La lucha por mantener la competitividad:

La economía de Panamá ha disminuido el ritmo de crecimiento al que estábamos acostumbrados, no obstante, al comparar las tasas de los últimos años vemos que aún mantiene un crecimiento moderado y estable. Esto, más que sonar negativo, representa una gran oportunidad para todos, específicamente para que empecemos a hacer las cosas de manera correcta.

La disminución del crecimiento económico que se registra en la producción interna del país pasó de 11.8% en el año 2011 a 5.8% en el año 2015. La tasa de crecimiento promedio ha sido del 8.5% durante los últimos 10 años. Hemos dejado de crecer y esto se conoce como desaceleración económica.

La desaceleración no es mala; forma parte del ciclo económico que experimentan los países. Más que ver las cifras para comprobarlo, esto se nota en la actividad diaria, con menos ofertas de empleo porque las empresas están siendo más cautelosas; también cuando los clientes de las empresas deciden comprar o contratar menos servicios o cuando los inversionistas optan por invertir en menor escala, esperando nuevas señales de confianza de la economía

La desaceleración económica o una baja en el crecimiento de la economía no es algo necesariamente malo, como tampoco grave, menos cuando se toman los correctivos adecuados a tiempo. Tomar las precauciones y acciones correctivas depende mucho del rol de la sociedad y de cada ciudadano de cara a no descuidar la economía que, como país, hemos mantenido hasta ubicarnos como una nación globalizada que registra un alto crecimiento y estabilidad social.

Una parte de la desaceleración económica proviene del contexto exterior y de la situación particular del mundo. Es decir, algunas economías importantes, como es el caso de Estados Unidos, China y de Europa, presentan cierta disminución en su crecimiento, lo que repercute en los pequeños países. A esto se suma el caso de ciertas economías amigas, como Brasil, Argentina y Chile, cuyos efectos también nos tocan.

Pero, así como un tercio de la economía pertenece a la inversión extranjera, otros dos tercios (muy importantes) de la economía se dividen entre el sector privado y el sector público, que juegan un rol fundamental en el crecimiento. Cada uno tiene la responsabilidad de empujar a la economía y no dejarla caer.

El sector privado, llevando a cabo proyectos, invirtiendo a favor de la producción y contratando personal; y el sector público dando las guías/orientaciones correctas, fomentando la actividad privada y ejecutando el presupuesto nacional en obras con rentabilidad social.

No preocuparnos por la economía es grave, y no mantener un crecimiento sustentable pone en riesgo el ingreso de las familias, las oportunidades laborales y el acceso a las necesidades básicas tan importantes para la calidad de vida.

Hoy surgen dudas en cuanto a la inversión extranjera, y no podemos escapar de esa realidad. Nuestro país se encuentra en el ojo del mundo por la situación particular de ciertas empresas que no representan la imagen ni la situación del país.

Lastimosamente, eso es lo que percibe el mundo, aunque no represente la realidad que viven los ciudadanos que se despiertan muy temprano para ganarse, de manera honrada, el sustento de sus familias. Tampoco representa a esos emprendedores que buscan ofrecer productos o servicios de manera distinta a través de la innovación. Mucho menos representa a los empresarios honestos, comprometidos con el desarrollo social del país.

La mayoría de los ciudadanos panameños trabaja de forma honesta. Si por parte de terceros se han cometido errores en materia de transparencia y corrupción, entonces debemos enfrentarlos como sociedad y aplicar los castigos que estipulen las leyes. Ningún país corrupto erradica la pobreza, ni mucho menos logra la riqueza y el progreso de su pueblo. En eso debemos estar todos claros si queremos un país en el que nuestros hijos vivan mejor que sus padres y abuelos.

Este es un llamado a nuestros líderes para que demuestren su capacidad y voluntad de guiarnos, como sociedad globalizada y competitiva de la región y el mundo. Urge que solucionen los problemas que enfrentamos y que apliquen los correctivos para prevenirlos.

De nada sirve tener líderes si estos se quedan de brazos cruzados, viéndose las caras los unos a los otros y sin hacer nada. Panamá cuenta con muchos recursos que se podrían utilizar de manera eficiente, pensando a largo plazo. Solo nos falta la voluntad de luchar hasta convertir a Panamá en un país próspero, transparente y productivo.

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