Libertad de expresión

Alguna vez, Thomas Jefferson expresó que si tuviera que escoger entre un gobierno sin prensa o una prensa sin gobierno, no dudaría ni un segundo en escoger lo último. Y es que la libertad de expresión y de prensa es un derecho inalienable del ser humano. >p< En los últimos doce meses, lamentablemente, hemos sido víctimas de tres intentos que, so pretexto de proteger a los periodistas o hacer más democráticos los torneos electorales, camuflaban la verdadera intención de controlar los medios de comunicación social. >p< Hablamos del proyecto de ley que presentó un diputado panameñista para garantizar el ejercicio de la profesión solo a panameños y reconocerles otras canonjías. El proyecto, empero, tenía tras de sí el control de la libertad de expresión y así lo hicieron saber tanto el Consejo Nacional de Periodismo como el Fórum de Periodistas. >p< Luego, del Tribunal Electoral salió otra disposición que también controlaba la libertad de expresión bajo el pretexto de regular la publicidad. También del Tribunal Electoral salió la idea de prohibir reportajes o noticias sobre cualquier candidato, durante la veda electoral. Por fortuna, todos estos intentos ha muerto en su cuna, pero la frecuencia con que se han presentado es un tema de preocupación. ¡Señores, no jueguen con fuego!

Martinelli, te espera un debido proceso

La injusticia nos parece justa cuando no se nos aplica. Nos ocurre a todos… Es difícil que salgamos a la calle para exigir justicia y debido proceso para los que suelen habitar las celdas insuficientes de los penosos penales nacionales, aunque la inmensa mayoría conviva con aguas fecales y ratas a la espera de tener, al menos, un proceso, debido o no. Es muy extraño que la sociedad reclame un debido proceso para un asesino en serie o para un violador. Pero en eso consisten la justicia y los derechos humanos, en que son –en que deberían ser– para todos, hasta para nuestros peores enemigos sociales.

El problema es cuando se manipula el término de debido proceso para adaptarlo a los intereses de una persona o de un grupo de presión. Históricamente, en Panamá, los debidos procesos de los poderosos han sido aquellos que los han exculpado. Conocemos demasiados ejemplos de ello. Suelen llegar, los procesos, después de que abandonan el poder político o cuando su embarrada supera los límites de lo tolerable por la opinión “‘publicada”. Antes, cuando ocupan presidencias, ministerios o posiciones de autoridad, les suele gustar determinar a ellos qué es un debido proceso y se suelen llenar la boca para prostituir palabras tan importantes como justicia, democracia, libertad o solidaridad. La semántica del poder casi siempre es sucia y torticera. La semántica de los nadie es muda por falta de audiencia.

La historia, sin embargo, es caprichosa y suele provocar ajustes de cuentas imprevistos. Martinelli…¿lo recuerdan?: el todopoderoso y deslenguado presidente, el millonario que saldría con las manos limpias, el empresario que regentaba un burdel de empresarios… Martinelli, digo, sabía que la historia es más previsible de lo que parece, y cuando se vio desalojado del poder de forma –esta sí– no muy prevista, puso kilómetros por medio para evitar el debido proceso que él no concedió a casi nadie. Algunos de los suyos calcularon mal las distancias y ahora están privados de libertad y aquejados de las más surrealistas dolencias.

Pues bien, Martinelli merece un debido proceso, faltaría más. Que nos lo negara al resto no lo hace a él objeto de venganzas irracionales. La ley debe juzgar su comportamiento y ojalá el de sus manzanillos. El problema es que no está en el país. Es decir, no es un imputado en rebeldía, sino un prófugo de la justicia y de la ciudadanía a la que engañó y robó, mientras sustituyó a las garzas en el palacio en el que, por momentos, se sintió rey.

Martinelli merece un debido proceso y si lo reclama debe venir a buscarlo. Sus abogados pueden gritar, quejarse, utilizar todas las artimañas posibles, pero la realidad es que desde donde quiera que esté no recibirá justicia, sino que acrecentará las sospechas de toda una sociedad sobre él y los suyos (véase que de los suyos quedan pocos y que cuando se manifiestan pueden ir a la puerta de los tribunales en un “diablo rojo” y les sobran asientos).

Cuando el expresidente arguye que en Panamá no hay garantías para un debido proceso está insultando a todo el país, a toda su institucionalidad, a los propios magistrados que él impuso. Cuando Martinelli elude la justicia como un vulgar estafador está manchando la figura de la Presidencia y logrando que los diarios de todo el planeta hablen de Panamá, no por sus bondades, sino por sus vergüenzas. Es imprescindible que el debido proceso avance y que Panamá sepa la verdad de todo lo que ocurrió durante el mandato de Martinelli. El país no aguanta un cierre en falso más de la historia: ya son demasiadas las sombras que ocultan la verdadera historia del país.

Ahora bien, la corrupción y la arbitrariedad del poder ni nació con Martinelli ni acabará con él. Los poderosos del país, la mafiocracia de sus desvelos, están demasiado acostumbrados a ordeñar al Estado, a beneficiar a los suyos, al nepotismo, a la corrupción naturalizada, al clientelismo local, al saqueo del país en connivencia con nacionales y extranjeros. Por eso deberíamos aprender, deberíamos de una vez por todas acabar con la impunidad y reforzar los controles para que estos canallas tengan cada vez un menos margen de actuación. Y si las instituciones no dan el paso, lo tendrá que hacer la sociedad. Los pueblos, aunque no lo crean, tienen numerosos mecanismos de castigo moral de los antipatriotas que los esquilman. Recuerdo cuando Martinelli “rofiaba” a todo aquel que desafiaba o cuestionaba su accionar. Espero que ahora sea igual de bravo y tenga la decencia de enfrentarse a su debido proceso. Aquí le está esperando

Más preguntas a Ricardo Martinelli Berrocal

En vista de que sus niveles de testosterona son tan bajos, lo que le impide regresar a su país, seguiré formulándole algunas preguntas.

¿Diga por qué en el expediente que reposaba en la Oficia de Seguridad del Estado estaban fotos de mis hijos? ¿Era para adornar el álbum o se estaba planeando un atentado contra ellos? ¿Diga quién dio la orden para perseguir a mi esposa desde Playa Grande hasta el cuartel de policía de San Carlos donde se refugió? ¿Diga por qué reposaban con frecuencia autos sin placa de color negro y vidrios ahumados frente a mi edificio en la ciudad de Panamá? ¿Diga por qué mientras hablaba por celular o por el teléfono fijo de mi casa intervenían una voz para insultarme o amenazarme?

¿Diga si es o no cierto que usted está involucrado en el tráfico de diamantes con el ex presidente de Italia Silvio Berlusconi? Diga si es cierto que usted tiene dos expedientes en el Estado de Lousiana, USA, por tráfico de drogas y tráfico humano? Explíquenos bien sus relaciones con el expresidente de Colombia, señor Álvaro Uribe. ¿Sabía usted que Álvaro Uribe fundó los escuadrones paramilitares en Colombia bajo el entrenamiento del señor Jair Klein de la Mosad?

¿Por qué razón el Estado panameño aceptó el asilo de María del Pilar Hurtado, acusada de pinchar conversaciones con los opositores y actualmente presa en su país por esos delitos? ¿Por qué razón, Daniel Estulin, escritor conocido a nivel mundial, dice que usted es el rostro visible de la narcomafia internacional con base en Panamá? ¿Soportaría usted un audito de todas sus empresas desde que compró el almacén 99? ¿Por qué razón no ha dicho usted quién dio la orden de matar a nuestros grupos originarios en San Félix y Tolé, y luego en Colón?

¿Por qué firmó, durante la campaña proselitista, un documento de la Red Democrática Ciudadana en la que se comprometía a derogar los decretos militaristas de Martín Torrijos y de no colocar a ningún militar al frente de la policía? ¿Por qué no los derogó y además, nombró a un militar en ese puesto, como es Gustavo Pérez? ¿Es cierto que usted cobraba el 20% en coimas en todas las transacciones que hacía el Estado con empresas nacionales e internacionales? ¿Díganos con franqueza (virtud de la que usted adolece, pero puede tener un minuto de honestidad) cuánto dinero nos robó a los panameños? ¿Díganos solamente si la cifra fue superior a los $3,000 millones? Si usted conocía los wekileas: reference ID 09Panama, created 2009-08-22 14:46, clasification SECRET/NO FORN, origen: Embassy Panama, en las que usted y un grupo de subalternos le solicitaban a la embajadora Barbara Stephenson que pinchara las comunicaciones de sus opositores, ¿por qué no hizo comentarios al respecto y admitió su culpabilidad?

Termino estas preguntas con un una párrafo de mi escrito publicado durante su período presidencial y referente a su enorme corrupción: ‘Lamentablemente, ha creado la infraestructura ideal para fomentarla, el control absoluto de todos los órganos del Estado. Él ejecuta, él legisla, él sentencia, él gasta los dineros del tesoro, él los controla y él se exime de todo proceso penal o civil. Los magistrados le temen, los legisladores le tienen pánico, los ministros, terror; el Ministerio Público se esconde, los partidos políticos de la alianza lo perfuman para la fiesta y los funcionarios con mando y jurisdicción hacen turno para el baile'.

Para traer al fugitivo

Una vez que el diputado del Parlacen Ricardo Martinelli fue declarado en “rebeldía”, el juez de la causa elevó una solicitud al pleno de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para que ordenara su detención provisional, como en efecto se hizo. Con este hecho, sin precedentes, se le acortan los espacios al expresidente, así como su capacidad de movimiento.

Ahora, el juez de garantías que lleva el caso tiene varias opciones para cumplir con el mandato de la CSJ, y hacer comparecer al imputado para la audiencia que se le sigue, por los pinchazos telefónicos y por violentar la privacidad de los ciudadanos.

Puede solicitar a la Interpol que lo busque y lo traiga a Panamá, para que se presente a la audiencia. Esta vía es complicada y toma su tiempo.

Se puede invocar la aplicación del Tratado de Asistencia Legal Mutua, firmado entre Panamá y Estados Unidos, que permite el traslado de personas, bajo custodia, a fin de que rindan testimonio –aunque hay otros tratados que bien pueden aplicar–, solicitud que debe hacerse por la vía diplomática.

Otra opción es que este señor se presente, voluntariamente, para hacerle frente a los cargos que se le imputan. Por lo visto hasta ahora, parece que es poco probable que ocurra ese evento, porque no ha dado muestras de querer cooperar con la justicia.

También puede renunciar al cargo de diputado del Parlacen, entonces, la CSJ perdería competencia para juzgarlo, y el caso pasaría a la justicia ordinaria, donde todo el proceso empezaría de nuevo. El riesgo que corre es que si renuncia perdería cualquier prerrogativa que le da el estatus de diputado y sería juzgado como un ciudadano común y corriente.

Otra opción que le queda es que pida asilo en algún país, no obstante, la figura del asilo tiene ciertas formalidades, entre las que está investigar en el país de origen la veracidad de los hechos. Además, el mundo moderno ve con mucho desagrado y como una grave violación de los derechos humanos, el delito de los pinchazos telefónicos, así que es poco probable que país alguno le de asilo.

Él decía que tenía doble nacionalidad y podría hacer uso del pasaporte italiano, pero como están las cosas por esos lares, con varios de sus socios tras la rejas y con su mención en el caso de Finmeccanica, esa salida no le es muy favorable.

La Interpol opera en 190 países, y una vez se haga el pedido de extradición y se active la alerta roja para su búsqueda, al exmandatario le quedan pocos lugares donde esconderse.

Moraleja, aunque los procesos sean largos y el camino tenga muchos atajos, el funcionario público debe actuar apegado a la ley, para que se evite estos escarnios.

 

La mora de la Corte Suprema de Justicia”

Días atrás, don Jorge Federico Lee, exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, publicó en un diario de esta plaza, bajo el sugestivo título de ‘El colapso de la Corte Suprema de Justicia', un sesudo artículo en el que pone de presente, entre otras cosas, que la carga de trabajo que abruma a dicho tribunal impide que éste resuelva con prontitud y ponderación los casos que ante él se ventilan. El doctor Lee señala que ‘ni siquiera designando como magistrados a los mejores y más dedicados juristas sería capaz nuestra Corte Suprema de Justicia de atender apropiadamente todas las causas que se le elevan. Como el año tiene 250 días hábiles, para no caer en mora la Corte tendría que despachar 10 causas por día, estudiándolas y redactando, discutiendo y aprobando los correspondientes fallos, lo que es materialmente imposible'.

Para resolver el problema, don Jorge Federico propone que se limite radicalmente la cantidad de casos que pueden acceder a la Corte Suprema y sugiere al respecto algunas ideas que propenden al logro de su propuesta, ninguna de las cuales requiere reformar la Constitución.

La lectura del referido artículo me ha animado a echar mi cuarto a espadas e intervenir, sin que nadie me haya invitado, en la conversación del colega Lee con sus lectores.

Empiezo por decir que estoy en un todo de acuerdo con el criterio de que las nueve personas que desde hace medio siglo integran nuestra Corte Suprema no están en condiciones de decidir con la ponderación y celeridad necesaria la enorme cantidad de casos que deben fallar. Para aliviar la carga de trabajo de dicho tribunal puede adoptarse, en efecto, la propuesta del exmagistrado Lee, que limitaría, como queda dicho, las causas que serían de competencia de la Corte Suprema.

Yo, por mi parte, he sugerido, en distintas ocasiones, que, con el mismo propósito, puede pensarse en la conveniencia de aumentar el número de magistrados que componen nuestro más alto tribunal. Lo hice en una suerte de ensayo titulado ‘Reflexiones y atisbos sobre la democracia panameña en la actualidad' que publiqué en 2013 e insistí en esa idea en la conferencia que dicté a principios de este año en la Corte Suprema con ocasión de la apertura del año judicial, bajo el título ‘Mitos, Realidades y Disfunciones del Dogma de Separación de Poderes'.

Para que se pueda apreciar lo que han establecido otros países respecto al número de magistrados que atienden los litigios y causas que en Panamá son de conocimiento de los nueve magistrados de la Corte Suprema, me permito apuntar que, por ejemplo, en España, el Tribunal Supremo tiene 80 magistrados y que, además, existe en ese país un Tribunal Constitucional integrado por 12 magistrados.

En Colombia, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia son 23 y, además, el llamado Consejo de Estado, que atiende los negocios contencioso-administrativos que en Panamá son de competencia de la Corte Suprema, cuenta con 31 magistrados. Por otra parte, la Corte Constitucional colombiana cuenta con 12 magistrados. Son, pues, 66 los magistrados que en Colombia atienden los negocios que en Panamá competen a los nueve de nuestra Corte Suprema.

Ni que decir tiene que, ni por asomo, se me ha ocurrido incurrir en el dislate de proponer tamaña cantidad de magistrados para nuestro país, cuya población no es ni remotamente comparable con las de España y Colombia. Sólo he traído a colación el ejemplo de estos dos países con el ánimo de poner de manifiesto que, como bien lo explica el doctor Lee en su artículo, se equivocan quienes, por desconocer el funcionamiento de la Corte Suprema federal norteamericana, piensan que si los nueve magistrados de ese tribunal se dan abasto para despachar los litigios de que conoce, los nueve de nuestra Corte Suprema deberían poder hacer lo propio. Importa destacar que la Corte Suprema estadounidense si acaso resuelve unos cien (100) casos al año.

En este orden de cosas, me parece muy pertinente y oportuno señalar que en Costa Rica, cuya población y cuyo ordenamiento jurídico son, a ojos vistas, muy parecidos a los nuestros, los magistrados de la Corte Suprema son veintidós (22), a saber: cinco en cada una de las tres Salas de Casación y siete en la Sala Constitucional.

Conviene apuntar que nuestra Constitución permite que el número de magistrados de la Corte Suprema sea aumentado mediante la aprobación de una Ley, sin que sea necesario reformar la Ley Fundamental. Fueron los doctores Moscote, Alfaro y Chiari, autores del proyecto de Constitución sometido a la consideración de la Asamblea Constituyente elegida en 1945, quienes justificaron esa sabia medida al señalar que deben ser las necesidades crecientes de la administración de justicia las que sirvan para determinar el número de magistrados de que se debe componer la Corte Suprema de Justicia.

Huelga decir que las ideas del doctor Lee y las mías solo pretenden aliviar la carga de trabajo que, en detrimento de su adecuado desempeño, agobia a la Corte Suprema. La solución de los demás y variopintos problemas que gravan al conjunto del Órgano Judicial depende, en esencia, del aumento de la exigua y francamente ridícula partida presupuestaria que en Panamá se destina a su funcionamiento. Aquí también nos convendría mirar hacia Costa Rica.

Feliz Navidad! No pierdan las esperanzas

La Navidad es una fiesta que celebra el advenimiento de la esperanza. Tiene una raíz religiosa, muy vinculada al cristianismo y la versión bíblica que marca el nacimiento de Jesús en un pesebre en el corazón de Palestina. Según algunas estadísticas, hay más de mil millones de cristianos en el mundo (divididos en sectas e Iglesias). Muchos no creyentes también celebran la Navidad y aprovechan el momento para reunirse en familia para reflexionar sobre el pasado y el futuro.

Para algunos cristianos la fiesta navideña es la fecha más importante en su calendario religioso. Para otros ocupa un lugar secundario, al lado del Domingo de resurrección. La primera celebra la vida en la tierra y la redención de la humanidad. La segunda nos proporciona la promesa de la vida eterna.

En el libro sagrado de los cristianos —la Biblia— los Reyes Magos juegan un papel central en la celebración de la Navidad. Le traen regalos de las tierras más lejanas al niño Jesús. Este acto simboliza la solidaridad y el amor entre los pueblos. Esta tradición, sin embargo, es ignorada por los gobiernos que cuentan con poderosos ejércitos que continúan con sus guerras y bombardeos.

La Navidad ha sido parcialmente secuestrada por intereses materiales que aprovechan la fiesta para incrementar sus ganancias pecuniarias. El secuestro crece con el paso de los años. La Navidad se comenzó a celebrar hace relativamente poco —siglo y medio— en los países nórdicos de Europa occidental que se consideraban cristianos protestantes. En los países mediterráneos de Europa, que defendía su fe cristiana católica, las familias festejaban el día de los Reyes Magos (dos semanas después de la Navidad).

En el siglo XXI, la Navidad ha desplazado el día de los Reyes Magos. Más aún, la fiesta que nació en las frías tierras escandinavas y alemanas, se ha extendido a todos los continentes del planeta. La Navidad lo celebra cristianos y no cristianos, repartiendo regalos entre los niños al igual que entre los adultos. Incluso, el pesebre que simboliza el nacimiento del niño Jesús ha sido reemplazado por otros símbolos de la mitología nórdica como el árbol, el trineo y San Nicolás. Queda la estrella, en lo más alto del arbolito navideño, que guía a los Reyes Magos (que ya no aparecen en escena).

La Navidad también es una fiesta popular. La celebración no se limita a las clases pudientes o a las llamadas capas medias consumidoras. La fecha es anhelada por las mayorías que no tienen recursos para celebrar con grandes derroches de regalos o banquetes. Es quizás en estos hogares donde el espíritu de Navidad tiene más significado. La familia se reúne rodeando al niño (o niños) con el amor que representa toda la riqueza que posee. Si hay un juguete para alegrar al niño o un plato especial sobre la mesa la celebración es completa.

En América Latina la Navidad – que nos entrega la publicidad dominante— es una fecha que todavía está en transición. En la mayoría de los hogares no hay ‘poder de consumo' y la fiesta reproduce su sentido original: la esperanza. Esta se traduce en oportunidades para los más pequeños: educación, salud y un futuro empleo decente.

El flagelo de la violencia institucionalizada es sustituido durante la celebración de Navidad, aunque sea por unos pocos días, por la esperanza de la promesa navideña. La violencia cotidiana en la casa sin agua potable, en la calle sin aceras, en el transporte inexistente, en las escuelas colapsadas, en los centros de salud sin medicamentos, es tapada por un velo momentáneo que nos da nuevas fuerzas y esperanzas.

Las fechas bíblicas también nos recuerdan que las tierras que recorrió Jesús durante su vida hoy son escenario de las más cruentas guerras entre las potencias que compiten por el control de los enormes tesoros que contiene su subsuelo. Hace más de dos mil años, cuando Jesús alumbró el humilde pesebre en Belén, su entorno era subyugado por las poderosas legiones romanas. En la actualidad, los niños palestinos son agredidos y encarcelados por los nuevos ocupantes. Las tierras sagradas son pisoteadas por quienes se dicen los cristianos más puros y sus agentes.

Hay casi mil millones de cristianos en el mundo que viven en la pobreza. Junto con los palestinos no pierden la esperanza de un mundo mejor donde todos puedan vivir en paz. ¡Feliz Navidad!

 

Martinelli o la apología del Critón

“Critón insistía en que debía escapar de la prisión y así salvar su vida.

El argumento por el que Sócrates le responde a Critón, por qué debía atenerse a la condena que le impusiera la ciudad de Atenas, radica en el hecho de que lo justo y lo pactado debe cumplirse de forma inexorable. Durante toda su vida, Sócrates vivió sujeto a las leyes de Atenas, a las que consideraba justas y con las que se comprometió, prefiriéndolas por sobre las demás, y sintiéndose orgulloso de su ciudadanía, como todo ateniense. Si se fugara, estaría conculcando los compromisos contraídos con ellas, con las que no se comprometió forzado ni urgido a tomar una decisión en poco tiempo, sino en 70 años. No es justo, pues, que por las circunstancias actuales se deba incumplir la ley. El hombre de bien nunca debe obrar voluntariamente el mal ni burlar lo convenido justamente”.

Con esta narración, de forma clara se ejemplifica la postura de un hombre de valores y virtudes que, pese a lo inescrutable de su futuro, antepone sus intereses y su propia vida, por el fiel cumplimiento de la ley.

La huida de Ricardo Martinelli Berrocal, so pretexto de salvaguardar su vida y espetar la falta de garantías que le aseguren un proceso legal indudable, justifican –según él– estar en el autoexilio, con falsos argumentos como el hacer oposición más eficaz desde fuera que desde dentro. Podríamos decir que salvó reputaciones, a su familia y su “vida”. ¿Realmente podríamos creer eso?

La verdad es el estandarte que todo hombre de valores debe blandir, no evadirse en la primera oportunidad.

Los “critones” panameños vociferan insustancialidades, que ni en lo más recóndito de sus pérfidas imaginaciones logran comprender. Las leyes son eso, ordenanzas que se deben acatar, aun cuando nos parezcan injustas. Entonces, ¿la fuga es justa o injusta?

El caso del expresidente es el típico argumento de aquel que esboza lo que no me conviene ahora, por eso, me voy y, además, me siento culpable. Distingamos ambos casos aquí presentados y juzguemos cuál posición es la correcta. Así sabremos con qué clase de ciudadano tratamos.

Obviamente, si anteponemos el pensamiento de Sócrates, Martinelli no se siente orgulloso de ser panameño ni valora las leyes que dice haber respetado. Tampoco siente amor por su pueblo y país, en donde ha vivido por años. Ha conculcado los compromisos que adquirió con Panamá, al evadirse, so pretexto de ir a foros internacionales a plantear su situación política y la del pueblo panameño.

Sabíamos que no era tal cosa, pero sí redimir su epidermis, tratando de expiar culpas que nadie cree. Solo su bipolaridad enmienda una fantasía cada vez mayor en la que él y solo él pernoctan. Es así como la clase política que él (Martinelli) representa ofrece un doble discurso, dependiendo del sitio en donde se encuentre (gobierno u oposición). Para ellos la diké (justicia) y la adikia (injusticia) es insustancial, y es la conveniencia lo más importante. Pero aún es peor creer que la verdad es una extensión de su ser y que solo él es dueño de esta.

Qué farsa tan grande, y qué pena que la ignorancia y la injusticia tenga tantos seguidores, como aquellos que creen devotamente en este pretencioso.

Cuán diferente aquel que creyó que se debía vivir en justicia y no responder a la injusticia con la injusticia. Si profeso desde un principio la creencia de las leyes, ¿por qué después dudo de ellas? ¿O será que nunca estuve convencido y solo vivía una quimera o, por conveniencia, defendí lo que creía y hoy no me parece?

El ideal político y ético dice que lo justo es obedecer las leyes de la ciudad o del país y el correcto proceder frente a todas las situaciones, no solo al peligrar la vida. Con ello, finalmente queda patentado el bajo concepto de honor del político panameño, la inexistencia de la virtud como ciudadano, la carencia de amor por su familia, la reputación incierta y lo banal de sus argumentos.

Se deben respetar los preceptos de la patria, aun cuando consideremos injustas sus leyes, vivir bien noble y justamente, y predicar con el ejemplo.

El fallo de la CSJ

El fallo de la CSJ del pasado 21 de diciembre deja una marca indeleble en nuestra historia. A diferencia de otros sucesos, como el 9 de enero de 1964, el golpe de Estado del 11 de octubre de 1968 y la invasión norteamericana el 20 diciembre de 1989, este abre las puertas para que los panameños empecemos a confiar nuevamente en el Órgano Judicial. La alegría de los panameños por la determinación de que se proceda a conducir al expresidente Ricardo Martinelli Berrocal para que comparezca ante ese Órgano, debe mantenerse durante los sucesivos fallos. Y no solo por este señor, sino también por todos los demás implicados. >p< Cuando administraba el poder, Martinelli Berrocal se consideraba el amo y señor de cada uno de nosotros, y se dedicaba a perseguir y a introducirse en la vida privada de sus opositores e, incluso, de sus propios allegados, con la complacencia de los súbditos que lo rodeaban. >p< Hasta ahora no se ha demostrado que se trate de una persecución política, como lo afirma el expresidente Martinelli. Lo que quiere la población es que este proceso culmine con la aplicación de las normas penales correspondientes. Sus abogados tienen el pleno derecho de interponer los recursos que la ley contempla pero, al final, lo que se exige es que prevalezca la justicia, completamente invisible en los últimos años.

Señor presidente, ayúdese

Somos conocedores que el cambio de gobierno hace casi 18 meses, resultó traumático para el país en términos generales. Se descubrieron una serie de hechos que habían sido solapados, pensando en que el gobierno de Cambio Democrático, renovaría un nuevo período, basado en el conjunto de obras y acciones hechas para alcanzar el favor del electorado en las urnas.

Pero las cosas no se dieron de esa manera y el pueblo, fiel de la balanza y punto de equilibrio en las democracias verdaderas, decidió que no era oportuno ni sabio, extenderle por más tiempo, el mando del país al partido Cambio Democrático.

Mucha agua ha corrido debajo del puente, según reza un viejo refrán popular. El gobierno instalado, llegó sustentado en una campaña política diseñada, para que el elector, valorara más, las cosas hechas con transparencia y claridad, que al calor de estribillos publicitarios baratos, promovidos por algunos de los zares mediáticos de la política, que viven a costa de los presupuestos de los Estados que los contratan.

Juan Carlos Varela e Isabel de Saint Malo de Alvarado, recibieron el voto popular para que dirijan los destinos del país, en asocio con los sectores productivos, empresariales, populares, cívicos, sociales, laborales y todo el que tenga que aportar, para que la maquinaria de progreso y desarrollo no se detenga.

Al parecer el objetivo se ha logrado en parte. A diferencia de los que hoy están siendo indiciados, encarcelados o buscados por la Interpol y otras agencias policivas internacionales. Ahora las cosas se planifican de manera más ordenadas, se trabaja en base a lo presupuestado, se consultan las obras, sin violar principios básicos de administración pública, que es en esencia, lo que nos tiene ahora, pendientes de pagos de enormes sumas de dinero en sobre costos, comisiones y otros métodos de defraudación que se emplearon con regularidad en la pasada administración.

Juan Carlos Varela, hace, dice y cumple, parte de su agenda política que le aceptó el pueblo, cuando le confió el voto. Todos esperábamos que se apoyaría en un gabinete de gente dispuesta a arremangarse la camisa, a calzarse las botas de trabajo y a sudar el uniforme, en aras de concretar una serie de obras que están pendientes en muchas comunidades.

Lo que queremos recomendarle al ciudadano presidente de nuestro país, es que algunas de las personas que seleccionó para que lo acompañaran en su gestión, en estos casi 18 meses han demostrado con absoluta claridad, que son incapaces profesionales. Y pruebas palpables para corroborarlo hay muchas y habrán más, si esos amigos suyos usted los mantiene en esos cargos, para el cual no están capacitados. Recuerde, que no bastan los títulos de universidades de renombre. Es necesaria la voluntad y el ‘rofeo in situ', en algunos casos para darle velocidad de marcha a los programas que están o debieran estar en ejecución.

No se vale, que toda la responsabilidad en cuanto a la lentitud, que tanto le critican, recaiga solo sobre su persona. Son varios los funcionarios que usted nombró, los que son culpables de las ‘peñas que le lanzan todos los días, por la falta de velocidad en las obras'. Y a esos personajes, nadie los señala. Es usted el que queda expuesto en el paredón de la opinión pública y el que se lleva los motes de Tortugón, Lento, Super Lento y Parado y otros que circulan en Radio Bemba, redes sociales, peñas políticas y redacciónes de medios.

Por eso es que esta columna ha sido titulada ‘SEÑOR PRESIDENTE, AYÚDESE'. Está en sus manos tomar la sabia decisión de bajar del bus a más de ocho funcionarios, que lo están afectando. Al parecer están ‘atornillando al revés', pero no puede usted continuar con ese personal, que solo es lastre en su gestión.

El caso reciente entre Pandeportes y el Meduca, era para que de un solo ‘guevazo' usted los expulsara a ambos de la estructura de gobierno. No quisiera ser yo el que le haga una ‘ayuda memoria', para que tome la decisión que todo el país espera a inicios del nuevo año. Ya usted debe saber los nombres de los funcionarios capaces, mediocres, lentos, o incapaces, lo dejo a su decisión. Oportuno sería que evaluara una renovación de su cuerpo de relacionistas públicos y jefes de prensa. Dígale, o mejor ordénele a su jefe de prensa, que busque profesionales de verdad para que cumplan la misión de mantener al país informado de las cosas positivas que se están realizando. Y actúe, que todo el país espera eso de usted. No cometa el error de otros mandatarios, que se arrepintieron después de cosas que debieron hacer en el debido momento.

Que hagan algo ya

Cuando a un político se le pregunta sobre sus intenciones, sin dudar responde que todo lo que hace es por el bien del país. Empero, muchas veces, esto es de los dientes para afuera. Lamentablemente, la realidad se nos estrella en la cara. Actualmente hay varios diputados que están siendo investigados por organismos de otras latitudes, pero en nuestro propio país no se conoce nada al respecto. La situación es grave, gravísima, porque se habla de delitos muy serios. Recientemente, solo se conoce de la detención de la asistente de un diputado, a quien se le encontraron $850 mil y cuyo caso está conectado con el de un conductor de una institución del Estado, arrestado por el tráfico de estupefacientes. También está el caso de un exdiputado —hoy muy allegado al Legislativo— cuyo chofer fue envenenado. >p< Es lamentable que aunque estos organismos internacionales tienen semanas o meses de estar recopilando información, aquí no hay señales de que esté en marcha alguna investigación. La propia Asamblea Nacional no da muestras de querer limpiar la podredumbre que la empaña. Debemos reconocer, sin embargo, que el presidente Juan Carlos Varela sí tocó el tema de los políticos que coquetean con cosas indebidas. Ojalá se limpie la Asamblea de estas manzanas podridas.