Mejorando las relaciones con Panamá

Panamá recientemente emitió una orden de arresto contra el expresidente Ricardo Martinelli, indicando que cometió numerosos crímenes durante su mandato, incluyendo el uso de vigilancia ilegal hacia sus opositores políticos. La corrupción es un viejo enemigo en Panamá, pero un poder judicial independiente y los esfuerzos del presidente Juan Carlos Varela parecen indicar que ha comenzado un nuevo día.

Hace poco más de un año, celebramos el centenario de la apertura del Canal de Panamá, un evento que transformó el comercio global y solidificó una relación duradera entre EE.UU. y Panamá. Actualmente Panamá es la economía de más rápido crecimiento en la región, y EE.UU. son su mayor socio comercial.

También existe una amplia cooperación en seguridad entre los dos países. De hecho, fue a través de una colaboración con la agencia de Administración para el Control de Drogas (DEA) que Martinelli originalmente propuso su programa de vigilancia interna. Martinelli le pidió a la DEA que lo ayudara a intervenir teléfonos, ya que creía que periodistas, estudiantes, religiosos, y políticos planeaban matarlo. Los Estados Unidos se negaron.

El caso Martinelli representa una mancha negra rara en una historia de democracia exitosa. Desde que EE.UU. ayudó a deponer al dictador Manuel Noriega en 1989, ha habido una sucesión de líderes reformistas electos democráticamente. Este compromiso con la democracia ha demostrado su solidez.

La relación entre Panamá y EE.UU. ha prosperado nuevamente bajo la visión reformista de Varela, quien fuera miembro del Gobierno de Martinelli. Varela se postuló y ganó con una campaña contra la corrupción. Siendo antiguos aliados, EE.UU. debiese apoyar la lucha dolorosa pero importante de Panamá para acabar con la corrupción, que incluya los esfuerzos de Varela para reformar la Ley de Contrataciones Públicas. Ninguna otra cosa puede cimentar mejor la legitimidad de una democracia que la transparencia y la igualdad de condiciones.

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