La corrupción, una institución en el país

Una institución es una práctica social que se hace de manera casi irreflexiva y que tiene grado de aceptación. Es decir, que se realiza como una costumbre, sin pensarlo mucho. Algunos sectores de la población la aceptan y practican, mientras que otros ni la aceptan ni la practican.

En la sociedad hay muchas prácticas sociales que se han convertido en instituciones, por ejemplo: El matrimonio, la prostitución, el bautismo, el “bien cuidao”, la homosexualidad, el alcoholismo, el nepotismo, el secretario o “pavo” en el transporte, la coima y la corrupción.

Como se observa, hay instituciones positivas y negativas, pero las de mayor efecto negativo para el crecimiento saludable de la sociedad panameña están ganando más adherentes, desde los sectores populares hasta los de las cúpulas de poder político, económico, social, cultural y académico.

La corrupción alcanzó su clímax histórico en 112 años de vida republicana, en el período anterior de gobierno (2009 -2014), hecho que ha sido evidenciado con la detención de la mayoría de los ministros de ese período. Ahora, sobre el expresidente pesa una orden de detención para deslindar un proceso, ordenado por la Corte Suprema de Justicia (CSJ).

Después del clímax corruptivo, esta institución se sigue difundiendo, como lo hace el zika, a pesar del verano intenso o en analogía de un gobierno lento y transparente. Es así como en todos los órganos del Estado, entiéndase Asamblea Nacional, gobierno y la CSJ, y otras instituciones como el Tribunal Electoral (TE) siguen el contagio de esta epidemia de corrupción institucional.

Basta repasar los incidentes y denuncias que han sido divulgados y televisados en los medios de comunicación, por ejemplo: Las declaraciones del magistrado Harry Díaz contra Ayú Prado, el nepotismo del magistrado del TE, el uso de la placa de un diputado en el automóvil de una persona detenida por la Policía Nacional; la detención de un vehículo del Sinaproc con drogas, y el de una funcionaria de la Asamblea con casi un millón de dólares; el ortorgamiento de una licencia al ministro consejero del presidente, que enfrenta denuncias internacionales; una viceministra acusada por sus escoltas por mandarlos a pasear a ‘Gucci’, la perrita más famosa del país, y el archivo de las querellas contra el magistrado presidente de la CSJ por parte de la Comisión de Credenciales, en un acto fuertemente criticado en los medios, sobre todo, por la forma en que se dio la sesión, con la intervención de otros diputados que no eran de la comisión.

En este contexto, parece que la corrupción institucional permanecerá por muchos años más en Panamá, si no se empieza por hacer un cambio en las instancias de poder, de cara a una administración honesta y transparente; y si persiste la idea de que gobernar es hurtar todo lo que se pueda.

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