Constituyente: ¡A Buena Hora Presidente!

Confesamos nuestra satisfacción con el anuncio del Ejecutivo en el sentido de dar a conocer, al cumplir un año, lo que ocurrirá con la constituyente. Así dice la nota periodística, lo que nos parece correcto, porque no solo es la reforma ‘per se', sino la transparencia de una promesa. En el mundo de hoy, los niveles de transparencia impactan a la administración pública en diversas direcciones. Tan ausente en la región, ésta no se reduce al manejo de las finanzas del Estado ni al hecho de que haya información oportuna sobre las actividades desarrolladas por el Gobierno. Cada una de estas exigencias están presentes en ese valor ético-social, no obstante que también involucra el cumplimiento de las promesas hechas a la población.

La historia, en las diversas realidades políticas, enseña que el remedio acostumbrado para los desbarajustes institucionales han sido los cambios constitucionales. De esto hay sobrados ejemplos. El último de ellos, el de Chile, donde los escándalos de corrupción han obligado a la presidente Michelle Bachelet a hablar del tema. En Panamá, el caos del régimen institucional del quinquenio Martinelli, presionó sobre el ambiente electoral. Así resultó la propuesta de una constituyente en el programa del partido que hoy gobierna. Ya en el poder, se designa al ministro de Gobierno, M. Henríquez, como coordinador de la iniciativa, pero que después se la traslada a la Concertación; una táctica, según algunos, para congelar su real posibilidad.

A un año de las elecciones; a distancia, además, de una reglamentación anunciada por el Tribunal Electoral, pero que ya nada se menciona, y a la mano de algunos artículos de opinión, que esporádicamente abordan la temática; después de estos signos, que poco dicen de la buena marcha de la promesa, el asunto de la constituyente pareciera congelarse como glacial. Pero, urge dar respuestas, de ahí lo importante del anuncio, que resuelvan las inquietudes de quienes dieron credibilidad a esa vía de solventar los problemas nacionales. La población debe conocer la verdad sobre la suerte de una promesa dirigida, según se dijo, a sanear el deterioro de la institucionalidad estatal.

Sobre reformas constitucionales se tiene, después de constitución militar de 1972, una rica experiencia. El primer acto reformatorio (1982), dictó pautas de lo que fue denominado la ‘apertura democrática' con ‘repliegue militar'. Le sigue 1994 con el Gobierno de Ernesto Pérez Balladares. Con este acto, se aprueba un título sobre el Canal de Panamá y se ‘desmilitariza' el país con la prohibición de ‘tener ejército'. Para 2004, la Asamblea Nacional aprueba nuevas modificaciones: se elimina la inmunidad parlamentaria, se establece un número fijo de diputados, se elimina un vicepresidente de la República, se fortalece el Tribunal Electoral, entre otras.

¿Y en tiempos de Martinelli? Por Consejo de Gabinete fue creada la Comisión de los Notables; el producto, de más de 500 artículos, hubiese significado un avance en los derechos políticos, sociales e institucionales, pero que se archiva so pretexto, como llegó a señalar el mismo presidente, de ‘ser un disparate'. La decisión del Ejecutivo fue otra de las tantas mentiras, un atentado a la transparencia que alentó falsamente a la población. Es esto, ahora que se busca recobrar lo perdido, lo que no debe repetirse con la promesa de una constituyente. Y es más temprano, que tarde, para hacerlo señor presidente; que no se repita la nefasta historia del quinquenio anterior. Lo importante es que se diga: ‘La constituyente va'.

 

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