, y reciben casa por cárcel o país por cárcel. Y, si por casualidad son detenidos, se les conceden todas las comodidades que su alta posición requiere. “Poderoso señor es Don Dinero”.
Lo curioso es que muchos de estos personajes, cuando caen en desgracia, les aparece toda clase dolencias, pero cuando estaban en los altos cargos, gozando de toda clase de privilegios, eran las personas más saludables del mundo, y lo creo. Esto se debe a que todo lo que hacemos aquí en la Tierra tiene sus consecuencias. El que siembra vientos, lo más seguro es que cosechará tempestades. Pero lo cierto es que el que se escapa aquí en la Tierra del castigo, en el más allá lo cogerán, y un juez justo le indicará cuál de los dos caminos debe tomar. Allá no hay elección; allá no se podrán interponer recursos dilatorios para alargar los procesos.
Ricardo Martinelli, diputado del Parlacen –hoy prófugo por su propia y espontánea voluntad–, prefirió tomar el camino del ostracismo, aduciendo persecuciones políticas. Sin embargo, toda persona sensata sabe que él no es ningún santo y que hoy está pagando sus delitos, porque vivir en el exilio, lejos de sus familiares, no es nada agradable. Está cosechando los frutos amargos de lo que sembró. Es cierto que gracias a su dinero tiene abogados muy hábiles que lo defienden e interponen toda clase de recursos para dilatar los procesos ante una Corte Suprema de Justicia que, por razones que sería muy largo enumerar, no se dispone a ordenar en forma directa y sin subterfugios su detención inmediata en el extranjero. De ahí que Transparencia Internacional le haya solicitado al Parlacen revocar su membresía como diputado, por considerar que en Panamá no hay equidad y, en consecuencia, este caso debe ser atendido por la justicia ordinaria.
Otro caso curioso. Ahora me entero, por informaciones aparecidas en La Prensa, que solo en el distrito de San Miguelito hay 5 mil abarroterías. Que yo sepa, todas o casi todas venden licor. Lo que indica que es un negocio lucrativo. Si esto es así en ese lugar, ¿cómo será en el resto del país?