La crisis del programa de pensiones

La evolución del programa de pensiones de las instituciones de seguridad social pasa por tres etapas: en la primera, hay ingresos sin egresos; en la segunda, ambos se equilibran, y en la tercera, debido al aumento de la esperanza de vida y a la cantidad de pensionados y jubilados, los egresos superan a los ingresos, de manera que la relación cotizantes activos/jubilados y pensionado se acorta. Todo buen gobierno debe conocer ese curso, advertido en su momento por Don Manuel María Valdés, quien señaló que el Estado no estaba tomando las providencias para atender esa demanda. Ahora, se está creando una situación de alarma, al señalar que el programa puede colapsar si no se toman enérgicas medidas; pero ¿cuáles serían las mismas? La respuesta no es sencilla, pero para encontrarla tenemos que recurrir a la base sobre la que descansa toda la seguridad social: la solidaridad, que no ha de limitarse a lo interno de la institución: el joven se solidariza con el anciano; el sano con el enfermo y el que más recursos aporta, con los que menos tienen; sino que se debe recurrir a ingresos externos y no castigar a los asegurados con mayores cuotas o aumento en las edades de jubilación. Esos ingresos externos han de provenir de una reestructuración de la carga impositiva que garantice que los que mayores ingresos tienen han de pagar más, y así lograr una adecuada redistribución de las riquezas. El Gobierno tiene la oportunidad de oro de someter este tema a un profundo y amplio debate nacional, y encontrar una solución definitiva a esta encrucijada que puede derivar en nuevos conflictos sociales.

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