La Corte Supremade Justicia:

Los últimos acontecimientos de la máxima corporación de justicia constituyen la gota que desbordó el vaso. Las declaraciones del magistrado Harry Díaz causaron asombro, indignación, repudio y creo que hasta asco. Observar cómo con gestos y expresiones fuera de lugar se refería a sus colegas y a su institución, y lo más lamentable se refería así mismo, refleja en su justa dimensión, cuán profundo hemos caído en la sagrada administración de justicia.

Un juez o un magistrado debe y tiene con sus acciones que proyectar decencia, ecuanimidad, sus palabras y actitudes son referencia para la sana convivencia, la sociedad en su conjunto cifra esperanzas en el justo objetivo e imparcial criterio de los operadores judiciales.

Esta situación no es novedosa, en varias ocasiones magistrados han comentado las irregularidades en la Corte, acusaciones van y vienen, tráfico de influencias, venta de fallos, presiones a juzgados inferiores, intromisión del Ejecutivo, acuerdos indignos con la Asamblea, esto forma parte del menú diario de la institución.

También consideramos indigno la actitud de exmagistrados que ahora van a los medios y se rasgan las vestiduras como los más honestos y decentes, incluso una exmagistrada cuando en una entrevista impresa se le preguntó, de 1 a 10 cómo califica la corrupción en la Corte cuando usted fue magistrada, y manifestó que 7. La interrogante de rigor es ¿por que no lo denunció en su momento; por qué no salió como lo hace ahora en la televisión diciendo ‘denuncio esta corrupción y renuncio’, por qué no puedo trabajar de esta manera? Pero perder el montón de privilegios que posee un magistrado debe ser muy difícil.

Las denuncias del magistrado Díaz debieron ir acompañadas de su renuncia irrevocable y ponerse a disposición de las autoridades competentes por las faltas cometidas y que públicamente aceptó.

Le corresponde a la Asamblea Nacional la última palabra, la solicitud formal de la junta directiva de la Corte para investigar los hechos, tiene que realizarse con celeridad, transparencia y en estricto derecho. El magistrado Díaz tiene que presentar las pruebas para comprobar los hechos que denunció. De ser ciertas, todos los involucrados deben enfrentar la ley.

Pero cualquiera que sea el resultado, el problema no se soluciona, por el contrario, se complica. ¿Qué hacer? Toca a una persona liderar la cruzada para el adecentamiento de la justicia en todos sus niveles. Le corresponde a la persona que el pueblo escogió el 4 de mayo de 2015 asumir el rol para la cual fue electo. No puede lavarse las manos y tirar la pelota. En su programa de gobierno vendió la promesa de una constituyente, pero por razones aún no claras, manifiesta que las condiciones para la constituyente no están dadas.

Pues distinguido presidente, encuentre la forma de arreglar el entuerto, la tragedia en que está sumergida la justicia panameña, no aceptamos excusa de la no intromisión en asuntos internos de otro órgano del Estado; el pueblo lo eligió para tomar decisiones en favor del bien común. Piense y actúe como un verdadero estadista, consulte, pregunte, asesórese; pero tome decisiones, En nuestro estado presidencialista, la última palabra la tiene usted, o emula a Poncio Pilato, distanciándose y mandando el problema a otro lado, o se erige como lo que el pueblo espera del presidente constitucional de la República: un verdadero líder.

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