Mundos y realidades diferentes

A veces creo que los políticos y algunas personas viven en mundos paralelos o en una dimensión desconocida para la mayoría de la población. Sus actuaciones y decisiones parecen de otro planeta o ¿será que viven en otro país? La preocupación es mayor cuando son, precisamente, quienes toman las decisiones los que parecen estar en la Luna.

Por ejemplo, si tuviésemos que calificar el desempeño del transporte público y selectivo en la ciudad de Panamá, en una escala de 1 a 5 (en la que 5 es óptimo), entonces, no pasaría de 2, porque la espera para tomar un bus es larga y los taxis, con su habitual “no voy”, desesperan a los usuarios. Por esto, cuando llega el momento de ir a los trabajos o regresar a las casas, los usuarios experimentan todo un calvario. El Metro ayuda a que este problema no sea mayor, y los “busitos piratas” resuelven y tienen una clientela fija. ¿Cómo es que las autoridades no se dan cuenta y por qué no mejoran el sistema?

En el caso de las escuelas estatales, los responsables solo se enteran de que faltan equipos y que se requiere reparar las estructuras, cuando recién se reinician las clases. Esta historia se repite desde la década de 1980. ¿Será que nadie puede cambiarla?

En tanto, los funcionarios de la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre parece que solo piensan en cómo aumentar las multas y qué empresas de grúas contratan para que se lleven los vehículos mal estacionados. Evitar el tráfico pesado en las calles o cómo prevenir los accidentes parece algo ajeno a sus tareas básicas. En consecuencia, los accidentes y las infracciones aumentan cada año.

Por otra parte, la justicia parece un sueño utópico, porque quienes han sido vinculados en actos de corrupción que involucran la sustracción de millones de dólares, disfrutan de medidas cautelares de país por cárcel e inclusive algunos casos han sido archivados. Ver condenados a varios corruptos parece una película de ciencia ficción. En consecuencia, muchos nos preguntamos si realmente se imparte justicia en Panamá. Y, también, cuándo cambiarán los métodos de elegir a los magistrados. Hoy tenemos a un presidente de la Corte Suprema al que, salvo cuatro gatos, nadie quiere. ¿Por qué será?

Los políticos creen que sus intereses son prioritarios. Hay ministros a los que les parece más importante posar en fotos para subirlas a las redes sociales, pero cuando se les pide que resuelvan los problemas comunitarios, parece que les fallan los sentidos o que no registran tales reclamos, pues ¡no hacen nada! Se les olvida que su gestión debe ser para todos los panameños, no para un selecto grupo de su simpatía; y que no deben politizar sus actividades, pero es lo primero que hacen. Sus decisiones deben ser de largo alcance y no para que resulten electos en la próxima campaña.

¿Cuándo lo entenderán?.

Hablando de mundos diferentes, debo referirme a Juan Carlos Tapia –cuyos comentarios escucho y respeto–, quien desde hace meses crítica la gestión del actual director de la Caja de Seguro Social, sin embargo, no recuerdo que se refiriera con igual crítica al exdirector y a los errores que hubo en su gestión. El anterior no respondió a todas las preguntas que le hicieron los diputados. Al parecer perdió la memoria, temporalmente, durante su comparecencia ante la Asamblea Nacional. Gastó más de mil millones de dólares en tecnología, sin hacer estudios previos, por lo que esta inversión no tuvo ningún impacto positivo en la institución.

Cabe señalar que hasta ahora el mayor gasto en que han incurrido todas las administraciones de la CSS es en publicidad. También se gasta en viajes y en la compra de automóviles, a pesar de que la escasez de medicamentos siempre es crítica.

Sobre la Ciudad Hospitalaria tampoco hubo un estudio a fondo de esa inversión. Si se investigara bien la gestión del director anterior, saldría a relucir que no hubo avances significativos, pero sí historias de persecución contra gremios y funcionarios.

Le recomiendo a los políticos que aspiran a forjar un mejor país que primero se conecten con las necesidades de la población, que salgan del mundo de la ciencia ficción o de la dimensión desconocida. Si esa conexión se lograra, entonces, podríamos avanzar.

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