Es urgente fortalecer la transparencia

La corrupción en Panamá es de vieja data. Si revisamos la historia política del país a partir de la separación de Colombia, veremos que por un lado fuimos afortunados en nuestros anhelos de secesión.

El rechazo del Tratado Herrán-Hay por parte del Senado colombiano fue una coyuntura favorable para que Estados Unidos –que tenía interés en la construcción del Canal– apoyara nuestra causa separatista. De otro modo, Colombia habría perpetuado su presencia en el istmo, con todas las humillaciones de que éramos víctimas.

Es innegable que algunos de los llamados próceres expusieron su integridad física cuando esa causa estaba en ciernes, pero cristalizó con la intervención estadounidense, que fue el desenlace propicio para la fundación de la nueva República independiente, aunque, claro está, mediatizada hasta la desaparición del colonialismo.

A lo que debo referirme es que en ese ajedrez político de 1903, la naciente oligarquía se repartió la riqueza nacional desde el poder, y se perpetuó en cada torneo electoral en que fue nula la opinión del electorado. Y Estados Unidos no dejó de intervenir para mantener sus intereses hegemónicos.

De esta forma, una oligarquía fuerte e inamovible clavó sus anclas en el poder ejerciendo actos de corrupción de toda clase. Mientras, los de abajo, los desheredados de la fortuna, eran seducidos por los partidos políticos de su propia costura. Así, por muchos años el pueblo no pudo contar con partidos ideológicos que velaran por sus propios intereses.

Escasamente, el Dr. Demetrio A. Porras logró inspirar cierta confianza en los sectores rurales y de la ciudad y con algún esfuerzo electoral logró llevar al hemiciclo legislativo a ciertas figuras de su Partido Socialista. Estos también, desde otras trincheras independientes, descollaron después como diputados progresistas.

Pero aun con esas variantes, el panorama político no dejaba de dibujarse corrupto y los llamados “rabiblancos” seguían mandando en cada cuatrienio.

No todo fue en vano. Alguna inspiración redentora inyectaron en las masas irredentas los exiliados de Franco y aunque sus ideas eran anárquicas, sus inquietudes coincidían con las que mantenían en alto los socialistas y comunistas, cuando ya, pasada la Segunda Guerra Mundial, se empezaba a definir el camino democrático, con el estallido de la Federación de Estudiantes de Panamá y el Frente Patriótico de la Juventud. Cuando este se constituyó en partido político, alguna evolución positiva se observó en la conciencia del pueblo, porque ya la oligarquía en el poder empezaba a resquebrajarse.

A pesar de estos altos y bajos, en el Panamá actual persiste la corrupción, sobre todo en las capas altas. Su poder mágico de seducción sigue corrompiendo a los de abajo. Y, por lo que observo ahora, pasará mucho tiempo antes de que el poder político se adecente de verdad.

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