lucha por la democratización de Panamá
Tras el retorno del general Omar Torrijos a Panamá, en diciembre de 1969, el país tomaría un rumbo diferente. El jefe militar acababa de desbaratar una conjura derechista para desplazarlo del poder, pero sabía que sin apoyo popular era imposible emprender un proceso dirigido a la transformación social, económica y política, que desembocaría en 1977 en la firma de los Tratados del Canal.
Torrijos, quien encabezaba la corriente democrática en una Guardia Nacional permeada por diversas tendencias políticas, tomó la decisión de acercarse a las organizaciones sociales para explicar su proyecto nacional que denominaba ‘yunta pueblo-gobierno '. Uno de esos primeros pasos, fue iniciar un diálogo con los aguerridos estudiantes del Instituto Nacional. Ellos habían soportado con coraje el cierre consecutivo del plantel, en una actitud de resistencia al militarismo y desafío a las clases elitistas dominantes.
Sin un libreto escrito, el jefe militar llegó al Nido de Águilas, acompañado por el licenciado Damián Castillo Durán y un cercano colaborador, el empresario Demetrio Basilio Lakas, quien ocuparía el cargo de presidente de la República. La reunión con estudiantes graduandos fue tensa y llena de recriminaciones, pero derivó en una comisión para entablar un diálogo a favor de la democratización y la materialización de conquistas del movimiento popular.
Con listas en mano, la clase institutora del 70 acompañó a Torrijos para abrir las celdas de las cárceles donde estaban recluidos los presos políticos y aquellos que habían sido detenidos en combates en la lucha armada que encendió al país luego del golpe de Estado del 11 de octubre de 1968. Ese hecho, poco conocido por las nuevas generaciones, marcó el comienzo de una era en la definición del horizonte del movimiento estudiantil que recuperaba las banderas de la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP).
Los institutores de esa abnegada generación aceptaron la invitación de Torrijos para ayudar a incorporar a los explotados trabajadores de la industria bananera al régimen de seguridad social, y emprendieron una campaña de alfabetización en las montañas, desarrollaron trabajos comunitarios en áreas indígenas y zonas de cañaverales, donde los jornaleros estaban sumidos en la miseria.
A ellos se debe la campaña emprendida para que el Alma Mater fuese declarada monumento histórico nacional, lo que se conseguiría un año más tarde a través de un decreto del Gobierno. Los institutores de entonces, marcharon contra la guerra de Vietnam y exigieron la libertad del líder sudafricano Nelson Mandela, víctima del modelo segregacionista del Apartheid. Asimismo, ayudaron a llevar Cultura y Educación a zonas marginales urbanas.
Centenares de profesionales de esa valiente generación ocupan posiciones prominentes en la industria, el comercio, instituciones científicas y culturales, y en el área del Canal de Panamá. En sus corazones perdura el orgullo de haber defendido en las calles la soberanía nacional, y exigido el desmantelamiento del enclave colonialista. Su contribución al desarrollo está marcada por grandes ejecutorias y sacrificios, y por un gran respeto hacia los docentes que ayudaron a labrar el campo florido del conocimiento.
En la conmemoración del XLV Aniversario de la promoción del 70, la clase institutora desea compartir con el pueblo panameño su alegría, e invita a todos a una Misa de Acción de Gracias el viernes 27 de noviembre, a las 6:30 p.m., en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en el sector de Carrasquilla. Decenas de voces del Coro Música Viva darán a la misa un tono especial, en homenaje a los egresados y egresadas que portan en sus pechos la bandera tricolor.