Contradicciones que desconciertan
Hay varios, quizás demasiados momentos en que se puede pensar que vivimos en un país de contradicciones. Por ejemplo, justo cuando Panamá cosecha reconocimientos internacionales por los logros alcanzados, gracias a una serie de científicos, el Gobierno reduce el monto asignado a la investigación y tecnología en el presupuesto general para 2016.
El año pasado, cuando se evaluó el Plan Estratégico Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación 2010-2014, se demostró que no había correspondencia entre lo programado y el presupuesto asignado, lo que había afectado la ejecución de algunos proyectos. Esta frustración se reafirma cuando uno analiza el caso del Instituto de Investigaciones Científicas de Alta Tecnología (Indicasat), una especie de brazo ejecutor de la Secretaría Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación (Senacyt), que con el recorte del presupuesto tiene serios problemas para poder operar y mantener los programas de investigación iniciados. Ese es el punto que preocupa a estos dedicados profesionales, quienes laboran sin tomar en cuenta el día de la semana o la hora de salida de los laboratorios y deben, adicionalmente, buscar financiamiento para sus proyectos.
Y es que el riguroso sistema de trabajo instituido hace solo unos años en el Indicasat obliga a todos los científicos que allí laboran a presentar anualmente entre dos y tres publicaciones técnicas, basadas en las exigencias de las revistas de prestigio internacional. Pero, si no hay recursos, no habrá insumos ni equipos especializados, ni personal técnico, entre otros, para sus proyectos, que son el motor que impulsa sus objetivos para llegar a la verdad.
El pasado 4 de noviembre un investigador panameño del Indicasat recibía, en Guatemala, un premio a la innovación para menores de 35 años, otorgado por la revista especializada del MIT y, a mediados del mismo mes, una delegación viajó a Inglaterra gracias a que cinco de sus proyectos fueron escogidos para ser desarrollados por el programa de Fondos de Ciencia de la Foreign & Commonwealth Office.
Lo interesante de los últimos años es que los proyectos premiados no solo son los relacionados con la salud, que son los más conocidos en Panamá, gracias a la histórica e invaluable labor tanto del Laboratorio Conmemorativo Gorgas como el Instituto Smithsonian. Se destacan, por ejemplo, trabajos de biólogos que buscan controlar la roya del café con productos orgánicos; problemas de ciertos cultivos por la ausencia de polinización asociado al cambio climático; el comportamiento de las hormigas, y las soluciones a las bacterias y hongos en los corales marinos, entre otros.
Mientras ocurría esto, específicamente en septiembre pasado, una nota de prensa del Ministerio de Comercio e Industrias comunicó que tenía -para presentar ante la Asamblea Nacional- un anteproyecto que buscaría modernizar la industria, a través de un denominado Programa Nacional de Competitividad Industrial, y elevar los niveles de exportación. Sería interesante saber si serán panameños los profesionales que analizarán y diseñarán las posibles soluciones para que el sector manufacturero se desarrolle más y sea una inyección en la generación de empleos para el técnico criollo. La búsqueda de una legislación adecuada para desarrollarse, como un ente generador de empleos calificados, y en una referencia de los precios de algunos de los productos que se comercializan en nuestro mercado, es una lucha del Sindicato de Industriales de Panamá.
Pero en la Senacyt funciona la dirección de Innovación Empresarial, un ente que tiene como objetivo justamente estimular la innovación entre los empresarios. La idea es que al tener un cuerpo crítico de científicos se pueda enfrentar a la competitividad, dándole a la transferencia de conocimientos científico-tecnológico, el poder para la formación de un capital humano de calidad y de la creación de grandes obras, pero que respondan a las nuevas necesidades del consumidor panameño. Rara vez le damos importancia a las políticas que estimulan la ciencia y la tecnología. Pero, tal como lo advirtiera en octubre el Banco Mundial, el real desafío de Panamá es mejorar la educación para tener mejor capital humano.