El Desafío A La Globalización

El camino empieza por repensar la economía, poniéndola al servicio de los pueblos y no del dinero y de la acumulación indiferente. Se trata de una economía popular y comunitaria, inspirada en la dignidad humana y la prosperidad de los pueblos. Una economía que es la alternativa humana a la globalización excluyente y que adhiere nuevos paradigmas como la filosofía del Buen Vivir, la Madre Tierra y las luchas de reivindicación social. Denuncia al colonialismo, de ayer y de hoy, que se expresa a través de empresas transnacionales que agotan los recursos de los pueblos; de supuestas luchas contra la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo que no logran contrarrestar estos males, pero que sí victimizan a los pueblos, y que se expresa también a través de la concentración monopólica de los medios de comunicación, que alienan a continentes enteros a través de un nuevo colonialismo ideológico.

En contraposición a este colonialismo, se propone un sí al encuentro entre pueblos y culturas felices que trabajan por la paz. La nueva economía enfatiza la importancia de los movimientos sociales como una fuerza motriz y los exhorta a mantenerse firmes en la unidad frente a todo intento de división, y sobre todo a ser agentes de un proceso de cambio que ya no tiene vuelta atrás. Para avanzar en este desafío, es necesario que los pueblos se unan en el camino hacia la paz y la justicia, el cual se funda en los derechos del hombre y de los pueblos, especialmente en su derecho a la soberanía e independencia, sin tutelajes ni injerencias. Implica también la unión en la defensa de la tierra como casa común y en la lucha de los movimientos y pueblos por alcanzar las 3Ts que dignifican al hombre: trabajo, tierra y techo.

Es el discurso de un hombre de su tiempo, que le habla a todos y que es capaz de pedir perdón por los errores del pasado, pero que a la vez denuncia y anuncia un nuevo orden. Con la humildad y sabiduría de quien habla desde el corazón y no desde falsas posturas elegantes, termina pidiendo a los que son capaces de rezar, que recen por él, y los que no, que por favor le piensen bien y le manden buena onda. Es Francisco en Bolivia. Es el poder de la palabra que recuerda que la esperanza no defrauda y que devuelve la fe en la humanidad. Una humanidad cuyo futuro, ha dicho, no está en manos de las elites, sino en los pueblos y en su capacidad de organizarse, reconociendo una fe que es revolucionaria y que desafía la tiranía del dinero y de la globalización excluyente.

 

Los comentarios están cerrados.