Deberían suspender todas las nuevas hidroeléctricas
Ahora que, tras años de insistentes denuncias escritas, ha quedado públicamente corroborado que las nuevas hidroeléctricas en Panamá son unos negocios draconianos que debieran ser investigados por el Ministerio Público. Ojalá que nuestros actuales mandatarios también se percaten que cualquier nueva hidroeléctrica, además de perjudicial, es absolutamente innecesaria.
Es perjudicial por su contribución al calentamiento global, con la producción de metano, generado por la descomposición de las plantas sumergidas en los embalses; porque la corriente debilitada de cualquier río no puede eliminar la cantidad usual de sedimentos que cae en su cauce, así reduciendo el caudal original de agua, que incluso puede causar la desaparición del río; porque dichas hidroeléctricas perjudican la flora y la fauna río abajo; por la diseminación de nuevas enfermedades endémicas al derredor de cualesquiera embalses; y, para no alargar la lista, porque es un hecho comprobado que la enorme mayoría de las empresas constructoras no cumple con sus promesas a las poblaciones desplazadas por los embalses, algo que ha quedado demostrado con la exitosa demanda internacional interpuesta por los indígenas afectados por la hidroeléctrica del Bayano.
Las hidroeléctricas solo son enteramente beneficiosas en regiones desérticas, como la hidroeléctrica Hoover del río Colorado, EE.UU., o la hidroeléctrica de Asuán del río Nilo, Egipto. En Panamá la Verde, como la llamó el novelista Vicente Blasco Ibáñez, ninguna nueva hidroeléctrica nacional es conveniente.
Una situación similar empujó a muchos países sin petróleo, pero técnicamente avanzados, a desarrollar nuevas tecnologías para generar electricidad, como las plantas eólicas y solares, haciéndoles completamente innecesaria la adición de hidroeléctricas. Incluso en la China, que todavía no es un país completamente desarrollado y que todavía permite grandes hidroeléctricas, el Gobierno subsidia hasta el 50 % de cualquier planta solar que alguna comunidad apartada desee construir.
Panamá tampoco tiene petróleo y ya debió haber dirigido todo su planeamiento energético hacia una mayoría de parques eólicos mar adentro y una minoría de hidroeléctricas ya existentes; donde los aerogeneradores suplan la energía base del sistema y las hidroeléctricas suplan la demanda restante que necesite ser satisfecha; igual como actualmente opera la hidroeléctrica del Bayano. Además, el costo de la electricidad eólica ya ha igualado al de la térmica; así que las tarifas deben permanecer intactas.
Finalmente, parte del negociado divulgado públicamente consistió en aparentar una ‘planificación estatal ' para construir una nueva subestación que quedara cerca de las nuevas hidroeléctricas promocionadas por Ricardo Martinelli en el río San Pablo, para unirlas expeditamente a la red nacional de transmisión de energía; así que dichos ‘planificadores ' mentirían impúdicamente si objetaran que sería ‘complicadísimo ' unir las plantas de generación eléctrica eólica y solar a la misma red nacional de transmisión.