Estado fallido…?
El pobrísimo desempeño de la acción gubernamental, inobjetablemente expresado en la asfixiante burocracia, y en la más impactante de sus consecuencias, la contracción económica, impone, con carácter de urgencia notoria, el reconocimiento del estado de situación. La ineficacia de la acción gubernamental es un secreto a voces, que no permite más pérdida de tiempo. Y si quien debe aplicar los correctivos inmediatos no actúa, los funcionarios con mando y jurisdicción deberían tomar las iniciativas congruentes con la magnitud y profundidad del estado de cosas; el momento no es propicio para que el aparato institucional esté apagando fuegos y continúen profundizándose problemas tan simples como el suministro de agua potable, el nombramiento de educadores o la reparación de escuelas, los servicios de salud, el mantenimiento de las vías públicas o la inseguridad frente a la creciente violencia. No es hora de programar consultas de evaluación de la gestión ni mucho menos para rotar a funcionarios que evidentemente no han sido capaces de resolver problemas elementales de sus respectivas competencias. Sr. Presidente: Las crisis son excelentes oportunidades para tomar decisiones que traduzcan impacto social, favorable a la mayoría, porque el interés público debe primar sobre intereses sectarios de cualquier índole. Es preferible actuar y equivocarse, que equivocarse por no decidir.