¿Gritaremos a tiempo?
‘No hay hombre ni partido que en la balanza de la justicia eterna valga o pese lo que valen y pesan el hombre, el honor y la nación misma’, Eusebio A. Morales, 1916.
El pensamiento que encabeza este escrito se lo debo al profesor Jaime Turner, pero el chiste que resumo y que va a continuación es un aporte del Dr. Leopoldo Santamaría:
Están los pasajeros esperando el vuelo de salida cuando llega el copiloto con anteojos oscuros y un bastón blanco, tanteando el camino. Una azafata les aclara que, si bien es ciego, es el mejor copiloto de la aerolínea. Al rato, llega el piloto, igualmente con anteojos oscuros y bastón blanco, asistido por dos azafatas. La encargada de la sala tranquiliza a los pasajeros y les explica que, aunque también es ciego, es el mejor piloto que tiene la empresa y que ambos, piloto y copiloto, son la mejor dupla de la compañía.
Ya a bordo, el avión empieza a carretear, tomando cada vez más velocidad, con los pasajeros aterrorizados porque no despega. Sigue avanzando y casi se acaba la pista cuando, en súbita explosión de histeria general, los pasajeros comienzan a gritar como endemoniados. Entonces, el avión despega y toma altura. En ese momento, el piloto le dice al copiloto: ‘El día que los pasajeros no griten, ¡nos hacemos mierda!’.
‘Así está nuestro país dice el galeno queriendo ser gobernado por ciegos o que no quieren ver la realidad, a la espera de que el pueblo grite para levantar vuelo. ¡Yo creo que como no gritamos nos están haciendo mierda!’.
En 1947, gritamos: los EE.UU. evacuaron los 136 sitios de defensa, pero los volvieron a armar en 14 bases dentro de la Zona y dejamos de gritar. En 1955, asesinaron al presidente Remón y nos arrancaron exenciones de impuestos que superaban las ventajas comerciales del Tratado, y tampoco gritamos. El 9 de Enero nos mataron a 23 e hirieron a 500 y, por no gritar más fuerte, nunca pidieron perdón ni nos indemnizaron.
En 1974 logramos la Declaración Tack-Kissinger sin gritar; pero en 1978, se le introdujeron ilegalmente enmiendas, reservas, entendimientos y condiciones a los Tratados, y no gritamos porque muchos se resignaron ‘bajo el paraguas del Pentágono’.
En 1981, asesinaron al general Omar Torrijos y no gritamos, a sabiendas de que lo eliminaron por su cercanía con Cuba, Nicaragua y el FMLN de El Salvador, además de sus pláticas con Japón. Con su muerte, sus herederos comprendieron que se achicaba la libertad, pero ni Martín Torrijos ni el PRD se interesaron en presionar por una investigación seria.
En 1985-1986, le exigieron a Manuel Antonio Noriega cortar con Cuba, atacar a Nicaragua, permitir el entrenamiento de la Contra, cesar negociaciones con Japón y desarticular la iniciativa de Paz de Contadora. Al negarse, EE.UU. desestabilizó a nuestra Patria e invadió el 20 de Diciembre, con 4000-7000 panameños muertos. Y no gritamos porque los invasores lanzaron operaciones psicológicas de largo alcance ¡para tapar tanta infamia!
Gritaron vivas los que arrojaron flores a los invasores, quienes nos impusieron una administración neocolonial, algunos de cuyos funcionarios tenían en EE.UU. expedientes por narcotráfico, lavado de dinero y financiar el terrorismo.
De 2002 en adelante, los invasores impusieron, haciéndonos violar nuestra Constitución, múltiples canjes de notas sin aprobación legislativa, según las cuales las fuerzas armadas norteamericanas ejercen jurisdicción, entran y salen libremente del territorio nacional y realizan maniobras por tierra, mar y aire (Tratado Salas-Becker). El pueblo no gritó porque esos acuerdos eran y son secretos y porque los invasores avalan a cada uno de los partidos políticos que llegaron al poder desde 1990.
En abril de 2016, EE.UU. (a través John Doe, de la CIA) sustrajo 12 millones de documentos de Mossack-Fonseca y se los entregó al Zuddeutsche Zeitung y a periodistas investigativos para bautizarlos ‘Panama Papers’ en una conspiración para destruir a nuestro país. Y desde mayo, EE.UU. nos condena a la opresión colonial y a perder nuestra memoria e identidad histórica al negarles la existencia a los diarios del Grupo Editorial El Siglo – La Estrella de Panamá , GESE .
Ya que nuestros pilotos y copilotos, además de ciegos, son sordos y cretinos, me pregunto si gritaremos a tiempo para que este avión de la Patria alce vuelo y no se estrelle con todos nosotros dentro, luego de tragarse toda la pista: antes de que nos llegue el fin de la Historia ¡y nos hagan mierda!
Julio Yao Villalaz