Entrevista fuera de lugar con Mulino
Soy uno de los panameños, como abogado y periodista, que me encuentro muy herido con todo lo que el país conoce de la enorme corrupción durante el gobierno anterior, lo que ha originado en el ambiente nacional un campo minado y espinoso, que amerita, de los que somos auxiliares de la justicia, manejarnos con responsabilidad, tacto y debida cautela en todos nuestros actos y pronunciamientos, observaciones que me permito hacerle al actual presidente del Colegio Nacional de Abogados (CNA), José Alberto Álvarez, concretamente en lo siguiente:
Me enteré por los medios que él tuvo la oportunidad el lunes de visitar al exministro de Seguridad José Raúl Mulino, en su celda de la Policía de Ancón, donde se encuentra en detención preventiva, a órdenes de la Fiscalía Tercera Anticorrupción, pero lo hizo solo, sin la compañía de dos miembros más de la directiva del gremio que él representa, a quienes se les impidió el paso a la celda.
Soy del criterio de que esa privación para impedirle el acceso a sus acompañantes para hacer la entrevista, debió ser protestada por Álvarez, lo que podría favorecerlo de cualquier malentendido. Recordemos que Mulino fue una pieza importante dentro de la pasada administración, por lo que el presidente del CNA debe entender que para esa conversación le iba a hablar naturalmente de lo que le interesa a él (a Mulino).
Además, como miembro del CNA, no debió realizarse si las autoridades policivas hubieran insistido en prohibirle el acceso a sus acompañantes a que hago mención y, por otra parte, la verdad sea dicha, esa conversación resultaba innecesaria, ya que Álvarez podía buscar el camino directo hacia el expediente, cuya lectura no le sería negada, por lo menos en sus aspectos más fundamentales, para establecer si en el caso de Mulino habría exceso en la medida cautelar que se le aplicó.
Por otra parte, en opinión favorable al presidente del CNA, comprendo que lo inquieta que todas las investigaciones que lleva adelante el Ministerio Público se hagan dentro del debido proceso, ya que una torpeza en ese sentido conduciría a que al final un verdadero culpable viera, alegremente, desplomarse todo el proceso en su contra y quedar a salvo de la justicia, como ha ocurrido en tantos juicios en nuestros tribunales y en los que son duchos muchos defensores.
Sé perfectamente que con esos errores adrede o no, sus defensores no requieren de mayor esfuerzo en sus gestiones, ya que nada más tienen que fijar su óptica en los traspiés que da el funcionario de instrucción, para salir avante con su cliente, que puede ser el mayor corrupto, a lo que apunto, no debo pasar por alto que inocentes sean condenados, debido a esas trastadas como ocurre en cualquier país y que luego la sociedad se sienta, con razón, burlada. Apelamos a que nada de eso ocurra en estos escandalosos casos de corrupción que se investigan.