Esta es la historia que más me ha costado escribir o, tal vez, la que nunca imaginé me tocaría escribir: la trayectoria, la agonía y la anunciada muerte del diario más antiguo del país, La Estrella de Panamá , a cuyo equipo pertenezco desde hace ocho años.
‘La libertad de prensa es uno de los grandes baluartes de la libertad de expresión y jamás puede ser restringida, salvo por la acción de un gobierno despótico’, dijo Thomas Jefferson, expresidente de Estados Unidos, en una época en la que promovía un estado sustentado en políticas de libertad.
Las palabras del prócer norteamericano retumban en mis oídos como una ironía del tiempo y se cuelan en un momento histórico, este 5 de enero de 2017, cuando la libertad de prensa en mi país se ve amenazada por el ‘paladín de las libertades’, el poderoso imperio de justicia que Jefferson ayudó a concebir, Estados Unidos. Este fatídico día, la vida y la muerte del diario más antiguo del país pende de un hilo por la imposición de una medida estadounidense que viola las garantías fundamentales y el Estado de derecho.
SANCIONES ADMINISTRATIVAS NO PROCESO JUDICIAL
¿Qué es el Kingping Act o ‘lista Clinton’?
La ‘lista Clinton’ o el Kingping Act es una base de datos o ‘lista negra’ elaborada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Este listado fue concebida para señalar empresas o personas que, según el Gobierno de los Estados Unidos, han tenido nexos con dineros del narcotráfico o están involucrados en delitos de lavado de dinero o cualquiera de los ilícitos conexos que se persiguen internacionalmente.
La lista ha sido llamada oficialmente ‘Specially Designated Narcotics Traffickers o SDNT list’ y se creó en el año 1995, durante el mandato del entonces presidente William ‘Bill’ Clinton (periodo 1993-2001), de quien toma el nombre.
No obstante, el proyecto legislativo que la creó en 1995 fue modificadonuevamente por la ‘Foreign Narcotics Kingpin Designation Act’, presentada en el Congreso por los senadores Diane Feinstein y Paul Coverdell con el fin de darle mayor peso al ataque de las redes financieras de narcotraficantes. Es por eso que también se le denomina ‘la ley Kingpin’.
La ley contempla varias sanciones a las compañías o ciudadanos estadounidenses que realicen cualquier tipo de transacciones comerciales, ya sea dentro o fuera del territorio estadounidense, con quienes estén incluidos en este listado.
Hace 167 años, el 24 de febrero de 1849, cuando aún pertenecíamos a la Nueva Granada y en medio de la fiebre del oro de California, nace de la mano de dos estadounidenses -J.B. Bidleman, S.K. Donaire y J.F. Bachman–, que llegaron ocasionalmente a tierras istmeñas La Estrella de Panamá , que empezó su andadura en inglés y con el nombre Panamá Star.
A partir de ese momento y hasta nuestros días, en una trayectoria ininterrumpida, este medio de comunicación, creado inicialmente como una hoja de servicios, recogió los hechos noticiosos más relevantes del país y del mundo. Su vocación cosmopolita y plural quedó establecida desde el principio, por el público plural que la requería.
Por su longevidad y constancia, La Estrella de Panamá se hizo merecedora del título de ‘La Decana’ del periodismo panameño. Es, además, el tercer medio más antiguo de Latinoamérica.
¿Cómo nace el diario en español? En 1853, The Panamá Star cambia el nombre a Daily Panama Star y así comienza a insertarse a partir de febrero La Estrella de Panamá. Dos años después, en 1855 el periodismo marca un nuevo hito histórico con el inicio de la edición francesa del diario L’etoile de Panama. Nace el primer periódico trilingüe del continente americano y, probablemente, del mundo.
LAS HISTORIAS CONTADAS
Desde antes de crearse la república, los periodistas de La Estrella de Panamá registraron los momentos más relevantes de la vida política, cuando Panamá formaba parte de Colombia. Y cuando se consumó la gesta independentista de Panamá de Colombia, el 3 de noviembre de 1903, también fue ampliamente publicado en las páginas del ahora centenario periódico.
‘La maravilla de la ingeniería moderna, el Canal de Panamá, abrió sus puertas al comercio mundial’. Así lo reportaba ‘La Decana’ en agosto de 1914, con una crónica del paso de la primera nave, el vapor Ancón, por la vía interoceánica. Así también le dio cobertura al fin de la Primera Guerra Mundial en 1918, al lanzamiento de la primera bomba nuclear sobre Hiroshina y Nagasaki en agosto de 1945, la gesta de los mártires el 9 de enero de 1964 que dio paso a la negociación de los tratados que permitirían la reversión del Canal de Panamá, en el año 1999.
PROSPERIDAD
Entre los años 70 e inicios de los 80 se registró una de las épocas más prósperas de ‘La Decana’. Antes de la dictadura militar (1983–1989) de Manuel Antonio Noriega el diario tenía el mayor tiraje de todos los tiempos, con 104 páginas copadas de anuncios publicitarios.
Los años ochenta, sin embargo, también marcaron una época oscura en su historia. En manos de la familia Duque, La Estrella de Panamá fue un medio complaciente con el régimen, en detrimento de su credibilidad informativa. El tiempo del militarismo abrió paso a unos días marcados por una crisis de hambre y ambición por el poder y una dictadura que dividía al país. El diario, que tomó el camino equivocado, cerró puntualmente tuvo que recomponer ruta en diciembre de 1989, tras la captura de Noriega por el ejército norteamericano que provocó el cierre, por pocos días, del diario.
En una nueva etapa, el 3 de marzo del año 2000, La Estrella de Panamá anunciaba en su primera plana la venta total del periódico por los herederos de José G. Duque Amaro a un grupo de comerciantes integrado por grandes empresarios de Panamá, siendo su líder Augusto García, a quien se designó presidente y representante legal de la empresa.
Ese mismo año, treinta años después de la gesta patriótica, ‘La Decana’ recogía la reversión del Canal de Panamá.
CAMBIO DE TIMÓN
En abril del año 2006 sucede otro cambio trascendental en el diario, que es adquirido por la sociedad Everwood Investment, a quien pasa la mayoría de las acciones de la compañía, teniendo a la fecha el 85% del capital emitido, pagado y en circulación.
Después de la reversión del Canal de Panamá, ‘La Decana’ también fue protagonista de la ampliación de la vía interoceánica, en 2016.
Las páginas del periódico recogieron, asimismo, eventos deportivos trascendentales que forman parte de la historia de los panameños: la victoria, en 1980, de Roberto Durán ante el estadounidense Sugar Ray Leonard; la obtención, en 2008, de la primera presea dorada olímpica de un panameño, Irving Saladino, y el logro alcanzado en 2011 por Mariano Rivera, al convertirse en el cerrador más grande de todos los tiempos en la historia de las Grandes Ligas.
FECHA FATAL
A ‘La Decana’ también le correspondió escribir su propia historia de sobrevivencia. Recién nombrado, el embajador de EE.UU. en Panamá, John Feeley, marcó para siempre su nombre en la historia del periódico y del país.
El primer golpe llegó el fatídico 5 de mayo de 2016. Una noticia sacudiría los negocios de uno de los empresarios más prominentes de Panamá. Abdul Waked, propietario mayoritario de las acciones del Grupo GESE (El Siglo y La Estrella de Panamá), era señalado por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos por supuestas actividades ligadas al blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico.
El 6 de mayo de 2016, en su primera plana, La Estrella de Panamá ‘ publicó: ‘EE.UU. investiga a Wisa que colaborará con la justicia’.
El Tesoro estadounidense ordenó congelar las operaciones de hasta 68 empresas relacionadas con el grupo.
Por las ‘sospechas’ de las autoridades estadounidenses, se les aplicó una serie de sanciones que contemplan la prohibición total de comercio con naturales o empresas de ese país. A los periódicos se les otorgó una licencia temporal para hacer negocios con los ciudadanos y empresas norteamericanas hasta el 5 de enero de 2016. Era un sentencia de muerte anunciada para dos de los medios de comunicación de más abolengo del país, a pesar de que el embajador Feeley señaló que tenía la certeza de que los periódicos no estaban involucrados en lavado de dinero.
Tomando como comodines la frase del embajador y los resultados de una investigación judicial en Panamá, que aseguraba que no existían elementos para procesar al Grupo Wisa, los medios iniciaron una campaña en busca del respaldo social que la libertad de prensa y de expresión necesitan. ‘Sin prensa no hay democracia’, dijo GESE, y la sociedad panameña respondió.
La ‘Lista Clinton’, como se denomina popularmente al documento que elabora EE.UU. para señalar a los proscritos, representa la muerte comercial de quienes la integran. Y la justicia norteamericana, que es ciega, como en todas partes, en este caso, además, mira para otro lado. Fue la presión del pueblo panameño, los lectores, colaboradores, columnistas, gremios, empresarios, académicos y estudiantes, la que forzó la voluntad del represor.
En un último momento inesperado, cuando la empresa ya había reducido su equipo en un mortal 30% , el espacio editorial en un 40% y anunció el inevitable cierre de su edición impresa, llegó una extensión de la licencia que otorga seis meses más (13 de julio de 2017) para continuar haciendo negocios con los estadounidenses. En una economía dolarizada como la panameña, ese ‘permiso’ no representa poca cosa.
Cuando esta decisión de última hora se registró, ‘La Decana’ estaba lista para cerrar su planta. La historia de los últimos 167 años del país quedaba para siempre silenciada. Los lectores panameños se quedaban para siempre sin el derecho innegable a la libre expresión, la libre opinión y el derecho a la información.
Si la vetusta ‘Decana’ ha ganado algo en esta lucha desigual, es el respeto de la población a la que sirve. Cuando la razón asiste, el camino no se hace solo. En palabras del presidente de GESE, Eduardo Quirós, que encabezó con insistencia la defensa del Estado de derecho por encima de cualquier disquisición, el trabajo de los diarios libres sirve a la democracia y se rinde solo ante la soberanía del pueblo. El pueblo ha hablado y ha sido en respaldo de su ‘Estrella’.
Marlene Testa