Motores de libertad, justicia y transparencia
Hay un nuevo libro del profesor David Cole, de la Escuela de leyes de la Universidad de Georgetown, en Washington, que se refiere al poder de los activistas ciudadanos, que hoy llamamos sociedad civil. Recordando a Raúl Leis, él definió a la sociedad civil así: “Grupos privados, dedicados a la agenda pública, sin aspirar al poder público”.
Lincoln dijo una vez: “El sentimiento público lo es todo. Con sentimiento público nada puede fracasar; sin el sentimiento público nada puede tener éxito”. Consecuentemente, aquel que moldea el sentimiento público profundiza más que aquel que hace pasar leyes o comunica decisiones.
Los grupos de la sociedad civil no son –ni pretenden ser– de naturaleza mayoritaria y, por ende, no son formados para lo que la mayoría de la ciudadanía desea en un momento preciso. Más bien se definen por un compromiso profundo y permanente a los ideales, y defienden estos ideales, sean o no populares. Es más, las organizaciones de la sociedad civil son más necesarias, precisamente cuando aquellos ideales que provocaron su nacimiento no tienen apoyo popular. Por esta misma razón, los ciudadanos que forman organizaciones de la sociedad civil están acostumbrados a superar grandes obstáculos y a continuar “contra viento y marea”, exigiendo cambios que se ajusten a sus principios.
En Estados Unidos, la mayoría de las reformas constitucionales se producen fuera de los juzgados federales. La sociedad civil ha jugado un rol crucial en la reforma judicial y constitucional en Estados Unidos.
Hay quienes hablan a la ligera de “movimientos sociales”. Si los movimientos sociales no tienen una base institucional sólida, es probable que no tengan éxito. Solo aquellas organizaciones que tienen comprobada capacidad de persistir en la lucha a largo plazo logran su propósito. Hay que crear esperanza, pero apoyada por acción constante y comprometida.
Hoy, en nuestro Panamá, hay dos reformas imprescindibles: Justicia y transparencia. La reforma de una requiere de la reforma de la otra.
Contamos con dos organizaciones de muchos años, dedicadas a los temas mencionados: La Alianza Ciudadana Pro Justicia, dirigida por Magaly Castillo, que incluso logró compromisos de gobiernos –muchos incumplidos–, pero sigue su lucha con valentía y persistencia, y Transparencia Internacional, capítulo de Panamá, hoy dirigida por Ramón Ricardo Arias y Carlos Gasnell. Esta organización por muchos años ha estado luchando por la transparencia como modus operandi del país.
Ambas organizaciones están luchando por sus principios, y a pesar de que sus luchas no eran populares, han sido consistentes y persistentes aun cuando muchos les decían que a nadie le importaban estos temas.
Hoy, creo que ambas deben fortalecer su alianza y convocar al país a la acción de calle, también persistente, vaya quien vaya, para que caiga quien caiga. Que sean, como siempre, verdaderos motores de justicia y transparencia. Si todos los miércoles marcháramos a la Corte Suprema, o a la Alcaldía o al Ministerio de Obras Públicas (Odebrecht), al principio seremos 15, luego 30, 50… y de repente estará mucha, mucha gente ¡hasta que pase algo!… y la visión internacional de un pueblo exigiendo transparencia y justicia sería un mensaje inigualable.