Manual para lidiar con los funcionarios
Cansado ya de que los funcionarios públicos, sin importar que estén en el cargo por votación popular o por nombramiento, se crean nuestros superiores, en vez de nuestros servidores, he decidido escribir un breve manual para enseñarle al ciudadano a lidiar con ellos.
En primera instancia, hágale saber, preferiblemente ante testigos y con voz enérgica, no grosera, que usted es su patrón, ya que con impuestos usted paga su salario. Acto seguido indíquele que usted tiene derechos y que el servidor está en ese puesto, no para ponerle trabas burocráticas, sino para agilizar legalmente su solicitud.
Pregúntele la fecha exacta de la respuesta que espera y recuérdele que, según la Constitución Nacional, él tiene 30, solo 30 días calendarios para absolver la solicitud. En este punto, también recuérdele que si no lo hace en ese plazo, será objeto de una queja ante la Procuraduría de la Administración o ante la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información.
Esta se puede hacer vía internet, así que no le costará nada. Ese funcionario negligente hasta podría ser acusado penalmente, por incumplimiento de sus deberes, si no contesta en el plazo indicado.
Y aclaro, esto se puede aplicar contra cualquier funcionario, sea corregidor, policía, alcalde, representante, gobernador, diputado, ministro o hasta presidente.
Como se ha hecho buena costumbre, tome fotos cuando usted considere que el funcionario hace algo indebido o hace mal uso de los bienes públicos.
No deje que él lo intimide cuando toma la foto, alegando el derecho a la intimidad, pues en ese momento él ejerce funciones públicas, así que esas alegaciones son pura fanfarronada.
Por ejemplo, hágalo cuando usted vea que él marca el reloj de entrada y, posteriormente, se va a comprar chicharrones y chicha de naranja y, después de varios minutos, regresa, supuestamente, a trabajar.
La comunidad debe presentarse ante cualquier ministro o director de entidad autónoma a exigirle que se haga la obra pública que, con urgencia, se requiere desde hace varios años. Si el funcionario le informa que no hay presupuesto para esa obra, usted le debe indicar, entonces, que no adquiera automóviles nuevos para los jefes de esa institución cada año, que no compre nuevo mobiliario, que no se acompañe de tanta seguridad, que no cambie innecesariamente el logo de la institución, que deje de comprar tanto café y bebidas para su oficina, y que tome el café en su casa.
Si no lo hace, recuérdele que puede ser denunciado penalmente de peculado por omisión.
Si usted está haciendo fila para ser atendido en alguna institución estatal o municipal no deje que ningún funcionario permita que alguien, haciéndose el vivo o el importante, viole el orden de llegada. Enseguida sea enérgico y procure el apoyo de los demás para que esa persona ocupe el último lugar.
Como ejemplo propio, les informo lo que me pasó hace algunos días en el Registro Público, estaba esperando mi turno para hablar con el jefe de una sección, de pronto llegó una joven y otros funcionarios la hicieron pasar inmediatamente al despacho del jefe.
Enseguida protesté con energía y cuando la joven salió le indiqué que no tenía educación, que se había saltado la fila y que eso era un “juega vivo”. Ella me contestó que era abogada de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, y yo le enseñé que la Constitución indica que todos somos iguales ante la ley, a lo que ella tuvo que guardar un culpable silencio.
Tampoco deje que un funcionario, aunque diga que es abogado, le niegue ver un expediente contentivo de un proceso, administrativo o judicial, en el que usted es parte, pues eso viola la Ley Contencioso Administrativa o el Código Judicial, además de la Ley de Transparencia y, por tanto, es obligatorio enseñárselo.
Varios periodistas consideran que muchos panameños se dejan conguear, lo cierto es que no están alejados de la realidad. Su pasividad ante tanto abuso y atropello raya en la cobardía. Quizás, él no sabe que tiene derecho a exigir cuentas por los impuestos que paga y que no es de cuerdos, sino más bien es de tontos, esperar que el político venga cada cinco años a prometerle, nuevamente, lo que nunca realizará o cumplirá.
Al funcionario público, cualquiera que sea, hay que exigirle un buen desempeño todos los días, porque nuestro derecho no nace o emerge cada cinco años. Ellos deben cumplir con sus obligaciones hasta los domingos en la noche, y si no les gusta, ¡renuncien! Ya es hora de que este pueblo despierte.