La ciudad colapsada

Las transformaciones socio-ambientales asociadas al crecimiento económico nos pasan la factura con graves consecuencias en el entramado social denominado “ciudad”. La temporada lluviosa da cuenta de esto, y solo basta que caiga una leve precipitación para que se produzcan inundaciones.

Los intentos por mostrar una ciudad fastuosa, repleta de edificios que propician la contaminación visual, antagoniza con el entorno ambiental. El crecimiento escasamente posee una planificación que identifique y logre armonizar todos los elementos inherentes a lo urbano de manera ordenada.

Como expresión social, la ciudad de Panamá exhibe desorden y poca articulación entre sus componentes y lejos de integrar, segrega, margina y polariza. La colonización de los espacios urbanos se ha hecho bajo un modelo que podemos denominar de “rapiña” y este se expande hacia las periferias este y oeste.

Hoy presentamos signos inequívocos de una ciudad enferma, con amplias posibilidades de colapsar. Las recurrentes inundaciones y los trillados paliativos (dragados) no dan cuenta de una gestión urbana que disminuya los riesgos y las consecuencias de la falta de sistemas de drenaje, con capacidad de absorción, por eso, las constantes lluvias dan al traste con el “modelo” de ciudad en venta.

El crecimiento actual muestras claras señales de insostenibilidad en lo ambiental. Ni pensar en lo social, por los desplazamientos, casi obligados, hacia la periferia en donde la oferta inmobiliaria se ajusta a las posibilidades económicas reales de la mayoría de la población.

Con frecuencia, lo insostenible se revela bajo una ecuación simple: las precipitaciones pluviales, por un período determinado, más la marea alta dan como resultado alta vulnerabilidad ambiental, con avenidas inundadas, deslizamientos de tierra y demás desastres, producto de la inadecuada intervención del hombre en el medio natural.

Otro elemento es la subvaloración del caudal hídrico de algunos ríos y quebradas de las zonas urbanas, debido a la escasa y deficiente referencia de estudios que describan el comportamiento de estos, lo que hace más desalentador el panorama.

A lo anterior hay que sumar el rezago de las altas entidades del Estado en lo que respecta al conocimiento objetivo del presente ambiental. Ni mencionar a los gobiernos locales, más pendientes de la oferta de forma que de fondo. Por ejemplo, el manejo del potencial hídrico al servicio del comercio mundial por parte del la Autoridad de Canal de Panamá se contrapone a lo que hacen el Ministerio de Ambiente y otras instituciones vinculadas al tema.

Algunas zonas urbanas recibirán el recurrente impacto de la ecuación enunciada antes, con graves consecuencias. Las medidas paleativas que se aplican solo afrontan las consecuencias, pero dejan de lado el conocimiento consciente de los verdaderos factores que generan el problema.

En resumen, si no abordamos este asunto de forma integral, tragedias como las que ocurrieron la semana pasada en el corregimiento de Juan Díaz, en algunas localidades del distrito de San Miguelito, en la provincia de Panamá Oeste y en otras zonas, serán más recurrentes y con impactos en amplios en los sectores poblados.

Los recientes hechos socioambientales (inundaciones, deslaves y otros) evidencian la situación de vulnerabilidad de un considerable número de panameños, en distintas áreas de la geografía nacional. Son las víctimas del desencuentro entre la dinámica económica, la oferta ambiental, los modelos de intervención del llamado “desarrollo urbano” y de una institucionalidad con evidentes signos de marasmo.

Aun cuando se legitime la supuesta naturalidad de algunos eventos en el entorno social, desde las instituciones pertinentes, esa perspectiva es una ruta equívoca para el desarrollo de los modelos de intervención. En el fondo, los muchos subsidian el riesgo que pueden enfrentar unos pocos. ¿Quiénes son los más vulnerables?

Al final de todo es que los pobres aparecen como parte de la ecuación y en una suerte de encrucijada: ¿es la pobreza la que agrava los eventos socioambientales o son los eventos socioambientales los que agravan la pobreza?

 

Los comentarios están cerrados.