Los Deportes Que Nos Trajo Julio

Julio fue un mes pródigo en desafíos deportivos, en los cuales nuestros atletas tuvieron una actuación destacada. Tres torneos internacionales nos mantuvieron en vilo durante todo el mes, acaparando la atención pública que seguía la narración televisiva y radial de las peripecias de nuestros jugadores con sus competidores. Seguimos el desarrollo de la XIII Copa Oro y de los XVII Juegos Panamericanos; contuvimos la respiración, nos enfurecimos y saltamos de gozo a medida que se presentaban las diferentes posibilidades. Aún le damos seguimiento y nos mantenemos informados sobre los Juegos Parapanamericanos que se desarrollan en Toronto.

Las alternativas de la Copa Oro nos dejaron un sabor agridulce, pero una valiosa experiencia. El sabor agrio inicial se debe a un desastroso arbitraje, reconocido así por expertos analistas del mundo entero vinculados directamente al fútbol o a medios deportivos. Salvo contadas excepciones, el consenso ha sido que el arbitraje fue sesgado en nuestra contra desde el momento en que nos obligaron a seguir en la cancha con un jugador menos que los adversarios, hasta privarnos del triunfo al final por un penal inexistente.

Perdimos el juego, pero ¿qué ganamos? Muchísimo: jugadores que demostraron fibra combativa, manteniendo su ventaja en el marcador hasta el final, a pesar de la inferioridad numérica impuesta desde el inicio del juego; que mostraron cordura y control emocional, evitando actos violentos por una decisión descabellada a la vista de todos; que volvieron a la cancha para cumplir con su hombría de bien, a sabiendas del resultado adverso previsto.

Por todo ello, ganó nuestro fútbol. Ganó también nuestro país, cuando una opinión mundial reprochó la injusticia cometida y el organismo organizador de la competencia ordenó investigar los antecedentes del árbitro y de su designación. El balance final es que tratamos de ‘tú a tú' a los dos gigantes del área; los igualamos en el terreno de juego, ganándole a uno en buena lid y perdiendo con el otro en indignante final.

¿Qué nos puede quedar de experiencia? Que en este deporte hemos avanzado paulatina y consistentemente. No somos una potencia futbolística —todavía—, pero nuestra Marea Roja no es la sombra de lo que fue el fútbol panameño décadas atrás, cuando cada vez el resultado final desastroso era conocido antes del primer pitazo. Gracias al trabajo disciplinado de jugadores profesionales que aman este deporte, al apoyo económico privado, a la acción de un grupo de dirigentes decididos y complementado por la iniciativa de jóvenes entusiastas que idearon el eslogan e inyectaron la energía que hoy estimula a la fanaticada, estamos logrando altos niveles de calidad profesional.

Por su lado, en los Juegos Panamericanos de Toronto participaron 44 atletas en 12 disciplinas. Logramos dos medallas; ocupamos la posición 24 entre 31 países participantes. En fútbol nuestra ‘Rojita' se lució ante a Perú, pero luego cayó dos veces. Fue su primera participación en los Panamericanos y demostró que tiene prospectos con madera para constituir la generación de relevo de sus mayores de la Marea Roja. Desempeñaron un buen papel y se foguearon para sus próximas justas. Y los Parapanamericanos nos trajeron una impresionante cosecha de medallas que también dejan muy en alto el deporte panameño.

Exhorto a los panameños a aplaudir a todos los deportistas que compitieron en julio. Lo merecen, por los sacrificios personales exigidos en su preparación y la valentía con que cada uno participó, llevando orgullosamente la representación nacional. Solo resta que exista el apoyo gubernamental para ofrecer las infraestructuras necesarias, para incentivar el deporte desde las escuelas y para otorgar becas dentro y fuera del país a deportistas prometedores.

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