Medios y política
La reciente información sobre las negociaciones que se hacen para vender acciones de la empresa mediática NEXTV a intereses extranjeros y su historial de los últimos años, hacen reflexionar sobre la relación estrecha que en el país tienen los medios de comunicación y el poder político. Esta incertidumbre que inquieta a quienes trabajan en tales empresas, parece ser una constante vinculada con el contexto electoral o electorero en Panamá.
Aunque esta sea la forma que adquiere el fenómeno, el asunto es mucho más complejo y profundo. Algunos teóricos consideran, entre ellos Gramsci, que existe un interés de los sectores dominantes por hacer que la sociedad tenga la misma visión del mundo y de la realidad y que por tanto los medios de comunicación, como plantea Althusser, se constituyen en ‘aparatos ideológicos del Estado'.
El autor italiano de Cartas desde la cárcel, define el Estado como ‘todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no solo justifica y mantiene su dominio sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados'. En el caso al que aludimos, la historia ha demostrado que estas condiciones van más allá de lo político y se constituyen en una forma adicional de lograr ganancias económicas por este conducto.
A finales de la década de los 50 y durante el gobierno de Ernesto de la Guardia, uno de sus ministros fue Fernando Eleta A., dueño de uno de los más importantes consorcios radiofónicos. Al final de esa gestión, se inauguraba el canal 4 de televisión, primero en lengua española (en la Zona del Canal existía el canal 8 del ejército estadounidense), de propiedad de ese conocido radiodifusor.
Al despuntar la década de los 60, una nueva administración se inaugura con el presidente Roberto F. Chiari y, precisamente, la familia de ese apellido establece Televisora Nacional, canal 2, que surge como competencia a la primera televisora. Ambas controlarían casi el total de las frecuencias existentes para ese medio. Luego, cuando el Estado precisa de canales para brindar el servicio, tiene dificultad por la saturación.
Durante el período de los militares, varios de ellos, sobre todo los ligados con la seguridad en el G-2, logran acercar, infiltrar y adquirir determinadas estaciones de radio en todo el país, sobre todo en la ciudad capital. En algunos casos, por intermedio de terceras personas prestanombres o de manera menos eufónica ‘testaferros'. El enmarañado sistema de asignación de frecuencias en el Ministerio de Gobierno y Justicia, facilitaba tal desorden. Hasta el general Torrijos estuvo vinculado a dos estaciones de televisión.
Varios ministros de esa institución cayeron en la tendencia. Uno de ellos, Rodolfo Chiari, llegó a gestionar a través de su asesor legal, Alejandro Moncada, concesiones en todas las provincias, incluso en la comarca denominada hoy Guna Yala. En la administración de Mireya Moscoso hubo un gran movimiento en la tenencia de estaciones de radio, gracias a que hubo un ministro de esa cartera, que era dueño de varias emisoras.
Lógicamente que en la administración de Ricardo Martinelli, hubo un ensañamiento con el ‘proceso de formación de una determinada voluntad colectiva, que tiene un determinado fin político…' para parafrasear a Gramsci al referirse a Maquiavelo. Consorcios de televisión al verse impedido de controlar TVN radios y periódicos pasaron a empresas controladas por sus asociados: Epasa, NEXTV, KW Continente, aparte del poderoso mini grupo Prieto.
Al analizar actualmente el régimen de concesiones en este ámbito audiovisual, se comprobará la relación entre políticos y tales estructuras de comunicación. Esta es una de las condiciones de un lento desarrollo cualitativo y el pobre papel pese a los rápidos y actuales avances tecnológicos- de esos instrumentos de relación de los diferentes grupos que deben consolidar nuestra sociedad.