Educación sin equidad

Hace 30 años empecé mi labor, como docente de inglés, en un colegio rural en Chiriquí. Mis estudiantes llegaban en unas carretas desde sus fincas y algunos ni zapatos tenían. Cada uno tenía una historia de sobrevivencia entre la pobreza y la incierta situación política y económica de la época de la dictadura, de mediados de la década de 1980. Los que no han visto la pobreza de cerca, ignoran que hay otro mundo de grandes situaciones familiares y económicas. No solo hay carencias económicas, sino una gran desesperanza por las pocas oportunidades académicas a las que se enfrentan.

Esta experiencia me expuso a una cruda realidad que debe llamarnos a la reflexión, como sociedad. Conocí casos de niñas de apenas 13 años que quedaban embarazadas y dejaban la escuela. También era común escuchar a las compañeras decir: “Ella no viene más porque quedó embarazada y se fue a vivir con un hombre”. Niñas teniendo niños. Niñas que a lo mejor iban a sufrir violencia y más pobreza, en un círculo vicioso que destruye la célula más esencial de la sociedad: la familia.

En mi experiencia docente, he trabajado con jóvenes que no tienen ni qué comer, y con otros que hasta dejaban su comida y sus cuadernos tirados porque sabían que tendrían nueva merienda y útiles al siguiente día. Pensando en los niños de esos campos que se inundaban en la época lluviosa y que utilizaban la escuela como albergue hasta que bajaran las aguas del río, me da tristeza y dolor ver cómo unos tienen tanto y otros tan poco en un país tan pequeño. ¿Será porque no tenemos mejores escuelas? ¿Mejores familias? ¿Pocos valores? ¿Tenemos escuelas para educar o para albergar?

Los años pasaron y tuve la oportunidad de encontrarme con diversas situaciones escolares que me han enriquecido, para así comprender mejor que en este oficio de enseñar debemos ser flexibles y comprensivos. Los docentes, especialmente los que laboran en zonas apartadas, tienen el reto de sacar a estos niños y jóvenes de las fauces de la pobreza. Aunque suene a tema que ya ha sido discutido, la educación es y seguirá siendo la respuesta a los problemas sociales de un país.

En esta época, en que muchos estudiantes emprenden nuevos rumbos al pasar de un nivel escolar a otro, sería conveniente repasar qué logros se han alcanzado y qué papel ha jugado la familia y el Estado en la formación de estos estudiantes. La sociedad en que vivimos está llena de retos que se deben enfrentar con las herramientas adecuadas. Un joven sin educación y sin aspiraciones tiende a caer en los vicios y las malas acciones. Un joven sin educación puede emprender el camino de la vida fácil con terribles consecuencias.

Una sociedad sin equidad educativa no tendrá equidad económica ni esperanza de un mejor futuro para sus ciudadanos. Y vuelvo a recordar a esos niños sin zapatos y aquellos que tiraban su comida sin razón. ¿Cuántos se habrán podido superar? Sin duda, la familia ha debido ser fundamental en ese trayecto de triunfos y fracasos. Sin duda, hemos llegado a un punto de inflexión educativa para poder superarnos como país.

Conmemoraciones del último mes del año

La conmemoración del nacimiento del Niño Dios, que optamos por celebrar en diciembre, es el acontecimiento religioso más significativo que celebra la cristiandad panameña. Muchos comercios lo aprovechan para sus propios fines y se le intenta matizar dándole un cariz mercantil con la compra de toda clase de mercancías para obsequiar, pero la esencia del suceso es el amor que el Padre profesó por la humanidad cuando envió a su Hijo para abrirnos la puerta a una vida sobrenatural, a la que jamás hubiésemos tenido acceso sin Su muerte en el Calvario. Muchos optamos por ignorar ese amor y el genuino sentido de la época en un mundo convulsionado por el terrorismo, las luchas fratricidas y la corrupción que asoma por todas partes.

El último mes del año, según el antiguo calendario romano, es para nosotros época de especial significado, cargada de remembranzas que han marcado nuestra historia y de experiencias que nos han dado sentido como nación. Muchas son las fechas que durante el mes nos sirven para recordar y reflexionar no solo sobre el rumbo de nuestra nación, sino también sobre nuestras vidas y nuestras responsabilidades ciudadanas. Menciono solo algunas.

El primero de diciembre se celebró el Día del Maestro, honrando la memoria del insigne educador Manuel José Hurtado en el aniversario de su natalicio. Como tradicionalmente se ha acostumbrado, se distinguió a un docente en reconocimiento a una trayectoria distinguida que evocaba a los maestros que marcaron huellas imborrables en nuestras vidas al brindarnos el privilegio de una enseñanza ejemplar e inculcarnos los principios morales y cívicos necesarios para sentar las bases de una gran nación. Todos clamamos porque la presente y futuras generaciones de docentes jueguen el papel adecuado para modernizar nuestro sistema educativo y formar la clase de ciudadanos que demanda el futuro del país.

El Día de la Madre celebramos el amor materno. Coincidiendo con el homenaje a la Inmaculada Concepción de María, ningún hijo consciente del valor de ese amor pudo dejar el martes de mostrar su agradecimiento al ser a quien le debemos todo lo que somos. Contrasta con las penurias y desazón que sufren las madres solteras o abandonadas por sus parejas.

El 12 de diciembre conmemoramos la gesta nacionalista de 1947, cuando el pueblo panameño se manifestó en las calles contra las intenciones oficiales de prolongar la presencia de bases militares norteamericanas establecidas en nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial. Las manifestaciones de estudiantes y del pueblo en general forzaron a la Asamblea Nacional a rechazar el famoso Convenio Filós-Hines. Después de treinta años, y hasta hoy, logramos acabar con esa presencia militar.

Un 20 de Diciembre, hace 26 años, amaneció Panamá envuelta en los trágicos acontecimientos propiciados por la descomposición política y social que nos asfixiaba. Gracias a la ecuanimidad y responsabilidad histórica de quienes asumieron entonces el poder, se pudo encarrilar el país por senderos de paz y progreso. Pero en el camino aparecieron nubes amenazadoras que pusieron en entredicho lo logrado en democracia. Tenemos que mantenernos vigilantes.

El 28 de diciembre rememoramos la degollación de los Santos Inocentes de Belén que Herodes el Grande ordenó para deshacerse del peligro que le significaba aquel recién nacido en Judea. Hoy mueren miles de infantes huyendo con sus padres de los Herodes de la pobreza, la enfermedad, la ignorancia y de áreas de conflictos en el mundo.

Este mes es especialmente apropiado para reflexionar sobre estos hechos históricos que nos tocan muy de cerca. Intentemos pasos concretos para ser mejores personas y mejores ciudadanos y lograr hacer de Panamá una mejor nación.

Derechos humanos, ¿una tarea pendiente?

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos; desde entonces, el mundo observa la fecha, comprometido con garantizar las libertades fundamentales y la protección de los derechos humanos. El artículo 7 de la Declaración señala que todos los seres humanos son ‘iguales ante la ley ', y en su artículo 11, que ‘toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia, mientras no se pruebe su culpabilidad '. Estas dos premisas universales, necesariamente, deben llamarnos a la reflexión, no solo hoy, sino todos los días. Habría entonces que entrar en el análisis de si Panamá cumple cabalmente con los postulados establecidos hace 67 años por quienes consideraron que la justicia, la paz y la libertad en el mundo, protegidos en un régimen de Derecho. Surge así la consideración sobre si los acontecimientos alrededor de los cuales se han producido detenciones, arrestos y señalamientos durante los últimos años en nuestro país, han estado libres de condiciones políticas alienantes. Al observar una vez más el Día de los Derechos Humanos, donde la actuación de un compatriota como Ricardo J. Alfaro fue factor decisivo en la producción del documento que fue el primer gran logro de la Organización de Naciones Unidas, conviene examinar la forma como se aplica la norma universal en Panamá y si su correcta aplicación es norte y guía, antes que supresión.

El colapso de la Corte Suprema

El término “colapso” referido a un sistema denota que ha dejado de ser funcional. Esta es la situación que confronta en este momento la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de nuestro país, diseñada a imagen y semejanza de la Corte Suprema de Estados Unidos, como un único tribunal máximo que integra los roles de tribunal constitucional y de tribunal de último nivel.

Ese diseño era apropiado para la sociedad panameña de 1941, cuando la Constitución de ese año le encomendó a nuestra CSJ la guarda de su integridad, creando las instituciones de garantía, concretamente, la acción de inconstitucionalidad y el amparo de garantías constitucionales, y se estableció por la Ley 86, de 1941, el recurso de casación en la jurisdicción ordinaria, atribuyendo su conocimiento a la propia CSJ.

En Estados Unidos, cuya población es de 321 millones de habitantes, la Corte Suprema federal, compuesta por nueve magistrados, acepta oír en promedio solo 80 casos al año, los que resuelve con fallos minuciosamente fundados tras debatir con profundidad cada uno. Al ser creada por la Constitución de 1787, ese tribunal conocía obligatoriamente de las apelaciones interpuestas contra decisiones judiciales provenientes de todos los tribunales inferiores del territorio estadounidense. En 1891, la carga de trabajo obligó a cambiar el diseño judicial, pasando la labor de revisión judicial a tribunales circuitales de apelación, lo que redujo, considerablemente, el volumen de causas. Luego, la Ley Judicial de 1925 facultó a la Corte a escoger discrecionalmente los casos que atendería, lo que hizo considerando la trascendencia que el tema en debate revestía para la sociedad.

En Panamá, que cuenta apenas cuatro millones de habitantes, a la CSJ, constituida también por nueve magistrados, ingresaron el año pasado para trámite 941 casos constitucionales al pleno y mil 500 nuevos casos a las salas, porque el diseño existente le dirige en recurso de casación la inmensa mayoría de los litigios civiles y penales originados en los juzgados de circuito del país.

Este sistema de “embudo” dejó de ser sostenible hace mucho tiempo. Las causas se acumulan y demoran años en ser resueltas. Ni siquiera designando como magistrados a los mejores y más dedicados juristas sería capaz nuestra CSJ de atender apropiadamente todas las causas que se le elevan. Como el año tiene 250 días hábiles, para no caer en mora la Corte tendría que despachar 10 causas por día, estudiándolas y redactando, discutiendo y aprobando los correspondientes fallos, lo que es materialmente imposible.

Hay que cambiar ya el diseño operativo de nuestra CSJ, para que priorice su responsabilidad como tribunal constitucional. Con ello se fortalecería la protección de los derechos fundamentales y se posibilitaría que la justicia sea más rápida y eficiente en los procesos civiles y penales. Como nuestra Constitución no requiere que la CSJ ejerza la función de tribunal de casación, el primer paso debe ser asignar a los tribunales superiores la decisión definitiva de categorías adicionales de causas civiles y penales, por cuantía y gravedad de la pena, respectivamente, haciendo que el remedio final sea el recurso de apelación en vez del recurso de casación ante la CSJ. La creación de dos tribunales superiores adicionales en el Primer Distrito Judicial, uno civil y otro penal, permitiría atender eficientemente la demanda de tutela durante los próximos 20 años.

Por ejemplo, puede suprimirse el recurso de casación para las causas de divorcio, dejando su decisión final a los tribunales superiores de familia. Más aun, hay que debatir la conveniencia de reemplazar nuestro sistema de juicios de divorcio, fundado en causales imputables a un cónyuge, con el enfoque adoptado en el nuevo Código Civil argentino de 2015, que permite la ruptura del vínculo matrimonial civil por la voluntad expresa de uno de los cónyuges, sin necesidad de causal o juicio, quedando obligados ambos cónyuges a acordar lo relativo al ejercicio de la responsabilidad paternal y los efectos económicos del divorcio. Esto en nada afectaría la integridad del matrimonio religioso, que escapa al ámbito civil.

Finalmente, si muchas de sus decisiones devendrán definitivas, es imprescindible que los magistrados de los tribunales superiores accedan al cargo ganándolo solo por su probidad, capacidad y trayectoria, mediante oposiciones públicas transparentes, para que la sociedad tenga la seguridad de que obtendrá de ellos una tutela judicial verdaderamente efectiva.

Selección de magistrados

Todo inició con el anuncio de la convocatoria abierta por parte del Ministerio de la Presidencia en octubre de este año, para que los aspirantes a magistrados de la Corte enviaran su hoja de vida por correo electrónico, antes del 29 de octubre. Se presentaron 152 aspirantes, quedaron 10 candidatos seleccionados en base a criterios de trayectoria profesional, independencia, probidad y género. Se realizaron audiencias públicas entrevistando a los candidatos por parte de la Comisión de Estado por la Justicia, y también se efectúo por separado por el Movin (Movimiento Independiente de Panamá). Se entregaron los resultados por parte de la Comisión, el 2 de diciembre, y luego el 3 de diciembre en TVN noticias, se señala que el presidente Juan C. Varela ‘no descarta tomar en cuenta otros nombres que no han sido parte del proceso para la escogencia de los nuevos magistrados que ocuparán las vacantes en la Corte '.

Todo ese proceso merece una seria reflexión. Para los que en esta ocasión no hemos participado para ocupar esos cargos (porque no son de nuestra especialidad), y que sí lo hicimos en el Gobierno anterior, se aprecian notables cambios. Hemos quedado desencantados y defraudados. Cuestionamientos no faltan. Hay preguntas por responder, que merecen una respuesta concreta. Así por ejemplo: ¿de los 153 aspirantes que presentaron su hoja de vida, cómo se determinó que no cumplían con todos los requisitos de trayectoria profesional, independencia, probidad o género? ¿Había un sistema de medición o evaluación? ¿Cierto es que algunos quedaron descalificados por falta a la ética? ¿Y con respecto al criterio de género? Si bien en los últimos tiempos ese es un criterio para efectos de la equidad en la administración de justicia, y voces femeninas exigen que uno de los cargos sea ocupado por una mujer, me parece que con ello ponemos de manifiesto la inferioridad real de la mujer respecto del hombre. En todo caso lo que debemos exigir es que la persona que vaya a ocuparlo tenga conocimiento y sea íntegra para ese cargo. En cuanto a la mujer, ella queda habilitada, si también los reúne.

No faltan también las interrogantes a propósito de: ¿qué criterio se siguió en las entrevistas?, ¿quienes elaboraron esos cuestionarios?, ¿pruebas psicométricas a los aspirantes al cargo de magistrado? Y a los aspirantes: ¿por qué aspirar, en algunos casos, a cargos sobre los que no se tiene conocimiento? Van a aprender a la Corte. ¿Qué hace diferentes a estos aspirantes con respecto a otros? ¿Su elocuencia al hablar, sus motivos, el ser mujer, el pensar que se tienen todos los méritos para ello, el que nada influirá en limitar su independencia judicial? ¿No les parece que este proceso de selección se acerca a un ‘reality show ' o un concurso de TV. Solo faltaron los mensajes de texto desde su celular a favor del aspirante favorito.

Y, después de todo esto, ¿qué nos queda? ¿No es el Ejecutivo el que decide? Señores, el espectáculo concluye con la designación por parte del Ejecutivo de dos personas para ocupar esos cargos, que no necesariamente tienen que venir de la lista de los 153 aspirantes.

La institucionalidad jurídica, seguridad de nuestra democracia

Los cambios sociales son un resultado multifactorial donde podemos mencionar como actores en nuestro país el crecimiento poblacional, la economía, las políticas desarrolladas y una diversidad de elementos que podríamos identificar como determinantes en los cambios sustanciales que han venido absorbiendo los resultados sistemáticos de la conducta de nuestros ciudadanos.

Nuestra administración de justicia y su relación con la gobernabilidad es esencial. No se confunda la justicia con la obligación de las instituciones que ejercen el desarrollo de sumarias en averiguaciones de la Comisión del Hechos Punibles o Delitos; El Ministerio Público es el ente responsable de esta fase; quienes determinan el juzgamiento de los delitos y atención integral en otras materias como Derecho Civil, Contencioso de lo Administrativo y Laboral y otras, son responsabilidad del Órgano Judicial; ambas instituciones democráticas por nuestros sistema de Gobierno y deben ejercer su función de forma equilibrada apegados a la ley, ante todo a nuestra Constitución Nacional.

JUSTICIA realmente es el principio deontológico moral que de forma obligante se debe aplicar respetando la verdad equilibradamente entre lo justo y lo jurídico; sin embargo, la GOBERNABILIDAD es un proceso permanente en el cual se debe siempre desarrollar de forma muy responsable y eficiente la concertación entre el Gobierno y la sociedad civil para lograr acuerdos políticos sociales dentro del respeto de normas e instituciones reguladoras existentes y basamento específico de las relaciones entre individuos dentro de nuestro Estado y de acuerdo a las GARANTÍAS FUNDAMENTALES DE NUESTRA CONSTITUCIÓN POLÍTICA, facilitando la posibilidad de ejercer la administración pública más cónsona y responsable de los poderes del Estado, dirigidas acciones al beneficio de los asociados que somos todos.

En el ámbito de la administración de justicia se ha desarrollado el esfuerzo de aprobar la necesaria Carrera Judicial que debe ser esencial para cimentar bases y reforzarla de forma transparente y responsable; justicia que se encuentra diagnosticada por el principal médico, EL PUEBLO; NO CONFÍA EN ELLA. Producto de la Ley de Carrera Judicial se deben emanar las selecciones de los responsables y garantes jurídicos (funcionarios dentro de las estructuras judiciales en general).

Ley que ha sido un esfuerzo de años y acertada concretización de esta ADMINISTRACIÓN GUBERNAMENTAL, dirigida a proporcionar seguridad jurídica, la cual no puede pasar a ser un documento sensacionalista mediático; debe existir el compromiso que se logre realmente sea un instrumento veraz para que nuestros engranajes de administración judicial sean depurados; donde realmente el bien tutelado sea la TRANSPARENCIA, basada en la meritocracia que necesitamos como sociedad en las designaciones que se llevan a cabo dentro del mismo engranaje del ÓRGANO JUDICIAL, mediante creación de estructuras eficientes y serias, en apego de la absoluta legalidad donde no forme parte la ligereza, terreno fértil a las actuaciones equivocadas y de ambiciones discrecionales.

Tanto el Poder Ejecutivo como la Asamblea Nacional hicieron lo pertinente, proveernos de la herramienta para iniciar la ardua labor de adecentar la Administración de Justicia; cuidemos esta oportunidad y confiemos en que los actuales responsables, los MAGISTRADOS DE LA CORTE se encuentran de forma muy responsable iniciando esta gestión y ya no tengamos más administradores de justicia en donde se percibe inoperancia, carencia de credibilidad y ante todo, inseguridad jurídica.

Debe ser compromiso entender que la DEMOCRACIA se encuentra segura en el respeto de la institucionalidad de la administración de justicia; de lo contrario, estaremos al libre albedrío de la indecencia fortalecida, la manipulación e inclusive la posible destrucción de nuestra democracia.

Instituciones de justicia no respetadas por el pueblo, por sus actos… es la crónica de su desaparición.

Algunos propósitos anticorrupción para 2016

Desde la ratificación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, Panamá ha ido dando pasos que contribuyen a una mayor implementación de la Convención, cosa que incide directamente en la capacidad del Estado de dar una respuesta eficaz y eficiente a los actos de corrupción.

Así, en este año 2015 que estamos cerrando, se ha aprobado una ley de cooperación internacional, con miras a facilitar la asistencia judicial recíproca entre Panamá y otros países, y se ha adoptado un paquete legislativo para la prevención y lucha contra el blanqueo de capitales con el afán de luchar contra este fenómeno y atraer capitales de origen lícito a Panamá.

También en el curso de este año, se ha puesto en marcha una serie de comisiones legislativas en las que han participado las instituciones del sector público, el sector privado y la sociedad civil, con el fin de proponer reformas necesarias a la Ley 59 de 1999, la cual versa sobre Declaraciones Patrimoniales, al elenco de conductas corruptas del Código Penal vigente y al Código Uniforme de Ética. Desde la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Corrupción (ANTAI), la Academia Regional contra la Corrupción para Centroamérica y Caribe (ARAC) y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), esperamos que los referidos textos sean bien recibidos por la Asamblea Legislativa y que estas iniciativas junto con otras en materia de conflictos de interés y protección de denunciantes (los denominados ‘whistleblowers ') prosperen satisfactoriamente.

Recordemos que en la lucha contra la corrupción, las medidas de prevención propuestas en el Capítulo II de la Convención forman parte de la receta de buena gobernabilidad para reducir esta plaga y su impacto en el desarrollo económico del país.

Ingredientes esenciales, de los que no podríamos prescindir, son la trasparencia, el acceso a la información y la rendición de cuentas, la sal y la pimienta de la buena gobernabilidad.

En esta línea, el Gobierno de Panamá, a través de la ANTAI junto con la Autoridad para la Innovación Gubernamental (AIG), ha empezado a poner en marcha una iniciativa de datos abiertos gubernamentales que se espera que coadyuve al desarrollo de la economía del país y que aporte de manera substancial a la transparencia, al empoderamiento ciudadano y al control democrático; a una relación más activa y participativa entre la sociedad civil y el Gobierno y en resumidas cuentas a la lucha contra la corrupción.

Con la colaboración de los diferentes estamentos del Estado panameño, el abrir datos gubernamentales permitirá a los ciudadanos, al sector privado y a la sociedad civil en general monitorear, verificar y fiscalizar el manejo de la ‘cuestión pública ', los procesos de toma de decisiones, el gasto de los presupuestos asignados a cada institución, etc.

Es decir, todas estas iniciativas contribuyen a facilitar el ejercicio del derecho de todo ciudadano de ‘buscar ' y ‘recibir ' información, consagrado en el artículo 19 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos y en el artículo 13 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos y la Carta Democrática Interamericana como elementos integrantes del derecho a la libertad de expresión. Salvo en aquellos casos en los que se aplique una legítima restricción, en Panamá la sociedad debe poder tener acceso a información sin necesidad de acreditar un interés directo para su obtención o una afectación personal, de tal manera, que a su vez, la información recibida pueda circular en la sociedad de manera que pueda ser conocida, accedida a ella y valorada.

Por otra parte, estamos convencidos de que las medidas de prevención y lucha contra la corrupción favorecen directamente a la democracia a través del fortalecimiento de las instituciones públicas. En este contexto, la iniciativa de datos abiertos ayudará a facilitar el control social y la fiscalización, a combatir la corrupción y a promover la transparencia proactiva desde la Administración Pública panameña. Es por ello por lo que animamos a todas las instituciones del Estado a implementar con celeridad esta iniciativa de datos abiertos y al ciudadano a hacer uso de su derecho a saber, y por ende coadyuvar a la prevención de la corrupción.

El tamaño del sector público

El gasto total del sector público no financiero, en Panamá, pasó de los $3.7 mil millones, en el año 2004, hasta los $11.9 mil millones.

 En el 2014, lo que representa un crecimiento promedio interanual de 12.4%, con una dinámica de expansión parecida a la del producto interno bruto (PIB) medido a precios corrientes.

En término relativos, ese gasto como proporción del PIB se ha situado entre un 24% y 27%, algo inferior, pero muy cerca del promedio de Latinoamérica que supera el 30%. Esta realidad contrasta con la idea de que el gasto público es excesivo y que los países más desarrollados tienen menor propensión a gastar fondos públicos en la atención de los servicios que sus ciudadanos reclaman. Así, por ejemplo, países como Alemania e Inglaterra tienen un elevado gasto del sector público no financiero, que supera el 44% de su PIB, en ambos casos. Este planteamiento no pretende incentivar un mayor gasto público, sino poner en contexto las realidades en la región y el mundo, con el fin de no repetir las malas experiencias de otras economías, que no logran librarse de la inercia que acarrean los gastos del sector público y, peor aún, del método de financiamiento de estos que, por lo general, consiste en una estructura impositiva agresiva, lo que se traduce en fuertes sacrificios de los contribuyentes.

Por tal razón, no hay una medida o un monto óptimo del gasto total del sector público que típicamente se compone de tres renglones: gastos operativos (corriente), pago de intereses de deuda y gasto de capital (inversión). El primero se refiere a los desembolsos que realiza el gobierno para cubrir sus costos operativos (administrativos); el segundo es el monto correspondiente al pago de intereses sobre la deuda pública (interna y externa) que se mantenga con los acreedores, y el tercero se refiere a todas las erogaciones que se destinan al incremento de los activos físicos o financieros del Estado y país. En este apartado, usualmente se incluyen los gastos en la construcción de obras de infraestructura (vial, energía, salud, educación y servicios básicos, entre otros), financiamiento de programas para los sectores agropecuario e industrial y, en general, todo lo que permite incrementar la capacidad futura de producción del país.

Sin duda, de todos los componentes del gasto público enunciados el más relevante para el crecimiento de la actividad económica es el de capital. Este es el que ayuda a propiciar las condiciones necesarias para que aumente la capacidad de producción y alcanzar mayores tasas de crecimiento del PIB.

Algo que no se puede obviar cuando se analiza el gasto público son los subsidios (directos o indirectos), cuyo principal objetivo es aumentar el bienestar de la población más vulnerable del país (pobres, marginados, personas con discapacidad e indígenas, entre otros).

Sin embargo, un subsidio solo será sostenible cuando implique inversión en el ser humano, de manera que ayude a los beneficiados a valerse por sí mismos, mediante el desarrollo de actividades productivas que antes no podían desempeñar por falta de recursos o que le estaban vedadas por su condición de vulnerabilidad. El caso contrario, se presenta al diseñar subsidios que solo tienen como propósito estimular el consumo. De esta manera los individuos alcanzarán un estado de satisfacción de necesidades básicas, sin una contrapartida que los incentive a ser productivos y a retribuir después el sacrificio que hace el gobierno, en beneficio de otros grupos que requieran ayudas similares.

En conclusión, no cabe duda de que el gasto público y la forma cómo se ejecuta son variables importantes que influyen en la actividad económica. Una economía que dedica la mayor parte de su gasto al financiamiento de actividades administrativas, estará más limitada para aumentar su capacidad productiva que aquella que invierte en su capital humano y en las obras necesarias para el desarrollo de actividades empresariales, lo que se traducen en mayores beneficios para el país.

Por qué y cómo nace Movin

A través de la historia, los grupos de ciudadanos organizados han jugado un papel fundamental en el desarrollo de las naciones. Y es que, cuando los ciudadanos comprenden cuál es su papel y se empoderan de su derecho a exigir que los gobernantes actúen de forma correcta y transparente, las cosas toman un rumbo distinto, desafiando el statu quo de la sociedad en sí e impulsando mejoras en la gestión de los gobiernos.

También es cierto que históricamente, estos grupos ciudadanos nacen en medio de momentos difíciles, en que las circunstancias hacen que sea necesaria la participación de personas que, por lo general, no tendrían a involucrarse en temas políticos o de gestión pública. Es así como nace el Movimiento Independiente (Movin), un grupo de ciudadanos que se une voluntariamente y que tiene un interés común: un mejor Panamá.

Movin nace a raíz de la preocupación que compartían muchos panameños en referencia a los escándalos que, día tras día, sacudían a Panamá durante la administración de Ricardo Martinelli. Sería injusto decir que los escándalos de corrupción se iniciaron en ese gobierno, sin embargo, fueron de tal magnitud, que terminaron por despertar la conciencia y preocupación de muchas personas. De la mano con esto, también es importante dejar claro que la corrupción en cualquiera de sus formas es algo inaceptable, esto sin importar preferencia política, nivel social, etc., simple y sencillamente, está mal. Podríamos considerarlo el cáncer de la sociedad.

Dadas las circunstancias, de cara a las pasadas elecciones y basados en una auténtica preocupación sobre el futuro de Panamá, un grupo de personas decidió organizarse y participar de diversas formas. Entre ellas, debatiendo sobre los temas importantes que afectaban al país y participando activamente, con el fin de evitar la evidente reelección disfrazada. Es debido a esto, que en su momento Movin decidió apoyar la que consideraron la mejor entre las opciones, la candidatura de Juan Carlos Varela. Sin embargo, una vez pasada las elecciones, el grupo consideró que haber aportado un grano de arena en las elecciones no era suficiente, pues el país requería de mayor participación ciudadana para, realmente, generar cambios sostenibles en el tiempo, que beneficiasen no solo a esta generación, sino a las generaciones futuras.

Esta participación poselecciones hace necesario que la postura de Movin sea más que nunca objetiva e independiente, y para lograrlo el grupo inicia una estructuración a lo interno que incluye la conformación legal (oenegé), la constitución de una junta directiva, la identificación de tres ejes fundamentales (institucionalidad, transparencia y participación ciudadana) y la identificación de sus valores (integridad, honestidad, transparencia y diversidad).

Panamá es un país con gente buena, un gran potencial y grandes posibilidades, pero es solo con una visión clara del país que queremos y trabajando todos juntos, que este sueño puede convertirse en una realidad. Movin llegó para quedarse y contribuir a esa visión, a través de propuestas concretas basadas en sus tres ejes y valores.

Justicia social es progreso

Las energías creando velocidades, presiones, térmicas, entropías, magnetismo, en direcciones centrífugas o centrípetas, mueven el mundo.

Fuerzas cósmicas, lo hacen girar. ‘Se mueve ', como dijo Galileo.

También el trabajo aplicando las energías humanas es creativo intelectual, física y hasta psicológicamente. En esa producción inventa, transforma, avanza. (A veces lo hace al revés). Así nacen los logros sociales, las profesiones, las empresas, los sindicatos, los países, etc. Esa concepción social de los primitivos artesanos, los embriones de ciudades, los rudimentarios imperios, las creencias que abrieron caminos de entenderse, de ser más eficaces, de amar al prójimo, de ahorrar para usar en los malos tiempos. Apareció la honestidad, la familia, la valentía, la heroicidad, las ideologías, la política (polis), la historia, y su reconocimiento.

Pero también aparecieron los Caines, los publicanos, los fariseos, los Judas, los mercaderes y los Herodes. El aprovechamiento sectario o individual del trabajo o esfuerzos efectuados, o los beneficios alcanzados por una labor colectiva o de una participación simbólica o aleatoria de las tareas concretas en el resultado final. Las explotaciones, la esclavitud, las guerras, las traiciones, las deslealtades, la corrupción, las codicias, los usureros, la violencia, los abusos, el despilfarro pueden estar en esas consecuencias.

Los historiadores, las iglesias, las escuelas, los tribunales han intentado siempre humanizar y legislar sobre estos aspectos de sociología, economía y ética. El objetivo tal vez inicialmente fue la producción, la eficiencia. Pero las distorsiones psicosociales e individuales nos han llevado a sistemas y organización planetaria que evidentemente no nos satisface a todos. Lo dantesco de las sociedades y países lo encontramos constantemente. Los humanos producimos, pero hay hambre. Hacemos leyes y hay injusticia. Las religiones nos dan modelos, pero muchos poderosos tienen sus conciencias domesticadas. Estamos en un valle de lágrimas.

Socialismo en cualquiera de sus formas. Capitalismo en cualquiera de sus formas. Salvajes, egoístas, corruptos, autoritarios, asesinos, torturadores, demagogos, cínicos. Pésima distribución de los panes y las mieles de la naturaleza. Hay más inteligentes, más vivos, y más tramposos que otros que parecemos más tontos, honestos, sacrificados, altruistas, modestos, etc.

Los mercados, las fábricas, la publicidad, las industrias, el agro, la comunicación y el transporte que deberían ser soluciones, se han convertido e instrumentos de beneficiarse algunos y perjuicios para otros. Todo esto a nivel internacional.

La producción y las necesidades de los actuantes son la fórmula y equilibrio de la salud social, de la justicia, del progreso colectivo, de la seguridad ciudadana y es la meta de la responsabilidad empresarial. La riqueza o ganancia depende de la producción. Los sobreprecios, le eficiencia, las ganancias que se toman como gran negocio, pueden interpretarse como explotación, engaño, usura. Y lo mimetizan de crecimiento económico. Los inversionistas y los capitalismos de Estados deberían investigar hacia el progreso social de los trabajadores en todos sus niveles (pala y computadora).

Al mejorar la calidad de vida, mejora el capital humano que producirá aún más ‘productos ', y al superar las pobrezas con empleos y sueldos adecuados se hará a los colaboradores o socios periféricos más felices. Esto trae un incremento del circulante que justamente es el ‘mercado '. Los productores (trabajadores) y el mercado (compradores o usuarios) son los mismos. Reducir los precios básicos mejora el nivel de vida de los más necesitados y el consumo de todos. El agro, los servicios, las industrias y el comercio producen relativamente más ingresos ascendentes, en ese orden. Cuando, por las necesidades generales, los costos y el consumo deben ser a la inversa, más económicos en el mismo orden. La justicia económica y el desarrollo social son progreso.